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Ciclismo y bullying editorial, segunda parte: Aterrizando el debate

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A algunas semanas de que yo denunciara, en este mismo medio, el verdadero matonaje editorial del cual un medio estaba haciendo ejercicio, en evidente perjuicio de los ciclistas durante el curso de una polémica suscitada entre “peatones y ciclistas”, el tono de la discusión, así como su impacto mediático, han ido en aumento. La noticia, la “guerra” entre ambos bandos (nótese que el término “guerra” lo han utilizado varios medios), ha acaparado minutos en los noticieros de TV, en la radio, y en otros medios escritos y digitales. El bullying editorial continúa en el medio que originó el escándalo: mientras cualquier persona puede escribir proclamando que los ciclistas son ladrones, atropellan a la gente, son unos desalmados, y que los que suscriben las cartas padecen innumerables sufrimientos cada vez que salen de sus casas al punto de reclamar semáforos, pareciera que se necesita ser el Presidente de la república, y el Director de una ONG internacional, para que una carta en favor de los ciclistas sea publicada. La discusión ha llegado al punto de que un prematuro (y, según algunos, inconveniente) proyecto de ley tome protagonismo. Y aún no veo que algún medio haga un análisis adecuado y profundo de la problemática (algún atisbo se vio en un medio que logró que el Ministro de Transportes y Telecomunicaciones se subiera a una bicicleta).

Así que, dada esta falta de análisis, y a semanas de mi post inicial, he creído necesario agregar y reiterar algunos elementos para enriquecer la discusión.

1. A falta de estadísticas oficiales, impera el sentido común: los accidentes producidos por ciclistas que atropellan a peatones no se comparan, en número y en gravedad, a los protagonizados por conductores de vehículos y ciclistas. A lo largo de mi vida de ciclista, he sido testigo directo, indirecto, o a través de terceros, de gravísimos accidentes donde los ciclistas son víctimas. El cuerpo de un ciclista descuartizado en la carretera producto de un camión que lo atropelló; atropellos de compañeros de universidad por choferes furiosos durante las mañanas (resultando en semanas en hospitales y recuperación), o incluso los atropellos de ciclistas con resultado fatal que continuamente aparecen en los noticieros, son claramente una muestra de la gravedad de este tipo de accidentes. Jamás he conocido un caso en el que un ciclista haya atropellado a un peatón, y si alguna vez estuve a punto de atropellar a un peatón, dudo que hubiese sido más grave que un moretón en la rodilla.

Suponer que ambos tipos de accidentes (ciclista-peatón versus automóvil-ciclista) son comparables en frecuencia y gravedad es sencillamente absurdo.

2. Los peatones y los choferes de vehículos también se dan a la fuga. Algunas personas que escriben al medio de prensa que inició el debate, ruegan porque los ciclistas contraten SOAP y no se den a la fuga si protagonizan un accidente. Otros incluso piden que los ciclistas tengan patente. Respecto a este punto, hay que recordarles que el hecho de darse a la fuga no es una característica de los ciclistas, sino que es propio de la idiosincrasia de la gente. Choferes que protagonizan accidentes vehiculares se dan a la fuga todo el tiempo. Y “peatones” que se involucran en riñas callejeras u otro tipo de incidentes, también. Hay que considerar, además, que una parte no menor de los usuarios de bicicletas lo hacen para ahorrar dinero al no usar la locomoción colectiva. Son gente de escasos recursos, que difícilmente podrán acceder a un SOAP o a pagar una patente. Esto es mucho más evidente y cierto en regiones.

3. Las calles, en su estado actual, no son aptas para el uso de los ciclistas. Respecto a este punto, hay dos detalles importantes. En la carretera, se asume que los vehículos que circulan a menor velocidad, deben hacerlo por la derecha. Lo mismo aplica para los ciclistas en la ciudad. Y, dada las características de la bicicleta, es razonable que los ciclistas circulen lo más a la derecha posible, por la berma. Sin embargo, esto es imposible en vías exclusivas para buses del Transantiago, con buses frenando, acelerando, deteniéndose a tomar y dejar pasajeros, etc. En segundo lugar, en otras vías, las bermas se encuentran llenas de basura, incluyendo vidrios y materiales cortantes o de gran tamaño. Tampoco hay que olvidar los comunes “eventos”, que pueden causar daño a las bicicletas. Otras vías, como la (polémica a estas alturas) avenida Pedro de Valdivia, dificultan su uso debido a la superficie empedrada. En otras calles, como la también polémica Eliodoro Yáñez, la circulación a alta velocidad de los vehículos hace imprudente su uso por los ciclistas.

