Algunas comunas llevan meses en cuarentena, pero los casos en el Gran Santiago siguen creciendo. Ciertamente, el gobierno pareciera no tener interés en cambiar la estrategia hacia medidas más agresivas que son las que han dado buenos resultados en las naciones que han logrado aplanar la curva. Lo inquietante, es que, en la intención de continuar con cuarentenas nominales y no forzosas, se observan diferentes patrones de localización y efectividad de las medidas de gestión en terreno de las cuarentenas. En la práctica, el gobierno tampoco está aplicando bien las medidas de control que decide implementar. El ministro Paris ha descartado la hibernación de Santiago, pero los casos aumentan sin parar. La idea de hibernación se instala ante el mal uso del concepto de cuarentena que ha tenido el gobierno, y según Diego Pardow, se buscaba resignificar un concepto abusado. Estamos de acuerdo, en la Región Metropolitana lo que hemos tenido realmente es una cuarentenilla, con suerte. Los
datos nos permiten pensar más allá de la curva y de la estrategia y centrar nuestra preocupación en la planificación política o en la lisa y llana idiotez de las autoridades.Se necesitan 6 semanas de cuarentena real, de hibernación, para volver a tomar el control de la ciudad. Para lograrlo, con $100.000 por persona no será suficiente
La velocidad de propagación (Figura 1) va en aceleración, a pesar de la implementación de medidas que han ido acercándose más a lo que se requiere, se sigue en un paradigma de supuesto equilibrio entre medidas sanitarias y protección de la economía, lo que no hace otra cosa más que desplazar hacia adelante el momento en que el sistema de salud vuelva a estar en condiciones de controlar la pandemia sin entrar en colapso. Se desplaza y se desplaza hacia el futuro el control de la pandemia, mientras la propagación se acelera.
Figura 1. Velocidad de propagación de la pandemia en el Gran Santiago. Fuente: autores con datos del Ministerio de Salud.
Pero, ¿Dónde está avanzando más rápido la pandemia? Lamentablemente, se han cumplido nuestras predicciones; tal y como lo indicamos a fines de marzo en nuestro Atlas de Indicadores Espaciales de Vulnerabilidad ante el COVID-19 y en otras publicaciones de este mismo sitio: Los contagios aumentan con rapidez en los sectores urbanos de menores ingresos de la capital, siendo las comunas más afectadas Puente Alto, La Pintana, Maipú, La Florida, Peñalolén y San Bernardo. Se terminó por probar que, si bien la pandemia llegó a la ciudad por el barrio alto, se fue concentrando en comunas con menores recursos y con sistemas de salud con mayor demanda. Esto, se puede ver en el siguiente recuadro (Figura 2), mientras al inicio la concentración total de casos se ubicó en las comunas del sector de altos ingresos de la ciudad (Las Condes, Santiago, Vitacura, Providencia, Lo Barnechea y Ñuñoa), con el avanzar de los días los casos se fueron concentrando en las comunas de menores ingresos.
Figura 2. Concentración de casos según el total de la Región Metropolitana por fechas desde el 30 de marzo hasta el 15 de junio. Fuente: Elaboración de los autores en base a datos del Ministerio de Salud.
Entonces, ante estos datos, cuesta comprender que el gobierno, teniendo más evidencia empírica y actualizada, que además tiene a más profesionales trabajando en este asunto, aún no se decide a frenar la velocidad ni el aumento de casos. Entendiendo que en las últimas semanas las voces desde el oficialismo han tendido a culpar a las personas de que no se logre aplanar la curva, hicimos una tercera indagación sobre movilidad para saber cómo estaba el comportamiento general en relación a las marcas con la tarjeta BIP y el tránsito vehicular de superficie. Sobre la primera exploración, resulta que entre el 1 de marzo y el 15 de mayo (hasta cuando hay datos disponibles por el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones), se identificó una reducción significativa de marcas con la tarjeta BIP (Figura 3), llegando a un máximo de diferencia de marcas BIP de un 83.3% entre el 10 de marzo y el 30 del mismo mes. De ahí en adelante, la tendencia se mantiene hasta el 15 de mayo. Es decir, la gente de a pie ha bajado sus salidas en transporte público, lo que nos lleva a la pregunta sobre, entonces, qué está pasando con la gente en vehículos particulares.
Figura 3. Promedio de reducción de viajes en el Gran Santiago identificados como marcas en la tarjeta BIP. Fuente: Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones.
