Otra vez la defensa de los espacios públicos nos hace reflexionar sobre la calidad de la política y nuestras instituciones.
El Parque Forestal de Santiago es una parte muy importante del patrimonio de la ciudad y sus ciudadanos. Esta área verde fue concebida con una vocación muy diferente a la que hoy, después de más de cien años de su realización, se le quiere imponer a través de una nueva remodelación y “modernización”.
Si bien nuestro parque nació como un espacio público con un diseño inspirado en las grandes áreas verdes parisinas, a través del tiempo ha ido transformándose en un paseo que presta servicios ambientales y ecológicos a todos los ciudadanos de la región metropolitana que visitan el centro de la ciudad, conformándose así en un área verde de pertenencia intercomunal con carácter regional.
Por otro lado, las sucesivas ampliaciones realizadas a través del tiempo en este lugar, fueron consolidando un bello barrio en donde, un mundo diverso de personas y personajes se han instalado a gozar el vivir frente a un parque, con una vista hacia el río y el norte de la ciudad con una abundante y colorida vegetación. Estos vecinos con justa razón se sienten perjudicados con la “modernización” planificada.
En nuestra reflexión sobre las formas que toma hoy la reorganización del espacio urbano, vemos que cada vez más, las autoridades comunales, sobre todo en aquellas comunas que se encuentran en el centro de la ciudad como en el caso de Santiago, de un tiempo a esta parte, han orientado esta reorganización a través de una idea que tiende a pensar el espacio urbano en base a los cambios que ocurren en el mundo laboral, y en las lógicas de poder que operan en la ciudad, lo moderno versus lo antiguo, lo privado versus lo público. Esto último ha dado un fuerte impulso a la polarización y la segregación de los espacios, antes espacios sociales, por lugares de élites y recintos cerrados. Hasta hoy, no es el caso del parque, ya que hace un tiempo tuvimos una fuerte pelea para evitar el enrejamiento de este espacio público con algunos concejales de Santiago que propusieron su cierre.
Esa misma lógica toma ahora otro camino, el cual tiene que ver con el papel ordenador y regulador que debería tener la administración comunal, la cual muta hacia una desregulación adoptando un papel de agente promotor de los intereses privados impidiendo la participación ciudadana, dejando esta, sólo a simples fórmulas de carácter mixto y no vinculantes.
Así, la desregulación lentamente ha venido a corroer la idea de un planeamiento estructural y de futuro, como aquel pensado hace años, en la génesis de nuestro parque. Hoy, la planificación sólo persigue la idea de “proyectos emblemáticos” que quedarán como herencia de una administración que tan sólo dura cuatro años.
Para esta visión de hacer ciudad, la participación ciudadana –el ser parte de la ciudad-no se satisface en la urbanidad ni en la vida cotidiana. Sólo se es considerado partícipe si se es parte de la elite representativa, la cual podrá dialogar y relacionarse, pero no podrá crear una democracia más participativa, más autónoma y transversal.
La actual Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades establece en su articulado, una modalidad de participación ciudadana anclada en la representatividad. Eso es lo legal, y del mismo modo, como lo ha manifestado últimamente el Alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, para zanjar la problemática surgida por el proyecto de remodelación y “modernización” del Parque Forestal, pretende desatar el “nudo gordiano” en una “mesa técnica” de actores representativos de organizaciones territoriales y funcionales del sector. Pero lo legal no es lo bueno para la ciudadanía activa y empoderada del barrio.
Lo bueno sería darles una nueva oportunidad política a los ciudadanos a través de una participación genuina, integral e inclusiva. Así la participación estaría de verdad asociando lo público con lo político, los actores políticos con la diversidad de ciudadanos. Hemos solicitado esta posibilidad de hacer partícipes a todos los vecinos del sector. Muchos analistas políticos e incluso planificadores territoriales y urbanistas han experimentado buenos resultados para sus proyectos en “consultas ciudadanas” o en “consultas vecinales” como la que estamos pidiendo para zanjar la polémica del Parque Forestal. De esa forma, la mezcla de actores que surgen de la ciudadanía activa en el mundo social puede generar una nueva visión de la participación ciudadana, la cual permitiría de esta forma a su vez, regenerar una democracia local en un sentido más original y renovador.
(*) Ismael Calderón es Concejal de Santiago
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Foto: Parque Forestal + Sector Oriente – Piper… / Licencia CC
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