4. En regiones o en el campo, la bicicleta es el principal medio de transporte. En las tierras donde me crié, la bicicleta es el medio principal de transporte, seguido del caballo o la carreta. En dichas zonas, los ciclistas circulan incluso en carreteras, cubriendo importantes trayectos. Una ley que prohíba a los ciclistas usar las calles, y asumiendo que las carreteras caigan en este concepto (y que no se esté produciendo un vacío legal), dejaría a los ciclistas detenidos. En algunos pueblos, las municipalidades, teniendo en cuenta el masivo uso de la bicicleta, han construido ciclovías a lo largo de las carreteras, lo cual es un notable ejemplo de preocupación.

5. Aunque le duela a los vecinos de algunas ilustres comunas, no estamos en Ámsterdan o Estocolmo. Carecemos de una red decente de ciclovías. Algunas ciclovías son, sencillamente, defectuosas, de mala calidad, o de aún peor trazado. Por ejemplo, la ciclovía Pocuro-Bustamante va serpenteando y dirigiéndose cada vez más hacia el sur, hasta salir a casi una cuadra de la estación de metro Santa Isabel. Mucha gente que usa esta ciclovía, se dirige hacia el centro de Santiago, por lo que usar esta ciclovía los aleja varias cuadras de su destino. Además, esta ciclovía presenta numerosas interrupciones, como a la altura de Salvador, donde por ratos los ciclistas deben optar por usar la vereda o… circular por la calle contra el tránsito (por los cambios de sentido a ciertas horas de la mañana y la tarde). Otro factor se añade aquí: cuántos “barrios universitarios” poseen ciclovías? Pedro de Valdivia se ha convertido en un importante eje universitario, y no posee ciclovía. El sector de Portugal con Alameda alberga dos importantes universidades y un hospital universitario, y tampoco posee. El naciente barrio universitario de San Joaquín, tampoco. Y la lista sigue.  

6. Los ciclistas deben enfrentar, además, una creciente delincuencia. El robo de una bicicleta debe ser uno de los delitos más comunes en pueblos. Santiago tampoco es la excepción. Yo casi soy acuchillado por un delincuente que me robó la bicicleta. Hay historias de trampas mortales, con miguelitos o con hilos de pesca, para hacer que un ciclista se caiga para robarle su bicicleta. Ser ciclista en Chile, es peligroso.

7. Finalmente, hay que acabar con el doble estándar de los peatones. Los peatones exigen la mayor severidad con los ciclistas que usan la vereda. Sin embargo, basta salir a la calle para ver cómo los peatones cruzan a mitad de cuadra, cruzan con luz roja, cruzan entre los autos cuando hay un taco, cruzan una vía y se quedan detenidos al medio, cómo caminan por las ciclovías, cómo caminan incluso por las calles. Además, choferes a veces usan las escasas ciclovías como estacionamientos. No se puede exigir el cumplimiento de una ley y además infringir otra. El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Con seguridad mucha gente que reclama por los ciclistas usando la vereda, han cruzado con luz roja o a mitad de cuadra alguna vez en su vida. Los peatones argumentarán que “no hay suficientes pasos de cebra”, o “la corta duración de los semáforos”… si es así, entonces entiendan a los ciclistas cuando reclaman por más ciclovías o por la peligrosidad de las calles.

Es de esperar que algunos medios rectifiquen su conducta proselitista, y que se den el trabajo de salir a reportear a las calles los innumerables peligros que los ciclistas enfrentan a diario o el número y tipo de accidentes en los que ciclistas y choferes se ven involucrados.

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Foto: Ciclista en Irarrázaval – Claudio Olivares Medina Licencia CC

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7 Comentarios

Macarena Díaz

Hola,
En muchas cosas estoy de acuerdo contigo pero hay 2 puntos en los que me gustaría ahondar.
1.- Realmente creo necesario que los ciclistas demos algún test que pruebe que sabemos las normas del tránsito. La bicicleta es un vehículo y la mayoría de los ciclistas no cumple con la normativa vigente y no tiene idea de la ley de tránsito.
2.- Soy una convencida que si se pusiera mano dura y carabineros pasara los partes que corresponden, los peatones no cruzarían en cualquier lado, los ciclistas comenzarían a preocuparse y los automovilistas nos tendrían mas respeto. La verdad no entiendo por que no lo hacen.

