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No hay deterioro neurocognitivo por consumo excesivo de pornografía

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Mucha gente consume pornografía y muchas otras la condenan. Dentro de estos últimos no han sido pocos los que la han catalogado como expresión enfermiza de la sexualidad humana, en especial en aquellos que la consumen con gran regularidad. La discusión no es cansina, pues alude a categorías diagnósticas que van desde la psicología a la neurología pasando por la psiquiatría. ¿Son atendibles las reclamaciones que señalan que el consumo excesivo de pornografía causa daños cerebrales?

Algunas de las quejas se basan en dificultades experimentadas por usuarios que consumen porno en el trabajo, quienes señalan que tienen problemas de concentración, memoria y pérdida de sueño tras ver imágenes con sexo explícito. Dicha problemática es estudiada y publicada en The Journal of Sex Research en donde se reseña el examen realizado a 28 individuos sanos que realizaron 4 manipulaciones experimentales de una tarea pictórica con estímulos neutros, negativos y positivos, en donde los participantes también calificaron 100 fotos pornográficas. Los resultados revelaron un peor rendimiento de la memoria de trabajo frente a la imagen pornográfica en comparación con las tres condiciones exhibidas.

Quizás ustedes dirán que esto no es ninguna novedad, entonces…¿cuál es el aporte de este estudio? Pues que los resultados de este estudio revelan la primera evidencia de la relación entre alguna forma de deseo (que se refleja en la necesidad de masturbarse y en la excitación sexual), la captura de la atención, y la disminución de procesamiento cognitivo.

¿Será que el consumo de porno es dañino para el cerebro? antes que se rían por la pregunta, deberían revisar el paper «Pornography addiction: A neuroscience perspective«. En este artículo se ofrecen algunas interesantes ideas en torno al consumo de pornografía en tanto “trastorno adictivo“. Para ello hacen varios paralelismos con otras conductas desadaptativas, algunas de los cuales son vistas como adicciones. Se cita un estudio sobre adicción a la cocaína y la pérdida de volumen en varias áreas del cerebro, incluyendo los lóbulos frontales, otro sobre metanfetamina y otro sobre obesidad, destacando que todos presentan resultados similares de modificación del volumen de áreas del cerebro, casualmente las áreas asociadas con el juicio y el control.

Ahora bien, no se debe asumir la causalidad donde sólo se ha establecido la correlación, lo que equivale a decir que no podemos asumir que la asociación de dos variables nos da apoyo empírico para afirmar, por ejemplo, que la atrofia cortical se debe al exceso de consumo de porno.

La problematización que hacen los autores de dicho artículo, tiene como supuesto de base que “todas las adicciones crean, además de cambios químicos en el cerebro, cambios anatómicos y patológicos”. Ahora bien, esta es una buena definición si entendemos adicción como consecuencia de un hecho empírico (por ejemplo, la atrofia del cerebro que surge de la neurotoxicidad de alcohol) y no como una mera especulación de causalidad (como en el caso del consumo de pornografía).
Incluso si se pudiera demostrar la relación entre el consumo excesivo de pornografía y atrofia cerebral ¿qué cantidad de atrofia sería necesaria de establecer antes de que se traduzca en daño cerebral grave que derive en disfunciones conductuales? Por otro lado, la noción de que la atrofia cerebral es sinónimo de daño cerebral y, por tanto, evidencia de un proceso de adicción nos pone en serios problemas de definiciones metodológicas.

En un estudio neuropsicológico publicado en el International Journal of Neuroscience y realizado en una muestra de hombres hipersexuales (incluidos los con problemas de exceso de consumo de pornografía), se encontraron algunas pruebas de que pueden existir déficit ejecutivos en esta población. Sin embargo, cuando se evaluó el desempeño real en las pruebas neuropsicológicas sensibles a los déficits frontales comunes de la disfunción ejecutiva, no se encontraron diferencias entre los pacientes hipersexuales de los controles sanos.

Está bien establecido que la atrofia cerebral se produce progresivamente a medida que envejecemos, y si tal correlación (porno-atrofia cerebral) es considerada como evidencia de un proceso adictivo entonces ¿todos nosotros somos “adictos” a envejecer? No tiene mucho sentido eso.
Asociar el consumo excesivo de porno como una adicción que activa la corteza prefrontal y otras regiones del cerebro asociadas con el sistema de recompensas y placer es bastante cuestionable. De hecho, para muchos de nosotros escuchar nuestra música favorita o viendo un buen partido de fútbol, etc. es muy probable que se nos activen procesos neuroquímicos similares. ¿Debemos por eso concluir que tales patrones de comportamiento constituyen un trastorno adictivo, dada su posible relación con la activación de la transmisión dopaminérgica en las vías mesolímbicas de nuestro cerebro?

La problematización que hacen los autores de dicho artículo, tiene como supuesto de base que “todas las adicciones crean, además de cambios químicos en el cerebro, cambios anatómicos y patológicos”. Ahora bien, esta es una buena definición si entendemos adicción como consecuencia de un hecho empírico (por ejemplo, la atrofia del cerebro que surge de la neurotoxicidad de alcohol) y no como una mera especulación de causalidad (como en el caso del consumo de pornografía).

