En 2016 se cumplieron 20 años desde que varios países comenzaron a usar la tecnología de cultivos genéticamente modificados (GM) mediante ingeniería genética (o transgénicos) en su agricultura. Además, hoy 15 de noviembre se cumplen exactamente 10 años desde que el proyecto de ley de bioseguridad de vegetales modificados (boletín 4690-01), que permitiría eventualmente aprobar el uso comercial de estos cultivos en Chile, ingresara al congreso el año 2006.
A pesar de que a nivel social y político existe polémica en torno a esta tecnología, a nivel científico no existe controversia alguna sobre la seguridad de estos cultivos. Ya van 4 décadas de investigación desde que se descubrió el mecanismo para modificar plantas usando Agrobacterium tumefaciens (una bacteria del suelo que naturalmente inserta parte de su material genético en plantas), alrededor de 3000 estudios tanto del sector público como privado sobre la seguridad de las plantas GM (una cifra conservadora basada en diversas revisiones académicas de Estados Unidos y Europa), declaraciones públicas de más de 270 instituciones y organizaciones científicas de prestigio que reconocen la seguridad y beneficios de estos cultivos (donde se incluye la Academia Chilena de Ciencias y la Academia Chilena de Ciencias Agronómicas), y vale la pena mencionar la reciente carta abierta firmada por más de 110 premios nobeles reconociendo la seguridad de estas plantas y condenando la oposición de Greenpeace. La evidencia científica y el consenso académico es claro.
Es interesante que no solo países desarrollados y grandes empresas, sino también grandes países en desarrollo como China, India y Brasil y otros de menor magnitud como Bangladesh, Filipinas y Cuba, además de 14 países africanos, están apostando fuertemente por el desarrollo de cultivos transgénicos con fondos públicos a través de organismos públicos o empresas estatales para solucionar diversos problemas de sus propios agricultores.
Esto se debe a que desde que los cultivos GM ingresaron al mercado, han significado una serie de beneficios agronómicos (reducción de pérdidas por plagas y malezas más ahorro de insumos), socioeconómicos (el ahorro ha permitido mejorar la calidad de vida sobre todo de pequeños agricultores), sanitarios (la reducción de uso de plaguicidas ha mejorado la salud de los agricultores) y ambientales (reducción de tierras usadas para agricultura y de emisión de gases de efecto invernadero). Estos beneficios están bien documentados en las publicaciones de Qaim, 2014 y Brookes & Barfoot, 2016.
En el caso de Chile, la situación es paradójica, ya que nuestra legislación nos permite: 1) ser el exportador Nº1 de semillas GM de maíz, soya y canola en el hemisferio sur, siendo semillero de contra-estación para los países del hemisferio norte; 2) prestar importantes servicios de investigación y desarrollo en semillas transgénicas para otros países que realizan ensayos de campo en nuestro país – de hecho, más de 800 eventos de modificación se han testeado en Chile antes de aprobarse a nivel comercial en otro lugar; 3) importar sin restricciones alimentos elaborados con cultivos GM, o directamente granos GM como maíz y soya – casi el 100% de la soya lo importamos de Argentina, y el 50% del maíz desde Argentina y Brasil, donde la adopción de maíz y soya transgénica sobrepasa el 90% ; 4) alimentar al ganado nacional con maíz y soya transgénica; 5) pero no permite el uso comercial de estos cultivos al interior de nuestro país, en otras palabras, los agricultores chilenos no pueden usarlos para cosecha y venta en el mercado nacional.
Entre 1991 y 2014 el Estado de Chile ha invertido más de $16 millones de dólares para investigación y desarrollo en 32 proyectos con cultivos transgénicos.
Esto no les permite a los agricultores chilenos gozar de los beneficios económicos (y ambientales) que ya han sido calculados para maíz, canola y remolacha por estudios de la Universidad Católica de Chile y Universidad de Talca, y les resta competitividad frente a sus colegas de la región (argentinos, brasileños, colombianos, bolivianos, paraguayos y uruguayos) que si pueden y se benefician de esta tecnología.
Además, la legislación chilena no permite que aprovechemos los cultivos GM desarrollados por nuestros propios científicos: entre 1991 y 2014 el Estado de Chile ha invertido más de $16 millones de dólares para investigación y desarrollo en 32 proyectos con cultivos transgénicos. El 50% de ellos fue desarrollado por el INIA (organismo estatal) y lo restante por universidades y centros de investigación. Estos proyectos contemplan cultivos de importancia nacional y que han sido modificados para problemas de la agricultura nacional (sequía, frío, plagas, enfermedades…) que serán cada vez peores producto del cambio climático, y también para mejorar cualidades útiles para el consumidor (contenido nutricional, sabor, madurez…).
Los países pioneros en usar esta tecnología ya se están subiendo al carro de los nuevos cultivos modificados por las “new breeding techniques” (NBTs), técnicas de modificación genética mucho más precisa y dirigida, e incluso biología sintética; mientras tanto nosotros llevamos 2 décadas estancados. Es hora de que nuestros legisladores salgan del letargo y firmen el proyecto de ley que lleva una década en el congreso y se abandonó en 2011.
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Carmen
JAMÁS LOS CIUDADANOS DE A PIE permitiremos que se apruebe ningún proyecto biotecnologico que vaya en contra de Nuestra Agricultura Alimentaria Organica.
Su famosa biotecnologia aplicada a los vegetales ya ha hecho estragos con los suelos. Han matado a todos los DESCOMPONEDORES NATURALES que son ESCENCIALES para la renovacion de éste.
Sus famosos agrpoquimicos son los mas dañinos para nuestro organismo, ya sea que se lo espolvoreen o lo lleven incerto en el vegetal.
El monocultivo de una cierta planta, no es lo mejor para el suelo. Con ello agotan los NUTRIENTES, no dejan que se realicen normalmente los Ciclos Biogeoquimicos, encargados de la distribución y transporte de materiales, los cuales controlan el recambio y transformación de éstos en los ambientes terrestres, acuáticos y atmosféricos. Los ciclos biogeoquímicos constituyen un sistema regulador de la hidrosfera y la biosfera. Estos ciclos describen los movimientos y las interacciones de los elementos químicos esenciales para la vida a través de la geosfera y la atmósfera, a través de procesos físicos, químicos y biológicos y los monocultivos y agroquimicos artificiales destruyen todo a su paso.
El ciclo del Fosforo, del Azufre, del Oxigeno, del Carbono, del Nitrogeno y del Agua, no se estan realizando y no culpen al cambio climatico. Este último es consecuencia de todo el daño que algunos humanos han hecho a este planeta, con su biotecnologia.
Eduardo Testart
La soberbia del hombre y la tecnologia nos ha llevado a desastres como el de Fukushima! Atraso tecnologico en Chile es evidente pero no por el tema de los transgenicos.
El parlamento debiese incorporar un unidad seria, polifacetica, multidisciplinaria para ser asesorados en materias tecnologicas ue pueden ser vitales para el futuro de Chile. Las verdaderas ventajas competitivas de Chile no estan en el cobre y el litio donde debiesemos incorporar valor sino que en su clima meditaerraneo , en la agricultura, en sus fronteras que impiden el ingreso de patogenos o depredadores externos. El desierto de Chile podria ser el granero del mundo con alimentos naturales, agricultura organica y una vida respetuosa con la tierra y con nuestra tierra, para lo que debiesemos trabajar en que sea el pais mas limpio del mundo!!