don cleta

a la mierda todo, la calle es una selva, el pez mas grande se come al mas chico, hay que andar vivo el ojo, cada uno debe manejar sus propios riesgos, si anday por la calle te pueden atropellar, si andas por la vereda podis atropellar a un peaton, da lo mismo cuantos manubriazos en los codos se lleven los peatones uno tiene que llegar temprano a la pega, asi es la vida, salvaje, al que no le guste, que se quede encerrado en la casa

Andrea Venegas

soy ciclista desde hace dos meses, respeto las leyes del tránsito y uso las ciclovías aunque me desvíen. Pero el mal uso de estas por parte de los ciclistas y la gente ya es mucho. Hace una semana en la ciclovía de tarapaca había un moto de carabineros estacionada. O sea ni los pacos nos respetan!

Daniela

MMM… me parece que hay bastantes cosas acertadas, sin embargo, el artículo está escrito muy de tripas corazón hacia afuera… no hay datos duros y bastante especulación, yo me quedo con los datos más evidentes que son la dificultad de transitar en calzada cuando hay espacio exclusivo de buses y el mal estado de las calles (en Santiago y en otras partes)… claramente se hace necesario legislar y esa legislación debe contemplar tanto la realidad de las zonas urbanas, como las que están menos urbanizadas. Por otro lado, nosotros que somos ciclistas sabemos (y por dios que lo he visto!) demasiados ciclistas irresponsables también. Esto no se trata de generar una identidad de peatón o ciclista o automovilista (porque verdaderamente, aunque respeto a los movimientos de ciclistas, no estoy ni estaré en si misma sintonía) pues todos somos lo uno o lo otro en diferentes momentos. Se trata de que, cada vez que uno asume un rol vial, sea responsable en él. Por último, eso de pagar SOAP o patente podría ser viable siempre y cuando eso se acompañe de una nueva legislación y aunque significaría pagar dinero extra, eso aseguraría un par de cosas que hoy no están claras. Como excurso debo decir que intentar victimizar al ciclista diciendo que es «pobre» porque intenta ahorrar dinero usando este medio de transporte, es ridículo. Hoy, te guste o no, la bicicleta es signo de status. Hay personas pedaleando sobre dos millones de pesos y claro, también están lo que (creo en menor cantidad) se desplazan diariamente a sus labores para ahorrarse la plata de la micro en una chancha. Pero no es un argumento para decir que una posible regularización del uso de la bicicleta como VEHÍCULO DE TRANSPORTE, no es viable, es pura especulación.

Ricardo Francisco Muñoz Toledo

Educación, respeto y buena onda vial.

Gemmy Ramírez

Interesante análisis de Pablo Astudillo. Aunque difiero en algunas afirmaciones:
«Ser ciclista en Chile es peligroso». Falso, eso desmotiva el uso de la bici. Si la persona en la medida de sus posibilidades tomas los resguardos en relación a la seguridad, tanto propia como de su medio de transporte, no tendría que pasar nada.

«Las calles, en su estado actual, no son aptas para el uso de los ciclistas». Las calles como están afectan a todo medio de transporte, incluso a los peatones. Hay que atreverse, buscar alternativas, crearse rutas propias y en el peor de los casos, familiarizarse con su propia ruta. Yo me se de memoria los hoyos de calle Bustamente por citar un ejemplo puntual y con toda propiedad los esquivo. No evito la calle, al contrario, la prefiero y me empodero en ella. La actitud y seguridad también es contagiosa y se nota. Yo juego con las mismas reglas de los otros medios de transporte, las respeto y asumo mis errores. Pero no transo a la hora de pedalear.
Promover el ciclismo desde el miedo es el peor error. El ciclismo se promueve desde lo positivo y aportando soluciones cuando hay problemas. No esquivándolos y menos atemorizando.
De todas formas agradezco el debate, la discusión y editoriales de este tipo que aportan análisis y sobre todo que ponen al ciclismo urbano en el tapete de la noticia.

Petronio Vidal Latapiat

Interesante debate. Ser ciclista, peatón o automovilista, es ser responsable del actuar de cada uno de ellos. Muchos lo somos, lo uno o lo otro, en algún momento. Lo básico es el respeto mutuo. Conocer las disposiciones de la ley de tránsito que nos rige a todos y acatarlas.
Por otra parte, exigirle a las autoridades que correspondan, mejoren las vías para bien de todos.