Cualquier liberación de dopamina en estas regiones del cerebro en respuesta a la exposición a la pornografía puede muy bien ser debido a la novedad de los estímulos pornográficos (y que probablemente ocurrirá a las personas ingenuas de contenido erótico), así como los consumidores experimentados de tales materiales. En cualquier caso, no supone evidencia de que el uso excesivo de la pornografía sea un trastorno adictivo.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) evita completamente el término “adicción” para dar cuenta de estos patrones de comportamiento problemático. Es más, todavía no se ha tomado la decisión de incluir o no el trastorno hipersexual como “un trastorno”.

Aunque para algunos es común hablar de la adicción a la pornografía u otra adicción sexual, la falta de convergencia de los resultados ha llevado a un número cada vez mayor de científicos a tomar una posición más modesta y cuidadosa en el uso del término, en el que las conexiones con otras clases de patrones de comportamiento siguen siendo motivo de estudio.

No hay ninguna razón para exagerar sugiriendo que el consumo excesivo de pornografía conduce a un daño cerebral u otra neuropatología.

Tranquilos todos, sigan en lo suyo, eso sí, borren el historial (o apliquen Ctrl+Shift+N).


Referencias:
– Neuroscience research fails to support claims that excessive pornography consumption causes brain damage. DOI: 10.4103/2152-7806.81427
– Pornographic Picture Processing Interferes with Working Memory Performance. DOI: 10.1080/00224499.2012.716873

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[…] No hay deterioro neurocognitivo por consumo excesivo de pornografía: “En un estudio neuropsicológico publicado en el International Journal of Neuroscience y realizado en una muestra de hombres hipersexuales (incluidos los con problemas de exceso de consumo de pornografía), se encontraron algunas pruebas de que pueden existir déficit ejecutivos en esta población. Sin embargo, cuando se evaluó el desempeño real en las pruebas neuropsicológicas sensibles a los déficits frontales comunes de la disfunción ejecutiva, no se encontraron diferencias entre los pacientes hipersexuales de los controles sanos.” Uff, ¡menos mal! […]

Eduardo Pino Visinteiner

Si es posible, quisiera conocer otras fuentes que apoyen esta hipótesis, en el sentido de que descarten el supuesto daño neurológico o en el comportamiento social, por el consumo masivo de pornografía. Me parece interesante el tema, derribar mitos es siempre una actividad placentera para los seres inteligentes y en uso de sus capacidades racionales.
Atento a sus comentarios:
Eduardo Pino

David

«De hecho, para muchos de nosotros escuchar nuestra música favorita o viendo un buen partido de fútbol, etc. es muy probable que se nos activen procesos neuroquímicos similares. ¿Debemos por eso concluir que tales patrones de comportamiento constituyen un trastorno adictivo, dada su posible relación con la activación de la transmisión dopaminérgica en las vías mesolímbicas de nuestro cerebro?»

He leido bastante sobre el tema,sin ser para nada un experto,pero me ha parecido que tu articulo es de verdad muy interesante,y plantea una duda muy muy inteligente por parte que creo que es esta:¿Si porno hace q produzcas mucha dopamina y eso fastidia el circuito de recompensa por superliberacion de dopamina,q pasa cn otras actividades emocionantes q tb suben mucho la dopamina porque nos gustan mucho como escuchar una cancion que nos encante,ver un partido de fútbol etc?.

Te voy a dar mi opinion,a ver que te parece.Imaginemos que escucho una cancion que me gusta y me sube mucho la dopamina,o hago deporte,o me voy de fiesta con mis amigos.Igual que pasa con el porno tendré una liberacion grande de dopamina,igual que pasa si comparamos comer cuando tenemos hambre con drogarnos.La diferencia esta en que en unas conductas escalar hacia otras conductas más adictivas y nocivas es más fácil y esa escalada es lo que lleva a la adiccion que acaba fastidiando tu circuito de recompensa por sobrestimulacion continuada de dopamina.Por ejemplo,yo oigo una cancion q me gusta pero acabare cansandome entonces la dejo de escuchar y ya esta,y escucho otra y asi todo el rato,no supone un gran cambio.Pero en el porno,una vez que unas practicas ya me cansen,evolucionare a un material nuevo más agresivo y/o raro,emplearé más tiempo para llegar al orgasmo,vere cada vez más a las mujeres como objeto sexual etc etc,lo que puede traer otras consecuencias como disfuncion erectil,ansiedad,desgana,falta de concentracion…Por que cada vez estaremos liberando menos dopamina,y el circuito de recompensa estará cada vez más dañado.

Eso en conclusion es lo que diferencia liberar dopamina con actividades «sanas» como deporte,salir con amigos,viajar etc,con otras actividades potencialmente adictivas como porno,drogas,apuestas…Aunque tambien es posible que con mucha moderacion se consigan mantener a raya,pero es mucho mas dificil desde luego,es como si intentas seguir una dieta para perder peso comiendo alimentos decentes como verdura,fruta,carne,pescado….o lo haces comiendo comida basura. Un saludo!

Milagros

Que alivio que no hay neuropatologías asociadas… sólo porque no hay daño estructural visible en las pruebas realizadas… la activación de centros de recompensa no tiene el mismo impacto social si escucho música o si consumo porno… hay muchos otros elementos implicados. Artículos como este desmienten solamente una arista minúscula dentro de una situación que sí es un problema en la sociedad aunque sea supuestamente inofensivo.
Es más un artículo de opinión sobretodo por la frase de cierre «Tranquilos todos, sigan en lo suyo, eso sí, borren el historial (o apliquen Ctrl+Shift+N).» que me parece altamente irresponsable.