«La mejor manera de predecir el futuro es crearlo», dijo Peter Drucker, padre del management moderno. Un país que quiere ser desarrollado y disminuir su desigualdad, necesariamente, porque así está demostrado, debe tener en su agenda la innovación, como uno de uno de los pilares prioritarios.
Si queremos innovación disruptiva, las universidades cumplen un rol significativo en ello. Más de un 80% de los grandes cambios que ha aportado la innovación ha salido de las universidades y centros de investigación mundiales. Sin embargo, en Chile representan menos del 10%.
Generar buenos incentivos; fortalecer el capital humano avanzado; generar redes de colaboración local e internacional y tener puesta la mirada en la necesidad que quiero satisfacer y que la sociedad necesita, son parte de los ingredientes fundamentales para lograr la transición desde la idea al producto o servicio.
Generar buenos incentivos; fortalecer el capital humano avanzado y generar redes de colaboración son parte de los ingredientes fundamentales para lograr la transición desde la idea al producto o servicio.
Hoy, instituciones como la Universidad de los Andes, están haciendo un esfuerzo significativo en este ámbito, con una inversión comprometida, tanto por privados como por el Estado, superior a los $25,000 millones. Sin embargo, eso no es suficiente, sí las condiciones del entorno, no son facilitadoras para que todo esto fluya.
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