Lo inquietante, es que la curva de destinos de los viajes indica que si bien a fines de marzo la gente dejó de hacer viajes al sector de la ciudad que concentra los empleos (barrio alto), paulatinamente estos comenzaron a aumentar y ya hacia el 15 de mayo los viajes hacia dicho sector de la ciudad eran muy similares a los de antes de que se iniciara la emergencia sanitaria en Chile. Nuestra hipótesis es que a medida que la gente que viaja al sector oriente desde otras comunas intentó hacer su cuarentena pero la presión económica de los hogares y el hambre no lo permitieron. Tuvieron que salir a buscar el sustento a donde se encuentra: en el barrio alto. Por eso, hacia mediados de mayo, los viajes diarios con destino el barrio alto se nivelan con principios de marzo.
Figura 4. Curva del porcentaje de viajes diarios con destino barrio alto de Santiago (Santiago, Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, Ñuñoa y La Reina). Fuente: Directorio de Transporte Público Metropolitano e Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería UDD.
Para complementar esta mirada sobre la movilidad, exploramos el tránsito de vehículos particulares. Para esto usamos datos en tiempo real obtenidos desde Waze y de Google Maps, para saber las zonas de atochamiento interno y con ello identificar donde había mayor aglomeración de vehículos. Entendiendo que la ciudad tiene puntos de control que podrían estar generando dichos atochamientos, realizamos un levantamiento que buscaba correlacionar la alta congestión con dichos puntos de control (policial o militar). El resultado, se sintetiza en el siguiente mapa (Figura 5).
Figura 5. Mapa de localización de puntos de control policial (azul) con áreas con mayor congestión en tiempo real (mapa de calor). Fuente: CPE.
La relación entre puntos de alta congestión con controles policiales es relativamente baja (r2=0.21; p-valor=0.0048). Podemos ver que la mayor concentración de controles policiales se ubica en sectores de menor tráfico. En este sentido, podría asegurarse que, donde existen controles policiales, el tráfico vehicular se reduce. No obstante, en el sector oriente, donde están los principales centros de empleo y las actividades funcionales más relevantes de la ciudad, la presencia policial en hora punta de una mañana de un lunes es escasa. Es decir, los atochamientos del tráfico en el barrio alto no podrían explicarse por la presencia de controles policiales que producen el taco, sino, únicamente, porque hay mucho tráfico vehicular en pleno período de cuarentena. Si el corazón de la ciudad sigue teniendo alto tráfico vehicular, es porque la ciudad no se ha detenido lo suficiente en lo funcional, lo que implica que muchas personas desde las otras comunas de la ciudad siguen intentando llegar a estos puntos para desarrollar ciertas actividades. La cruda realidad indicaría que personas de menores ingresos permiten la cuarentena de los hogares de altos ingresos. Para ello, viajan a diario con el objeto de entregar servicios necesarios para ambos, solo que unos los reciben seguros en sus casas mientras otros los proveen, poniendo en riesgo su salud.
Con ello, la movilidad se mantiene alta y consecuentemente, la interacción entre personas no cesa. Lo interesante, entonces, es que dicha interacción no ocurre en el transporte público, ni en los trayectos (difícil que ocurra dentro de un vehículo particular, por ejemplo), sino, posiblemente, ocurre en lugares establecidos donde las actividades funcionales siguen operando y donde, primordialmente, se encuentran personas de diferentes sectores de la ciudad organizando los servicios para el resto de la urbe. Luego, la ausencia de mayor control en el sector oriente facilita el flujo constante hacia estos lugares y la ausencia de vigilancia, ciertamente, permite que en dichos puntos se sigan generando contagios. Luego, si esas mismas personas que desde el sector oriente llegan a un hogar hacinado, la explosión de casos en el sector de menores ingresos de la ciudad tendría una explicación muy lógica, que se resuelve con medidas de protección social efectivas y cuarentena total. Lamentablemente, aún no hay ninguna de ellas en curso.
En el paradigma de proteger la economía y declarar inviable una cuarentena total, seguimos siendo el líder mundial de contagios y ya entramos a la lista del top10 por mayor letalidad mundial, incluso cuando esa lista contiene errores metodológicos cuya corrección implicaría un aumento drástico en las cifras. Cifras más o cifras menos, el sistema sanitario está estresado, colapsado en muchos puntos, la cantidad de muertos no se detiene y los contagios siguen al alza. Se necesitan 6 semanas de cuarentena real, de hibernación, para volver a tomar el control de la ciudad. Para lograrlo, con $100.000 por persona no será suficiente, como ya lo indicamos en otro artículo; y se necesitan, al menos, una base de $350.000 por hogar para realmente frenar la movilidad, facilitar la cuarentena total y detener los contagios; logrando así volver a tomar el control de la emergencia sanitaria. Si el gobierno no entiende esto, es porque no quiere y porque tiene otra agenda que no es de salud pública, sino política e ideológica.
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Nota metodológica: Los datos presentes en esta nota varían en sus rangos de tiempo, debido a la disposición de los mismos.
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