A dos años del 27F, existe incertidumbre en relación al comportamiento de algunos poblados y ciudades de Chile si sufrieran un terremoto y, si es el caso, un posterior maremoto.
Los esfuerzos por la reconstrucción demuestran una gran capacidad del gobierno por reconstruir en tiempo récord un número de viviendas inédito en la historia de nuestro país. A la vez, planes urbanos desarrollados por reconocidos arquitectos/urbanistas, quienes tuvieron la tarea de planificar ciudades como Talca, Curicó y otras ciudades costeras como Juan Fernández y Dichato, fueron reconocidos por prestigiosas instituciones y universidades internacionales. En el caso de las ciudades costeras, se consideró el “riesgo” como una herramienta de diseño urbano para que la ciudades, a través de estrategias de zonificación y de barreras naturales, disminuyan los efectos destructivos ante la posibilidad de un maremoto.
A pesar del esfuerzo del gobierno y la planificación preventiva de ciudades, ¿sabemos cómo se comportarían las ciudades ante el esperado terremoto en el norte de nuestro país? Dos puntos parecen preocupantes.
Uno. No obstante los esfuerzos de la Onemi por definir zonas y vías de escape en conjunto con campañas de información, existen ciudades en evidente peligro. Maitencillo, por ejemplo, es un poblado cuyos accesos ubicados en un sentido norte sur distan de 5 kilómetros entre ellos. La posibilidad de evacuación se reduciría al mínimo en época estival cuando el caos y el pánico colapsen la única vía que existe entre las salidas. Según Sernatur, en el verano la población flotante llega a 50.000 personas, equivalente a 12.500 autos, es decir, 25Kilómetros de autos en fila, ida y vuelta.
Otro ejemplo es la zona costera de La Serena. Las vías de escape desde la costanera son escasas y de flujo limitado, considerando que una ola recorrería varios kilómetros tierra adentro alcanzando la carretera Cinco Norte. Pocas vías de salida y una ola de recorrido largo pronostican un escenario preocupante, además de cortar la comunicación terrestre. Ejemplos en el mismo sentido hay varios en el norte: Iquique, La Herradura, Tongoy, etc.
Dos. Existen en el norte de Chile un número indeterminado de relaves mineros cuyo estado de mantención es desconocido. Diversos relatos existen al respecto que reflejan presiones de grupos económicos y políticos. Ante este escenario, es importante que la autoridad reconozca e informe el estado y ubicación de los relaves, ya que muchos de ellos fueron abandonados sin pasar por un proceso para anular los posibles efectos que pudieran tener sus residuos tanto líquidos, sólidos o como polvillo, así como la estabilidad de las estructuras que los soportan y contienen. Es importante conocer cuántas y cuáles ciudades o poblados están en peligro de recibir un tsunami de residuos químicos y lodo que no sólo pondría en peligro la vida de familias, sino que envenenaría sus tierras y ríos por años.
En nuestro país olvidamos pronto. Para el 27F, la familia Gálvez Chamorro murió en Pencahue bajo un cerro de lodo producto de un yacimiento abandonado. Sería adecuado que Sernageomin ofrezca un mapa de la totalidad de estos relaves, su estado estructural, y la posibilidad que éstos se conviertan en una amenaza.
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Foto: Difusa / Licencia CC
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