Ricardo Lagos Escobar acaba de entregar sus reflexiones acerca de Chile 2030. Su tesis central es que en unos años más, Chile habrá alcanzado un ingreso promedio por habitante cercano a los 20 mil dólares. Su visión optimista acerca del crecimiento la matiza con la afirmación que esto significará desarrollo si y sólo si se mejora la distribución del ingreso.
Para lograr el desarrollo el ex Presidente de la República nos pide que ahora, estando la Concertación de Partidos por la Democracia en la oposición, debemos dar un salto cualitativo y de largo plazo, definiendo políticas de Estado en un conjunto de materias.
Para definir estas materias y políticas nos propone un método o camino que es abrirse a la ciudadanía. La sociedad tiene que ser convocada y escuchada para acordar, más allá de las diferencias políticas, un conjunto de temas que expresan los grandes desafíos del futuro.
Si queremos ser desarrollados debemos aumentar la inversión que hace el Estado en lo social y productivo, como lo demuestran las siete tareas enunciadas. El documento propone un nuevo pacto fiscal que suponga que los sectores de mayores ingresos – no las clases medias y los sectores pobres – paguen más. Sabemos que la estructura tributaria chilena es injusta (IVA versus impuestos utilidades devengadas de las empresas) y baja (para un país de quince mil dólares per cápita como es Chile; comparado con los países desarrollados cuando tenían igual riqueza).
Quiero hacer tres comentarios al documento: el primero es valorar la oportunidad del mismo; luego señalar la autoridad que tiene la Concertación para pensar en los términos que nos propone el ex presidente y, finalmente, poner el acento en la prioridad nacional que sigue siendo las difíciles condiciones materiales de la gran mayoría de los chilenos.
La oportunidad del documento
Estando la Concertación en la oposición y tras la crisis del 2008, es claro que habiendo cambiado las circunstancias, deben cambiar los planteamientos y los comportamientos. ¿No es esta una magnífica oportunidad para plantear una nueva plataforma programática que demuestre que no da lo mismo ser de gobierno y de oposición y que la política sí importa para el futuro de la sociedad y la felicidad de cada uno de los chilenos? Hay que dejar atrás el momento neoliberal y abrir paso a otro tiempo que Tony Judt llama el momento socialdemócrata o que Michael Albert llamará modelo renano.
La autoridad para pensar en grande
He puesto el acento en la Concertación de Partidos por la Democracia. Se nos acusó de que sólo nos unía el rechazo a Augusto Pinochet. Tras 1989 se vaticinó muchas veces que nos dividiríamos. No lo hicimos. Hicimos veinte años de gobierno. Nuestra obra está ahí. Paz social, estabilidad política, crecimiento económico y prestigio en el mundo. La pobreza bajó casi tres veces. La economía se multiplicó por tres.
La superioridad de la democracia sobre la dictadura para gestionar adecuadamente una economía abierta y de mercado ha quedado escrita en la historia de Chile. Ricardo Ffrench-Davis es el economista que con más fuerza ha demostrado que Estado, mercado y comunidad organizada pueden crear un círculo virtuoso entre política democrática y economía de mercado.
La Concertación tiene la autoridad para pensar en grande. Las cifras hablan por sí solas.
La cuestión de la prioridad socioeconómica
Un 38,1 por ciento de los chilenos viven en situaciones tan vulnerables que entran y salen de la pobreza. Una crisis económica internacional, una enfermedad grave o una quiebra de la empresa pueden provocar enormes dolores a casi siete millones de compatriotas.
Los chilenos esperan de la política que le mejore sus condiciones de vida. Y ciertamente Chile puede hacerlo. Para ello se requieren políticas públicas mucho más activas, financiadas por un nuevo pacto fiscal.
Lo que esperan los chilenos es que la política se muestre sensible a sus temores y esperanzas, alegrías y tristezas. La política será digna de apoyo activo si contribuimos a que las grandes mayorías nacionales mejoren sus condiciones de vida.
Una vez John Maynard Keynes señaló que “Lo importante para el Estado no es hacer cosas que ya están haciendo los individuos, y hacerlas un poco mejor o un poco peor, sino hacer aquellas cosas que en la actualidad no se hacen en absoluto”.
Los chilenos de hoy quieren políticas públicas activas que mejoren su vida en salud, educación, trabajo, vivienda y previsión social. Si no lo hacemos, cunde la desesperanza y el resentimiento. El populismo anti partidos se nutre de la incapacidad de los parlamentarios que no tienen facultades económicas en su función legislativa y en un Estado muy pequeño sobre todo para atender las nuevas clases medias.
Por eso, cuando se acaba el momento neoliberal, debe venir el momento socialcristiano y socialdemócrata, debemos avanzar hacia un nuevo pacto social. Nuestra mesa es de tres patas (Estado, comunidad organizada y empresa privada) y con cuatro finalidades (crecer más y mejor; profundizar la cohesión social; preservar nuestro medioambiente y vivir en una democracia de calidad)
Chile será desarrollado sólo si crece económicamente más, distribuye mejor esos frutos, preserva el medio ambiente y enaltece la función de la política y la calidad de la democracia.
Chile puede hacerlo. Para eso cuenta con la Concertación de Partidos por la Democracia.
Nosotros, por lo hecho entre 1990 y 2010, tenemos autoridad para decir que se puede hacer.
