La lluvia -afortunadamente- nos libera de la contaminación ambiental pero además deja a la vista una gran cantidad de problemas que trae un frente de mal tiempo, y que afecta distintos aspectos de la vida cotidiana. Hay 124 mil hogares sin energía eléctrica y las noticias se repletan de imágenes de casas y departamentos inundados. A estas alturas, la única diferencia entre un departamento nuevo en el sector oriente de Santiago y las viviendas sociales del poniente, es la cantidad de agua que se ha filtrado.
Lo lamentable no es el impacto que se observa en un evento particular, sino que la repetición año a año de cada uno de estos problemas, sin que sean abordados de manera definitiva por nadie. Las excusas que justifican la ocurrencia de estos hechos, van desde la sobrepoblación de la ciudad hasta lo fuerte de las tormentas y el cambio climático. Y justamente, estas son las razones que han empujado el movimiento por las ciudades inteligentes y sustentables en los últimos años a nivel mundial.Si no existe voluntad política, debemos ejercer nuestro poder ciudadano y participar en instancias de reflexión y diálogo para buscar y empujar lo que queremos.
Se trata de crear ciudades que aborden la problemática del hacinamiento y el cambio climático para resolver los nuevos problemas que afectan a los ciudadanos. Las iniciativas que esperamos que se implementen en Chile para resolver estos asuntos incluyen, por ejemplo, redes inteligentes (smart grids) en la distribución de energía eléctrica para que no existan cortes masivos y los daños puedan repararse a distancia de manera rápida; cambiar el modelo monopólico de distribución por uno competitivo; e incorporar medidores inteligentes para que cada familia pueda controlar su consumo y saber minuto a minuto cuál es su gasto y por qué.
Nos gustaría una legislación que entregue incentivos correctos al sector construcción, creando una normativa vinculante para el confort térmico de las viviendas nuevas y usadas, y de los materiales. Quien vende o arrienda debiera responder al nuevo usuario a través de una norma que obligue las mantenciones y sancione el trabajo mal hecho. Por otro lado, los nuevos edificios debieran tener una real responsabilidad con el entorno, promoviendo el reciclaje, la generación de energía renovable, eficiencia energética y la movilidad responsable.
Estas son algunas de las cosas que podrían ayudar a los chilenos a vivir mejor y con más tiempo para ser felices. Difícil, pero no imposible. Lo primero es evaluar la situación y entender las dificultades a las que nos enfrentamos. El segundo paso es la voluntad política, para generar los incentivos correctos para que el sistema funcione a favor de los ciudadanos y no a costa de ellos. Si no existe voluntad política, debemos ejercer nuestro poder ciudadano y participar en instancias de reflexión y diálogo para buscar y empujar lo que queremos.
Alejandra Labarca, Coordinadora Proyecto Ciudades en Fraunhofer Chile
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