Si repasamos lo que ha sido la vivienda social en la región Metropolitana podemos encontrar distintos estilos y calidades, todo con forme a la época y las políticas que preponderaron en ciertos períodos. La necesidad de la vivienda social nace a partir de las problemáticas sociales surgidas por el aumento de la población proletaria, las que en un primer momento eran familias que migraban desde el campo a la ciudad en busca de una mejora en su calidad de vida, colapsando la capacidad habitacional y desmejorando las condiciones en las que subsistían en la ciudad, lo que llevó a las familias a vivir en espacios muy reducidos, de unos poco metros cuadrados y donde llegaban a habitar un gran número de personas. En ese momento nace el concepto de cité y las poblaciones callampa. Esta situación llevó al Estado a plantearse como tema importante dentro de las políticas públicas el de las viviendas sociales, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas de escasos recursos.
Debido a esa situación nace en 1906 la Ley 1838 de habitaciones obreras. Con la promulgación de esta ley surge la caja de habitación popular, que se encarga en este primer período de la construcción de conjuntos emblemáticos como la Población Huemul y la Población Arauco, dos íconos de viviendas obreras de la primera mitad del siglo XX. Con posterioridad se realizan proyectos como Villa Portales entre la década del 50 y 60, Villa Presidente Frei durante los 60’s, Villa Olímpica en la misma época y la Remodelación Republica, entre otras. Todas con una gran calidad de construcción y con una metraje que oscila entre los 50 y los 100 m2, junto con estar emplazadas en lugares estratégicos, con buen acceso a servicios y trasporte. Construidas pensando en mejorar la calidad de vida de las personas, estos proyectos son el claro ejemplo de las políticas públicas existentes durante ese período y que se vieron reflejadas en la gran calidad de sus viviendas, las que además contaban con áreas verdes, canchas, estacionamientos y locales comerciales, por lo que no sólo es un trabajo de célula, sino que se pensó mas allá y se diseñó un proyecto de paisajismo en post de mejorar los estándares de vida de sus residentes.
Al avanzar las décadas podemos notar que estas políticas publicas van menguando conforme nos acercamos al cambio de milenio. Durante los 80’s y 90’s nacen los llamados blocks de departamentos, emplazados en zonas periféricas de la capital, los que desmejoraron considerablemente la calidad de vida de las personas, alejándolas de los servicios y creando focos de delincuencia, ejemplo de ello es Bajos de Mena, emplazados en la creciente comuna de Puente Alto, que fueron derribados el año 2013 con el fin de sepultar dichos proyectos. Otro ejemplo claro en la misma comuna fueron las casas Copeva, que luego de su construcción sufrieron graves daños producto de las lluvias y el gobierno de turno no encontró mejor solución que poner nylon para protegerlas. “El problema era mayor, y requería entonces, cirugía verdadera. La cubierta, en la techumbre, era defectuosa y los traslados de los planchas eran cortos. El tratamiento de protección contra el agua de los muros era insuficiente y la losa del piso, en todas las viviendas, estaba deformada al centro. Problemas estructurales”. Triste realidad vivida por los vecinos de la Villa el Volcán.
Luego en 2006, bajo el primer mandato de la Presidenta Bachelet, se construyeron las famosas casas “Chubis”, que se hicieron famosas por los colores en sus fachadas y por los 28 m2 construidos. Por lo que podemos hacer un paralelo entre los casi 100 m2 de los departamentos de la Villa Frei en los 60’s con estos 28 m2 en la década del 2000. Lo mismo ocurre con los proyectos de la oficina Elemental del arquitecto Alejandro Aravena, que a pesar de ser buenos conjuntos de viviendas sociales, tal vez de los más destacables entre los proyectos contemporáneos, cabe mencionar que el emplazamiento es lo único que les juega en contra, ya que todos están ubicados en zonas periféricas de la capital, alejadas del centro. Sin contar Lo Barnechea, las otras comunas no cuentan con buenos servicios, lo que significa que la calidad de vida de la gente que llega a habitar estos lugares continúa con los conflictos que implica vivir allí.
Si queremos tener una ocupación transversal de Santiago, tenemos que partir por eliminar la segregación sectorial y comenzar a realizar proyectos donde las viviendas sociales se adueñen de lugares claves para el surgimiento sociocultural de las personas
Si queremos tener una ocupación transversal de Santiago, tenemos que partir por eliminar la segregación sectorial y comenzar a realizar proyectos donde las viviendas sociales se adueñen de lugares claves para el surgimiento sociocultural de las personas, dejando de lado los terrenos periféricos y dando prioridad a los emplazamientos en Santiago Centro o en comunas colindantes, como San Miguel, Providencia, Estación Central, entre otras, que son comunas consolidadas y que cuentan con un mejor índice en calidad de vida, lo que significaría vivir cerca de colegios emblemáticos, del centro cívico y de uno de los principales centros de empleo de región Metropolitana. Pero, como siempre, pasa por las voluntades del gobierno turno, que a veces no es capaz de priorizar las necesidades del pueblo.
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Gran columna que habla de la necesidad de considerar el entorno, no sólo la unidad, ya que cada vivienda opera en relación a otra. Sería una lástima que pase desapercibida ya que es muy importante para el diseño de política públicas, y para la reducción de las desigualdades.