Este lunes, el joven académico de la Universidad de Chile Hassan Akram durante el seminario “Crisis de la sociedad de mercado: Propuestas para un Chile pos neoliberal”, junto a múltiples otros actores del mundo social, académico, de la economía y la política, puso en la mesa elementos de análisis en un encuentro que organizan hasta el martes varias organizaciones y centros de estudio en el aula magna de la Facultad de Economía y Negocios de esa casa de estudios, en Santiago. Qué mejor lugar para dar la discusión*.
No es comparable una sociedad con economía de mercado a una sociedad de mercado. En la primera, los principios que viabilizan la transacción económica son una parte. Importante, pero sólo una parte de los aspectos considerados en la conformación social. En la segunda, sus fundamentos permean todo su quehacer. La figura de la capitalización individual del sistema previsional chileno es el mejor ejemplo de ello: mercantilización de un derecho social, desregulación, concentración económica, e individualismo como puntal de la seguridad social.Las familias sin la urgencia de permitir que se vulneren sus derechos –ambientales, por ejemplo- para obtener salud, educación o techo, pueden decir que no a quienes intentan imponer iniciativas que tendrán efectos negativos.
Si se pone atención a los principales temas que impulsan los sectores pro mercado, la generación de empleo privado es la más importante luego de la libertad de empresa. A este coro se suman muchos de quienes se reconocen de izquierda o progresistas, con el sustento de encuestas, centros de estudios, y medios de comunicación.
“El trabajo dignifica al hombre (y a la mujer)” es una máxima funcional a esta mirada. El problema es que muchas veces se confunde trabajo remunerado para satisfacer necesidades, con el esfuerzo que se requiere para cumplir con éxito la tarea que uno se proponga. Leer un libro de 500 páginas también requiere dedicación, pero como ello no es remunerado (por lo menos en términos actuales, a no ser que se desempeñe uno en una editorial) es visto más como un acto ocioso (y en nuestra sociedad, negativo) que útil, deseable.
La relevancia que se da al trabajo remunerado en una sociedad de mercado donde los derechos sociales no están garantizados (vivienda, educación, salud) es parte de un entramado paradigmático. Si se le consultara a las personas por qué o para qué trabajan (y muchas veces aceptan condiciones que vulneran sus derechos), es muy probable que mayoritariamente respondan que es para satisfacer necesidades esenciales. Si ellas estuvieran garantizadas, probablemente no estarían dispuestos a aceptar tales condiciones.
Algo similar ocurre con la figura de la responsabilidad social empresarial, recurrida por empresas de alto impacto social, ambiental y/o cultural, para viabilizar sus iniciativas. Las familias sin la urgencia de permitir que se vulneren sus derechos –ambientales, por ejemplo- para obtener salud, educación o techo, pueden decir que no a quienes intentan imponer iniciativas que tendrán efectos negativos. Lo planteamos en el artículo “Cuatro décadas de sociedad de mercado, desigualdad y clientelismo”.
Una sociedad así conformada se basa en el temor. El temor a perder el trabajo. El temor a no poder satisfacer necesidades básicas. Y sabemos que el temor es fuente de vulneración, donde se está dispuesto a mucho para comprar seguridad. Qué mejor que el miedo para controlar.
Garantizar derechos sociales permitirá ganar soberanía; porque aunque hoy muchos ven en el mercado un gran espacio de autodeterminación, nuestro suelo se ha transformado en una gruesa cadena de oro pendiendo del cuello del esclavo, que aunque la porte con orgullo sigue siendo un peso que no le permite moverse con libertad.
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*Un déjà vu de lo planteado en ocasiones previas.
Comentarios
10 de noviembre
El ejemplo de las AFP, de entender la salud, la producción de medicamentos y la educación como bienes de consumo para de esa manera reafirmar la idea del libertinaje del mercado y de su falso automatismo, son ejemplos bastante claros de la ineficacia e irracionalidad del neoliberalismo y de sus teorías monetaristas e individualistas, etc., que a mi entender son parte de esa sociedad basada en el temor a la que se refiere el autor de este articulo.
Es importante insistir en que el «automatismo del mercado» es un mito porque éste no se autoregula. De hecho, el sector público a través de los gobiernos neoliberales todo el tiempo interviene en la economía. El problema es que siempre lo hace en favor de la patronal: cuando se trata de defender los intereses de la élite aplican el intervencionismo pero inmediatamente se olvidan de él cuando se busca satisfacer las demandas del pueblo. Es ahí cuando nos insisten en el «dejar hacer», en la «mano invisible» de Adam Smith y en otras medidas históricamente fracasadas.
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10 de noviembre
Lo mencionado es el quid del pensamiento de la izquierda chilena: se debe dar una base a todos, para que puedan hacer lo que quieran, incluso no trabajar. Por lo tanto, la libertad planteada tiene que ver con que Papa Estado organice las cosas para que, el que quiera quedarse en su casa leyendo o viendo televisión, pueda hacerlo. O sea, derechos sin deberes.
Lamento decir que esa es una utopía. Rota, además, por la historia; en donde se esbozó hacerlo, el estado tuvo que obligar a los ciudadanos a trabajar, pues la famosa libertad se transforma en molicie, y hay un acomodamiento que, de paso, destruye la iniciativa individual. Sociedades como Suecia, han ido modificando su sistema de bienestar estatal para cuadrarlos con sistemas donde la libertad se conjuga con un gran sentido de responsabilidad, y la gente no tiene el derecho de quedarse haciendo lo que quiera (lo que sería, en juicio del columnista, menor «libertad»). Por lo mismo, incluso ellos, pensando en conceptos de responsabilidad individual, copiaron el modelo de AFP que tenemos en Chile!! Oh!, que horror!!
Por todo esto, abogar por un Papa Estado poderoso es, sencillamente, antediluviano.
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27 de noviembre
El hecho de garantizar los derechos de nuestra sociedad nos entrega un arma que es mas poderosa que la mutilación de parte de aquellos que tienen el «poder», sabido es que el silencio otorga y aquellos que nos ven como un pueblo de esclavos y NO como ciudadanos libres temeran ante una sociedad que se levanta y alsa la voz por lo que es justo. Servicios básicos como lo que hace mension el artículo dejarán de ser utopia, la EDUCACIÓN y acceso a la información forman parte de la defensa por lo nuestro…hay que iniciar por algun lado.
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