Debemos terminar con la tiranía de los promedios y establecer otros parámetros. La inequidad en nuestro territorio es algo que debemos abordar, los datos no son iguales, la tasa de mortalidad en Ultima Esperanza no es igual a la de Vitacura; las oportunidades de los jóvenes de Colbún no son las mismas que las de los de Peñalolén. Debemos hacer algo aquí y ahora para terminar con las discriminaciones odiosas que nuestra gente observa desfilar a diario frente a sus ojos en el televisor de sus casas.
Debemos pedir a los centros de estudios organizar el debate y levantamiento propuesta opositora antes de la elección municipal.
Para este camino de reencuentro con el pueblo de Chile nos urge una vez más Ricardo Lagos Escobar.
* Lee el texto completo en el documento adjunto.
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Foto: Nina Morandini / Licencia CC
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socialdemocrata
Una DC hablando de Socialdemocracia es como Piñera hablando de cultura.
Es increíble que después de 20 años milagrosamente se hayan dado cuenta que la Socialdemocracia es el camino correcto y que los impuestos en Chile son una idiotez de marca mayor.
Sra. Ximena, Sr Lagos ..es muy difícil creerles después de tantos años en que tuvieron el poder solo para cogobernar con la derecha a través de gobiernos cobardes, abúlicos y neoliberales
Gracias a ustedes ahora tenemos que soportar a un gobierno de derecha que no ha hecho otra cosa que seguir el mismo camino neoliberal que la misma concertación auspicio y respaldo por intermedio de sus 4 gobiernos
No Sra. Ximena…no es tan fácil llegar y llenarse la boca con la palabra «socialdemocracia» ..ustedes están muy lejos de ser una real opción socialdemócrata.
Para ser socialdemócrata hay que tener pantalones…hay que ser políticamente valiente y no claudicar con las ideas como lo hizo la concertación con su famosa «democracia de los consensos» que tanto mal le ha hecho al pueblo de Chile
Saludos
raul-goicovic
La ambivalencia de la DC se presta para dudar de lo escrito por la sra. Rincón. Sin embargo, hay algo que rescatar y es el hecho de que reconoce la oportunidad del texto Chile 2030 de Ricardo Lagos. Porque guste o no guste el ex Presidente, su proposición ha causado debate y ello es lo más importante en este momento. Si de descalificar se trata podemos encontrar mil y un argumentos, empezando por la procedencia de las ideas. Pero que lamentable es quedarse en las recriminaciones y no actuar en el sentido de buscar las ideas básicas para una proposición doctrinaria y programática que en forma contundente pueda ser presentada a la ciudadanía con el fin de cambiar estructurálmente la institucionalidad a contar del 2015. El problema de los actores políticos es secundario por el momento.
jorge1812
El texto sigue la misma lógica vertical, desde arriba, elitista de siempre…veamos algunas frases del texto:
“Para definir estas materias y políticas nos propone un método o camino que es abrirse a la ciudadanía. La sociedad tiene que ser convocada y escuchada para acordar”
Y pregunto ¿La sociedad debe ser convocada? ¿Por quiénes? ¿Las élites políticas de siempre anquilosadas en el poder?
“Sabemos que la estructura tributaria chilena es injusta…”
Y pregunto ¿Cuándo lo descubrieron? ¿Por qué ahora cambiarían algo que se pudo haber modificado antes?
“Nosotros, por lo hecho entre 1990 y 2010, tenemos autoridad para decir que se puede hacer”.
Y planteo: No me queda claro porque el mero hecho de haber sido gobierno durante 20 años -con cosas buenas y malas, que nadie puede desconocer- sería argumento para adjudicarse para autoridad para pensar en grande en cuanto a Chile 2030.
Si pienso mal, detrás está la idea de que el resto de quienes pretenden pensar en grande –ciudadanos, organizaciones no partidarias, partidos chicos- deben supeditarse a la autoridad de la Concertación, que si somos sinceros es la autoridad de sus élites, las cuales no han variado en 20 años.
En ese sentido, no veo ninguna autocrítica al carácter oligárquico que tomó la coalición política y sus partidos, claramente alejado de sus bases y la ciudadanía en general.
Por eso, cuando dice: “Los chilenos esperan de la política que le mejore sus condiciones de vida”.
La frase no sólo denota un paternalismo elitista casi mesiánico, sino que además, obvia el hecho que los ciudadanos actualmente esperan y exigen mucho más de la política. Esperan representantes coherentes, un sistema político competitivo, participativo, descentralizado, mediante el cual esperan poder no sólo sentirse participes sino también participantes de las decisiones en sus espacios inmediatos.
Como eso no se toma en cuenta, no es raro que sin argumento alguno la autora diga que: “El populismo anti partidos se nutre de la incapacidad de los parlamentarios que no tienen facultades económicas en su función legislativa y en un Estado muy pequeño sobre todo para atender las nuevas clases medias”.
Lo cierto es que la desvalorización de los partidos políticos de todo el espectro y de la política, por parte de los ciudadanos, no se debe a eso, sino que directamente al actuar constantemente deplorable de las élites políticas y los representantes en términos éticos, que se han adueñado del campo político, defendiendo sus intereses particulares y el de sus asociados corporativos, amparados en el poder político. Todo en desmedro de los ciudadanos comunes, aquellos que no tienen capital social, ni redes de contacto, ni conocidos.
¿Será necesario enumerar ejemplos como Campiche, mal uso de asignaciones parlamentarias, casas sobre arsénico, el secretismo de las comisiones, aguas desviadas para predios de políticos, y un largo etc. donde no queda ningún sector libre de pecado?
Saludos cordiales.