En el año 1975 en China, en la localidad de Haicheng, al noroeste de ese país, horas antes de que comenzara un terremoto de 7.3 grados (Richter), las autoridades emitieron la orden de evacuar, permitiendo que se salvaran miles de vidas a pesar de la destrucción que el sismo generó. Sergio Barrientos, del Departamento de Sismología de la Universidad de Chile, indicó que los chinos utilizaron un método denominado «teoría de la dilatancia», que sostiene que cuando se comprime una roca esta cambia sus propiedades físicas, originando una serie de señales que son consideradas precursoras de los terremotos. Estos indicios se pudieron observar en Haicheng antes del sismo gracias al monitoreo que realizaron expertos liderados por Cao Xianqing, jefe de la Oficina Sismológica de Yingkou. Entre los fenómenos que se detectaron en los días previos se cuentan cambios en la conductividad eléctrica de la tierra y en la velocidad de propagación de las ondas P y S -primarias o compresibles, y secundarias o transversales-, así como alteraciones en el nivel de gas radón. También se observó un aumento en el nivel del agua de los pozos, «porque cuando se comprime una roca, el agua que está contenida al interior de la roca, que actúa como una esponja, aflora».
En Japón, el Doctor Kino Kanamori, prominente investigador sismólogo, produjo en 2003 un artículo científico denominado: «Earthquake Prediction: An overview», donde señala que el pronóstico de sismos es vital para preparar los sistemas de Emergencia, emitir alertas a la población, buscar lugares seguros, deshabilitar conexiones de gas y de combustibles, lo mismo con centrales nucleares; es decir, prevenir secuelas de terremotos para evitar pérdida de vidas. La publicación de Kanamori se basa en la teoría del rebote elástico que supone que durante largos intervalos de tiempo, el esfuerzo a ambos lados de una falla va incrementándose hasta que esta se rompe y se genera un terremoto. El esfuerzo entonces se libera y se empieza nuevamente a acumular, de manera que en el futuro se vuelve a generar un nuevo sismo en el mismo lugar.
Japón es el segundo país más sísmico del planeta. En esta nación existe un Ministerio de Previsión y Prevención de Desastres, en el que el papel de pronosticar es relevante para la preparación pronta de la población. Los mismos japoneses realizaron una investigación -publicada en la revista Science- en la que descubrieron un tipo de onda llamada «microsismo de onda S», usando en tierra y en el lecho marino un equipo sísmico que usualmente detecta el derrumbe de la corteza de la Tierra durante los terremotos. Este descubrimiento constituye un real aporte para estudiar la corteza terrestre y su comportamiento bajo patrones establecidos que podrían indicar cuándo se produce un sismo.
Otra metodología propuesta e implementada por la NASA, mediante observación satelital, es el Radar de Apertura Interferométrica-Sintética (Interferometric-Synthetic Aperture Radar, InSAR). Básicamente, InSAR es un proceso en el que dos imágenes de radar de un área tectónica se combinan en una operación llamada fusión de datos, con lo cual se puede detectar cualquier cambio en el movimiento de la superficie.
En Chile, científicos del Departamento de Investigación Geofísica de la Universidad de Chile -que forman parte del Laboratorio Internacional Asociado en Sismología Montessus de Ballore-, liderados por el profesor Sergio Ruiz, realizaron una investigación cuyas conclusiones fueron publicadas en la prestigiosa revista Science. De acuerdo a los antecedentes recopilados y dados a conocer en este estudio, el sismo fue precedido, desde el 16 de marzo, por una importante actividad sísmica acompañada de un movimiento continuo del suelo, detectado por la red de equipos sísmicos y geodésicos instalados en el norte del país. Al interpretar los datos obtenidos, los investigadores concluyeron que durante marzo se produjo un “sismo lento” y a medida que la sismicidad iba en aumento, se anunciaba la ocurrencia del terremoto que finalmente se produjo. Estos antecedentes pueden crear un precedente investigativo para implementar un método de pronóstico.
Aroldo Maciel es un investigador matemático (no sismólogo) que implementó un Sistema de Pronóstico Sísmico basado en las investigaciones del japonés Kino Kanamori; su sistema se denomina «Método de migraciones Sísmicas». Paul Carusso, geofísico de la USGS indicó que: «usualmente no pensamos que los terremotos estén conectados de un lado al otro del océano», pero hay investigación en este momento sobre «activación remota»: la idea de que un gran terremoto puede causar otro a una larga distancia.
"El pronóstico de sismos es vital para preparar los sistemas de Emergencia, emitir alertas a la población, buscar lugares seguros, deshabilitar conexiones de gas y de combustibles, lo mismo con centrales nucleares; es decir, prevenir secuelas de terremotos para evitar pérdida de vidas."
Cómo funciona la Sismología actualmente en Chile:
La Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) implementó un Plan de Manejo de Desastres que tiene como principal pilar la reacción después de que se produce un sismo, es decir, las respuestas de los organismos de emergencia y las autoridades.
El pilar preventivo de este plan se encuentra graficado en la página del organismo, Familia Preparada, y se orienta a la preparación permanente de la comunidad ante una emergencia. Sin embargo, este plan adolece de lo más importante: alertar de la generación de un sismo en un lapso de tiempo determinado y sus probables magnitudes; esto crea controversia, debido a que los sismólogos chilenos indican tácitamente que «no se pueden pronosticar los sismos» lo que no va en la línea de las investigaciones que están tratando de aseverar lo contrario.
En Chile, a pesar de algunos esfuerzos por investigar patrones para pronósticos sísmicos que generen un método confiable que permita avisar un evento con cierta anticipación -superior a 24 horas- la predicción aún no es materia de estudio; paradójicamente, Chile es el país más sísmico del planeta. Al parecer, los sismólogos chilenos aplican una especie de sismología forense: estudian magnitud de desastres o movimientos post terremotos cuando el evento y el daño ya se ha generado. A comienzos del siglo pasado se produjo la misma controversia cuando se pronosticó el clima, por ejemplo: actualmente es casi insólito no salir con paraguas, puesto que todos saben cuándo probablemente lloverá.
Las interrogantes que subyacen son varias. ¿Por qué en Chile no se tomaron en cuenta las investigaciones de Aroldo Maciel? Quizás el medio de comunicación que utiliza para entregar su trabajo no es el más apropiado -La Red, específicamente Juan Andrés Salfate-. ¿Por qué los científicos chilenos no pueden aceptar que un investigador -no sismólogo- implemente y materialice un método que consigue pronosticar sismos de forma acertada? Esto permitiría alertar con más tiempo para que la comunidad se prepare y sepa actuar según la información que recibe: no es lo mismo prepararse para un evento de 2 a 6 grados de intensidad que para uno de 7 o más. Esta información marcaría la diferencia en la prevención para los países y sus ciudadanos, ya que se optimizarían las respuestas ante los desastres sísmicos. Solo el tiempo tendrá la última palabra, pero estimo que los científicos y autoridades en Chile están perdiendo una gran oportunidad: ser una vanguardia en la investigación sísmica y mejorar ostensiblemente los sistemas de manejo de emergencias.
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