Investigar y procurar producir conocimiento, son actividades fundamentales para el desarrollo del país. Sobre eso, la necesidad de socializar el resultado de dichas investigaciones es fundamental, tanto para validarlas como para compartir el conocimiento generado, ya sea a través de publicaciones y/o presentaciones en congresos y seminarios.
¿Por qué señalar que una investigación se desarrolló bajo el alero de una institución si no fue así, si los libros revisados fueron comprados con presupuesto personal, si la lectura y escritura se realizó por las tardes o fines de semana, sin el incentivo ni la invitación de ninguna institución?
Para los que hemos egresado de algún programa de pregrado o postgrado hay un territorio ambiguo. Hay investigaciones que efectivamente fueron realizadas durante esos programas, en el marco de cursos o seminarios y que fueron retroalimentadas por docentes. Pero en la medida en que la cabeza se nos llena de canas, nos vamos alejando de aquello, levantando -a pesar de las dificultades- proyectos autónomos en solitario o en grupo y que, por supuesto, queremos someter al mismo juicio de la comunidad especializada, pero entonces con frecuencia aparece la barrera de la obligatoriedad de señalar nuestra filiación. Frente a eso, podemos no tomar con molestia el requisito, indicar el nombre de la institución en la que se estudió o la institución en la que se dicta algún curso y zafar. Claro, siempre se puede ser menos grave, como me dijo un amigo.
Otra cosa que me han señalado es que esta obligatoriedad tiene que ver con la poca frecuencia de que fuera de las instituciones se generen investigaciones serias. Es en este punto donde se me antoja ponerme un poco grave y señalar la necesidad de transparentar cuál investigación se produce de manera autónoma, cuál se produce desde dentro de las instituciones y cuál se produce fuera de las instituciones pero con incentivos a hacerlo, que vendría a ser el modelo mixto donde algunas instituciones bonifican publicaciones que lleven su nombre, incluso cuando se trate de investigadores que solo presten servicios docentes: esa enorme y mayoritaria masa de docentes que trabajan a honorarios por algunos meses, generalmente moviéndose entre una y otra institución.
Es cierto que las diferentes disciplinas tienen dificultades diversas para la producción del conocimiento, siendo las de áreas científicas las con mayor necesidad de la institucionalidad, ya que es difícil pensar en investigar sin el acceso a un laboratorio. Por otro lado, quienes investigamos en el área de las humanidades, no tenemos esa necesidad estructural y podemos aventurarnos a investigar por nuestra cuenta, lo que en general implica dedicar algún tiempo a trabajo de archivo, conseguirse libros, comprar y/o importar algunas novedades editoriales, leer y escribir. Luego, si se quiere viajar a exponer un trabajo, se puede engañar a las finanzas disfrazando estas instancias como oportunidades de viaje y distracción, pero ¿por qué señalar que una investigación se desarrolló bajo el alero de una institución si no fue así, si los libros revisados fueron comprados con presupuesto personal, si la lectura y escritura se realizó por las tardes o fines de semana, sin el incentivo ni la invitación de ninguna institución?
Hace unos meses envié un artículo a evaluar en una revista y la respuesta fue que no publicaban textos que no fueran producto de investigaciones formalizadas. Afortunadamente no es un requisito en todas las revistas, pero tampoco es despreciable el número que sí exige, al igual que congresos y jornadas que no permiten aparecer como investigadores independientes. Me preocupa que no prime la calidad de un texto en evaluaciones que supuestamente son ciegas.
Si un investigador no se gana un proyecto institucional para llevar a cabo determinado estudio, no se gana tampoco un fondo del libro, no es invitado a colaborar en un proyecto más grande ¿No debe realizar esa investigación? Supongamos que la realizó de todos modos, ¿debe ocultar las condiciones de autonomía en las que la realizó al poner una filiación? Quizás en un congreso o jornadas la filiación regalada a cualquier institución sea solo un antecedente anecdótico, pero cuando la socialización se produce en artículos publicados en revistas especializadas el tema es un poco más sensible, ya que las instituciones validan su investigación con la productividad académica y esta es medible con la filiación de los papers publicados. Hay una zona ciega que ofrece tributos de productividad a instituciones que no la incentivan. No estoy levantando de esta forma una antiinstitucionalidad, ya quisiera que todos mis proyectos fueran respaldados por comunidades especializadas, pero cuando es así ¿por qué no poder decirlo?
Hoy en día, la cantidad de investigadores especializados con postgrados en Chile y en el extranjero nos pone en un buen pie sobre la productividad académica. Hay varias revistas especializadas que tienen publicaciones comprometidas por años y que por tanto no reciben más colaboraciones. Es una fotografía feliz de la generación del conocimiento, pero que lamentablemente esconde la precariedad en que parte de este es generado.
Comentarios
19 de enero
Interesante reflexión.
De alguna forma esa «afiliación» beneficia a las instituciones, ya que aparecen publicaciones y proyectos a los cuales no necesariamente les dieron apoyo.
Al menos lo que he visto en EE.UU, es que existe la categoria de «independent scholar», y aunque muchas veces no tiene el mismo peso que la afiliacion, incluso hay ciertos fondos de investigación destinados excluisvamente para ellos. Por ahi tambien la idea de «public scholar.»
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22 de enero
en efecto, hay un beneficio que las instituciones registran porque son medidas por productividad. He visto muy rara vez en congresos la figura de «independiente», nunca en revistas. Sería interesante que se piensen en fondos para investigadores o cupos protegidos para investigadores jóvenes, cosa de volver más sencilla la incorporación al mundo
21 de enero
Excelente aporte al debate, comparto todo lo expresado.
En lo personal, como ente alejado de la academia (realidad del gran porcentaje de la población), jamás he tenido acceso a un paper de revista especializada, y no por falta de interés. La generación de conocimiento para quién, entonces? La academia es endogámica, por lo tanto su aporte lo es también. Opino que se debe transparentar cuando una investigación no tiene filiación para hacer un poco de resistencia, pero lo realmente importante es aprovechar el boom editorial y publicar investigaciones para el gran público, como divulgador, en un lenguaje amable y fluido, sin tanta APA y esas latas que impone la vieja academia, preocupada sobre todo de resguardar el espacio que, de manera inevitable, va a seguir perdiendo mientras podamos educarnos e investigar fuera de su inmensa sombra.
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22 de enero
Hola 🙂 sí, estoy de acuerdo, finalmente ocultar las condiciones en las que se investiga y produce solo ayuda a fortalecer instituciones que ejercen el control del «conocimiento». Hay muchas revistas de acceso liberado como las que se encuentran en scielo que se pueden revisar. Mi molestia no es tanto con el formato (sí, un poco), como con el robo de los créditos. saludos!