Contemplaba el impresionante despliegue realizado para la visita de Barack Obama a Chile, cuando un periodista entrevista a Laurence Golborne, el Biministro de Energía y Minería. Consultado respecto del polémico acuerdo de cooperación entre Chile y Estados Unidos en materia nuclear, el biministro aclaró que este tratado se enfoca en materia de cooperación científica. Ya había dicho que los chilenos deben entender que "No podemos renunciar al desarrollo científico ni a que nuestro país tenga el conocimiento necesario para desenvolverse en tecnología y ciencia en el siglo XXI" (La Nación, 18 de Marzo).
Tales palabras pueden no ser llamativas para personas cuya profesión no se relaciona con la ciencia. Pero para un científico son como un balde de agua fría. El Gobierno decide, sin consultar a la comunidad científica, cuáles son sus necesidades, cuáles las áreas en las cuales se necesitan más profesionales, etcétera. Se dispone de los científicos casi como empleados, de los cuales se dispone según el deseo y capricho del gobierno de turno, ignorando su calidad de profesionales de alta calificación y su inherente naturaleza curiosa y exploradora al momento de escoger temáticas de investigación. ¿Qué dirían los médicos si Chile firmara un tratado de cooperación médica con Inglaterra, que contemple el intercambio de especialistas en enfermedades tropicales, por ejemplo, un área médica poco relevante para el país, y sin consultar a la comunidad médica o al Colegio Profesional respectivo? ¿Y si ese convenio se firmara sin consultar a un sólo médico? ¿Y si el Gobierno firma un convenio comercial sin consultar a economistas?
Este proceder refleja plenamente el espíritu de este gobierno: gobernar sin las bases, sin los expertos, pese a las promesas de campaña de Piñera y pese a los esbozos de la idea de un gobierno técnico y de los mejores. Una idea que queda en el suelo.
Peor aún es que un convenio de cooperación científica lo protagonice y defienda un ministro de energía y minería. ¿Y si el ministro de cultura firmase o guiase un convenio de cooperación económica? ¿Y si el ministro de transportes fuese el líder y defensor de un convenio sobre defensa y equipamiento militar con una superpotencia? En este caso, lamentablemente, no se aplica la frase "pastelero a tus pasteles" porque Chile es uno de los pocos países de la OCDE que no posee un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Pero es evidente que un biministro de energía y minería no es la persona más calificada para hablarle al país sobre ciencia, capital humano avanzado y perfeccionamiento de profesionales de un área que no es la de su "jurisprudencia" inmediata. La otra alternativa es que este convenio de científico tenga poco o nada. Pero en ambos casos algo anda mal.
Por si fuera poco, otro aspecto preocupante es por qué nuestro gobierno firma convenios en materia energética con países claramente adherentes al uso de la energía nuclear, y no se hace nada con países que se han convertido en líderes mundiales en energías renovables no convencionales. Es un claro sesgo que la autoridad debe explicar a la ciudadanía de manera oportuna. ¿Qué intereses pueden explicar dicho sesgo? ¿No es deseable que el Gobierno explore todas las alternativas energéticas posibles y firmar los convenios apropiados, de ser necesario?
Lo que más molesto resulta es el constante trato de indiferencia (tanto de las actuales autoridades como las anteriores) con la comunidad científica, la que en más de alguna oportunidad ha manifestado sus inquietudes, problemas y necesidades. Por ejemplo, si existía la posibilidad de firmar un convenio de cooperación científica con Estados Unidos, lo primero que se debió realizar es una consulta a expertos y autoridades científicas (premios nacionales, presidentes de sociedades científicas, vicerrectores de investigación de distintas universidades) acerca de las necesidades y oportunidades que la comunidad de investigadores vislumbra para nuestro país. ¿De qué sirve firmar este convenio si los montos destinados a investigación no son suficientes, si se recortan las Becas Chile, si los becarios de postgrado nacionales tienen problemas con sus becas Fondecyt, si la falta de oportunidades laborales debido a la baja inversión pública en I&D no mejora?
El tema energético es sólo uno de muchos temas: ¿Qué ocurre con la agricultura y la conveniencia de la incorporación de transgénicos, o de la capacitación de profesionales en temas relacionados al medio ambiente, a sismología y desastres naturales, a oceanografía, o en temas de obesidad y nutrición infantil, por ejemplo?
Lamentablemente, la comunidad científica no cuenta con una institucionalidad adecuada para los tiempos actuales en que Chile debe abrazar a la sociedad del conocimiento, como avizora el Presidente Piñera. Y sin un Ministerio de Ciencia y Tecnología (o un estamento público de similar jerarquía), nos encontramos a merced de esporádicas ventanas donde surge alguna oportunidad (que, en esta ocasión, aprovechó el biministro de energía y minería para mejorar su posicionamiento público) para fortalecer, casi como un favor, la débil posición de la investigación científica nacional, de reconocida calidad y valorada por la comunidad internacional pero tan menospreciada y, ahora, políticamente usufructuada por las autoridades.
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Foto: meneertuur / Licencia CC
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