Este gobierno está en problemas, las cifras no le dan. La economía no repunta según lo prometido y otra vez un mesiánico gobierno de Piñera (ya sea de los mejores o de los tiempos mejores, indistintamente) logra exactamente lo opuesto a sus promesas de campaña. En este apuro, un salvavidas es tratar de acelerar la economía con la estrategia histórica usada por gobiernos en períodos de crisis: la construcción. Para dar un salto olímpico a potenciales incertezas jurídicas, el gobierno hará lo necesario para fomentar procesos de construcción, incluso si eso implica atropellar la memoria del pueblo. Esto es al urbanismo lo que Roberto Ampuero era a las relaciones exteriores: un desastre.
En los días recién pasados, el Consejo de Monumentos Nacionales revirtió la declaración de monumento histórico del último edificio de la Villa San Luis, conjunto de vivienda popular ubicado en lo que hoy se conoce como Nueva Las Condes. Han sido meses de lobby por parte de las empresas interesadas en un predio estratégico para el fomento productivo de futuro distrito empresarial de la ciudad, nuevo eje de un gremio hegemónico que se niega a tener en su patio un recuerdo de cómo se hicieron ricos. Este ultimo edificio de la villa fue diseñado por el recién galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura, Miguel Lawner. En una carta dirigida al lobbysta del proyecto que buscó revertir la declaratoria de monumento histórico a la villa San Luis, Lawner dice en una carta:Solo el voraz apremio de los desarrolladores del sector explica el apuro por aplastar un vestigio edilicio que nos recuerda lo que nos hicimos como país
“Cuando nos reunimos en mi departamento el viernes 23 del presente, ya tenías conocimiento del informe estructural que declara insalvable el Bloque sobreviviente de la Villa San Luis y propone su inmediata demolición. Recibiste nuestra propuesta de reducir a la mitad el terreno declarado monumento nacional y tampoco nos advertiste de dicho informe. Eso es jugar sucio. No entiendo cual puede haber sido tu intención de aceptar el diálogo directo con nosotros, salvo insistir en vuestro proyecto, que hemos rechazado, por ignorar el último vestigio del más grave atentado a los derechos humanos cometidos en la historia de Chile, dentro del ámbito urbano” (Lawner, Junio 2019).
En el sector de Nueva Las Condes, hoy, existen más de 500 oficinas disponibles para arriendo, la mayoría de más de 90 m2. No existe urgencia por construir nuevas torres de oficinas. Es decir, solo el voraz apremio de los desarrolladores del sector explica el apuro por aplastar un vestigio edilicio que nos recuerda lo que nos hicimos como país, un recuerdo de la desaparecida planificación urbana humanista chilena, un monumento fundamental para la historia futura de la nación para reconstruir un ethos arrasado por la codicia de un grupo de especuladores que en 40 años se apoderó del urbanismo, lo deshumanizó, lo tiñó de teorías econométricas y eficazmente lo ha usado para extraer valor desde el habitar. Voracidad y culpa, culpa de haber construido un imperio económico local a costa de los más pobres. Ya es hora que entiendan que no es a nosotros a quienes deberán responder, sino a las implacables páginas de la historia, que escribiremos con implacable pluma y con incontestables datos duros.
Comentarios
01 de julio
En realidad, si ya hay 500 oficinas en el lugar es pura parafernalia que no dejen ni hacer el proyecto de memoria antes de poner otra torre de muro cortina.
+1
02 de julio
Feo el edificio, no se entiende porque merece ser patrimonio. Que lo boten y pongan algo moderno. Puro ensucia el barrio.
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