Señalar argumentos, realizar peticiones verosímiles, propiciar el diálogo cívico es, en nuestra opinión, el camino de la amistad cívica. Ello requiere de condiciones. La aceptación del otro en su respeto, en su dignidad. Hoy ha dejado de ser un lugar común no escuchar la opinión de los afectados. Todo acto de autoridad es puesto a exigencias mayores, dado el desarrollo político y cultural de las personas en el país y en sus respectivas comunidades.
Estamos por el desarrollo: por el crecimiento de nuestros barrios y el país, pero siempre e indispensablemente con respeto y atención a cada uno de los vecinos y ciudadanos.
Creemos en la democracia y queremos su profundización a través de la mayor y más fecunda participación y el fortalecimiento de las organizaciones sociales.
Es falaz el debate que opone representación con participación. No son caras opuestas de una moneda. Por el contrario, ambas expresiones manifestadas bondadosamente dan cuenta de una relación virtuosa entre el elegido a través de los procedimientos democráticos, para la re/presentación, para hablar y actuar de los ciudadanos electores, y la acción ciudadana que sigue presente en el ejercicio del poder y que no es hipotecada en el acto de la votación democrática.
Por eso cada día adquiere una mayor relevancia la opinión ciudadana en los asuntos del ethos. Los temas de interés público son discutidos y conversados en los espacios públicos de la democracia. Es en este contexto que somos parte del sentir de una comunidad que, afectada por una decisión que no solo tiene implicancias políticas, sino que afecta el centro su vida, su dignidad y capacidad en la determinación de su desarrollo.
Se equivocan cuando pretenden construir una imagen despectiva de la acción realizada para la defensa de una identidad comunal. No somos grupos interesados y minoritarios.
Señalar argumentos, realizar peticiones verosímiles, propiciar el diálogo cívico es, en nuestra opinión, el camino de la amistad cívica. Ello requiere de condiciones. La aceptación del otro en su respeto, en su dignidad.
Hoy ha dejado de ser un lugar común no escuchar la opinión de los afectados. Todo acto de autoridad es puesto a exigencias mayores, dado el desarrollo político y cultural de las personas en el país y en sus respectivas comunidades.
En consecuencia, el tema de la Autopista Vespucio Oriente no es un hecho aislado y no corresponde a un tema de vecinos con mayores ingresos. Es la preocupación de Aysén sin Represas, Freirina, Til Til, Pelequén, en suma, comunidades, tanto urbanas como rurales que logran demostrar que sus conflictos son de todos.
Nuestra exigencia es una y categórica: Vespucio por Vespucio y en túnel. Además, tampoco es sostenible que la licitación que permitiría terminar con esta autopista se haga parcializada. El llamado a esa licitación debe ser solo uno, al igual que su construcción.
Ya a comienzos de este siglo XXI las decisiones públicas no pueden ser tributarias del escritorio de las autoridades y de los técnicos. Por lo tanto, el acto de la denuncia y de la protesta con el argumento y la propuesta conforman los hilos de una nueva relación, exigente y demandante, entre las autoridades y los ciudadanos.
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