Dignidad, respeto, paz, orden, igualdad, equidad, democracia, participación, libertad y cuantos otros conceptos han inundado los escritos de todos quienes sentimos que Chile necesita una hoja de navegación que logre hacernos sentir parte de un proyecto en común, encarnado claro, por alguien que entienda que crecimiento y desarrollo, van de la mano con la justicia social.
¿Será ese sueño posible? Esa es la pregunta que me motiva a redactar esto, sintiendo que la respuesta subyace en el valor aún ausente en quienes se sienten idóneos para velar por nuestros intereses.
Chile no es un país donde el honor y la lealtad sean esenciales, pero seamos justos, en la cultura occidental tampoco lo son, de ahí que las vueltas de carnero y los «ajustes» sobre la marcha, sean tan frecuentes en nuestra sociedad; imposible no acordarse de quienes rechazaban el divorcio para luego implementarlo o quienes hoy despotrican contra el Tribunal Constitucional, al cual también recurren.La lealtad por su parte, está estrechamente ligada al honor, por eso la palabra empeñada cobra tal importancia y el involucramiento total se convierte en un compromiso interno, en pro de la relación con otro.
¿Cómo se explica esto? bueno, esto es falta de honor.
Los orientales lo tienen mucho más claro, por eso no es extraño ver renunciar a personeros que han sido acusados de corrupción, incluso antes de ser condenados.
El honor es interno, es parte del espíritu, es constitutivo de la integridad del individuo y por tanto, exige mantenerse inmaculado.
La lealtad por su parte, está estrechamente ligada al honor, por eso la palabra empeñada cobra tal importancia y el involucramiento total se convierte en un compromiso interno, en pro de la relación con otro.
Ciertamente hay mucho más que aprender y aprehender de culturas milenarias con más de 5.000 años existencia, pero eso queridos lectores, es una información que dejamos de lado, mientras potenciamos una sociedad enfocada en la inmediatez y la barbarie.
Es duro ver la poca formación valórica que entregamos a nuestra sociedad, englobando desde los contenidos televisivos a los programas de educación escolar en todos sus niveles, cuesta creer que nuestra evolución como sociedad, así como nuestro pensamiento y actuar pueda ser integral, cuando no existe un pilar interno que nos autocontrole, en fin, es lo que nos tocó vivir.
Un abrazo y espero generar una reflexión saludable, una que nos permita poner más atención en nuestro crecimiento interno, que seguir pregonando un discurso que externaliza nuestra responsabilidad, endosándola en terceros
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