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Agenda 2030: falta un actor importante

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Con motivo del Día Internacional de la Juventud, la YMCA de Santiago realizó el pasado 12 de Agosto el “Seminario Nacional: Formando Talentos para la YMCA del S.XXI”, este se efectuó en el Salón de Honor de la UTEM.

Dentro del programa y como tema central estuvo la Agenda 2030, que se refiere al desarrollo después de 2015. Documento aprobado en la cumbre de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York entre el 25 y 27 de septiembre de 2015, en reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General y el documento final fue titulado: “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. 

Esta agenda es un plan de acción a 15 años que comprende la protección del planeta y sus recursos naturales, sacar de la pobreza a las personas y que puedan desarrollar sus potencialidades en un ambiente sano. Dejando claro que el desarrollo sostenible es imposible sin la paz y para ello se propiciarán sociedades justas y pacíficas.

Todos los participantes tienen claro que el cumplimiento total de Agenda 2030, que comprende 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas, son prácticamente imposible, conformándose con al menos y según las realidades de cada país a cumplir al menos la mitad.

Desde mi personal punto de vista, estos acuerdos carecen de un actor importante y es quien determina si los objetivos se podrán cumplir o no. Faltan representantes de las Grandes Empresas y Grandes Inversionistas, ya que muchos de los puntos los van a afectar directamente al tocar sus intereses económicos y necesariamente tendrán menos utilidades. Los puntos que los tocan dicen relación a la sobrexplotación de los recursos naturales y a la explotación y esclavitud laboral, en todas estas prácticas ellos son los directamente beneficiados y naturalmente ofrecerán una seria resistencia y buscaran dilatar los cambios lo más posible.

Años atrás las empresas tenían dueños claros, y uno sabía con quien tratar, pero y desde fines del siglo pasado comenzaron a surgir empresas cada vez más grandes que ya no tienen dueños claros, hoy son Sociedades Anónimas y sus dueños son los accionistas. Los accionistas suelen ser grandes fortunas que al reunir sus riquezas permite emprender proyectos empresariales más grandes. Indudablemente sus motivos no son altruistas, ellos buscan obtener ganancias y entre más rápido mejor, pasando a ser personajes insaciables de dinero y quienes administran sus empresas, para cumplir sus deseos, utilizan el principio de “minimizar costos y maximizar utilidades”, lamentablemente los dos grandes perjudicados son el trabajador y el medio ambiente.

La Agenda 2030, si no involucra al poder económico, representado por las Grandes Empresas y Grandes Inversionistas, tiene poco que hacer convirtiéndola en una declaración de buenas intenciones, pero sin aplicación real, tomemos de ejemplo el poder del Lobby que permitió que la multinacional Nestlé pudiera seguir beneficiándose de la esclavitud infantil más allá del 2005.

El libre mercado capitalista permitió que las empresas crecieran a tal magnitud que hoy son mucho más poderosas de los estados, tenemos a BlackRock que mueve un capital superior en varias veces el PIB de Alemania. Estas empresas intervienen a través del FMI y del BM en las políticas económicas de los países, influyendo directa e indirecta en la creación de empleo y calidad de vida. Una de sus herramientas son los Tratados de Libre Comercio.

Obviamente estas mega-empresas son hijas del capitalismo, por lo tanto, sus objetivos no son la caridad o el ser humanitarias, y como dije antes su único objetivo es dar buenos dividendos a sus accionistas, lo grave es que es a cualquier costo, hay bastante evidencia que respalda esta afirmación. Lamentablemente, esta filosofía nos está conduciendo a una moderna Edad Media, que se destacará por una marcada estratificación social y una actitud cruel hacia los pobres y desvalidos. Y como lo decía el premio Nobel José Saramago «Nuestra capacidad política está limitada por el poder económico, y ambos viven en un estado de concubinato, es un sistema plutocrático, donde gobiernan los ricos«, la realidad global actual y nuestro país le dan la razón.

Por este motivo, pienso que la Agenda 2030, si no involucra al poder económico, representado por las Grandes Empresas y Grandes Inversionistas, tiene poco que hacer convirtiéndola en una declaración de buenas intenciones, pero sin aplicación real, tomemos de ejemplo el poder del Lobby que permitió que la multinacional Nestlé pudiera seguir beneficiándose de la esclavitud infantil más allá del 2005, al postergar el acuerdo de abandonar esta práctica hasta el 2020 y resulta que gracias a la Agenda 2030 tendrá 10 años más para aprovecharse de ella.

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