Una afirmación titulada como aparece al inicio de un viaje, a veces, bajo la influencia psicodélica de la educación pública y el enigma angustiante del origen de la vida. Desde amaneceres y anocheceres que juegan a jugar el siniestro espectáculo de los lugares comunes, y nadie controla esos fenómenos de la naturaleza.
Interesante, asombroso y sugerente apelar al espectáculo de la vida humana, a partir de atomizadas esperanzas cercenadas por el holocausto del tiempo cronológico. Por eso mismo, ayudaba mucho generar humor respecto a los afanes y pesares humanos, no solamente en la conmoción pública de una calle en desarrollo, sirvió para darse cuenta de que no había vuelta atrás.No hubo mucho que analizar estando perdidos en una calle. La solución final que suele comprender el ciclo sin fin de la vida: seguir celebrando un día feriado.
No hay vuelta atrás a medida que agonizamos con la maravillosa espiritualidad y mística ciudadana durante las primeras semanas de febrero, no vienen nunca mal; cuando conviven vida y muerte es indistinto que exista el cambio de mando, es estético concebirlo para justificar al Horario Valle. No hubo mucho que analizar estando perdidos en una calle. La solución final que suele comprender el ciclo sin fin de la vida: seguir celebrando un día feriado.
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