Hace algún tiempo escribí una columna en la que decía que mi profesión tiene como característica principal trabajar solo con el futuro.
Porque, formar niños y jóvenes, conducir sus aprendizajes de ciencias, lengua, matemáticas, artes, historia y todo el conocimiento posible de conocer, significa pensar siempre en un tiempo que aún no llega, significa pensar en lo que ellos y ellas deberán enfrentar en un futuro próximo o más lejano. Pero del que no sabemos nada.Quisiera que en quince años más hayamos superado lo que hoy queremos construir y estemos aún más allá de lo que hoy queremos alcanzar, que el derecho a la educación sea una realidad para todos y todas, que además sea una buena educación, y que haya quedado en la historia lejana todo este proceso de retomar el cauce que nunca se debió perder en la educación.
Por esta razón pensar en la educación del Chile que me gustaría en quince años más lo hago a partir de los niños y jóvenes que forman parte de mi vida.
Amanda y Rafael, son los nietos que sin ser propios representan la trascendencia. Amanda en quince años probablemente esté en plena educación terciaria y Rafita por salir de la enseñanza media.
Ellos son los más pequeños y lo que quisiera es que de aquí a quince años, hayan vivido un proceso, que hoy están empezando, en el que hayan podido ser protagonistas de la construcción de un nuevo sistema educativo, en el que puedan compartir su formación con niños y niñas diversos, que tengan acceso a las escuelas, los liceos y la educación terciaria para la que solo sea necesario tener en cuenta sus intereses y talentos. Un nuevo sistema, que se preocupe de que los niños y niñas sean felices aprendiendo, donde ya sea una historia lejana la selección, la segregación, la competencias. Que los niños disfruten su tiempo escolar, que las instituciones educativas incorporen en sus programas formativos todas las áreas, de manera que los niños y los jóvenes se desarrollarse plena e integralmente, que aprendan a aprender, a crear, a convivir, a participar, a innovar.
Valentina, Marcelo, Patricio, Mariela, Roberto son algunos de los ochocientos jóvenes con los que trabajamos en el Programa PACE (Programa de Acompañamiento al Acceso Efectivo) del Ministerio de Educación que tiene como principio restituir el derecho a la educación a través de reconocer que todos los jóvenes, sea cual sea su origen y su condición social , tiene talentos que le permiten acceder a la educación superior, y si esas oportunidades se les brindan, se les acompaña para ello lograrán estudiar y titularse. Este programa una de las mejores cosas que tiene es pensar que en quince años más no va a existir, porque todos los jóvenes podrán acceder a la educación terciaria solamente demostrando esos talentos.
En quince años más quisiera que todos ellos hayan cumplido sus metas, hayan logrado terminar sus estudios, hayan desarrollado sus proyectos de vida por los que hoy estamos trabajando. En quince años más, ellos serán adultos y lo que quisiera pensar es que luego de haber vivido esta experiencia del PACE no se olviden que hay muchos otros y otras jóvenes por las que trabajar, porque un país necesita de los talentos de todos y todas. Quisiera que nuestros ochocientos junto a los del resto de las universidades que suman muchos más sean adultos felices, que hayan logrado concretar sueños, que trabajen en lo que les guste y lo hagan con entusiasmo, que sean ciudadanos que construyen un país en el que todos tienen cabida.
Yasna, Romina, Alejandra, Paula, Franco, Camilo….y unos cuantos más, son los estudiantes con los que trabajo, son profesores en formación.
Ellos, en quince años más ya habrán ejercido la docencia unos diez años, serán profesores con experiencia y a su vez ya habrán formado parte de la vida de muchos niños, niñas y jóvenes.
En el Chile de quince años más quisiera que ellos estén generando nuevo conocimiento sobre educación, que estén innovando, que diseñen nuevas cosas, que ya hayan creado un nuevo modelo de escuela, donde los profesores trabajen en comunidades de profesionales que comparten conocimiento, investigan y crean. Que hayan superado a todos sus maestros y logren dejar atrás el modelo de escuela anticuado en el que ellos se han formado, que sueñen, que imaginen.
No puedo pensar en el Chile de quince años más sin pensar en todos ellos.
Quisiera que en quince años más hayamos superado lo que hoy queremos construir y estemos aún más allá de lo que hoy queremos alcanzar, que el derecho a la educación sea una realidad para todos y todas, que además sea una buena educación, y que haya quedado en la historia lejana todo este proceso de retomar el cauce que nunca se debió perder en la educación.
Comentarios
24 de septiembre
ESTOY DE ACUERDO CON USTED INGRID NUESTROS NIÑOS DEBEN SOÑAR, DEBEN IMAGINAR PARA QUE NUESTRO PAÍS CREZCA VERDADERAMENTE EN UNA NUEVA ESCUELA QUE NO SEA REPRESIVA, QUE ABRA LAS ALAS DE LA SABIDURÍA COMO UN GIGANTE. DE ACUERDO
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