Al celebrarse los 200 años de independencia de Chile, independencia conseguida por la acción mancomunada de los países latinoamericanos bajo dominio colonial, vemos que la fuerza del paradigma neoliberal, basado en que el mercado resuelve todos los problemas de la sociedad moderna, se desvanece en medio de la crisis financiera mundial y las luchas por la preservación de la naturaleza desvastada por un industrialismo sin límite.
Chile, luego de conquistar su independencia en 1818, sufrió el golpe de Estado portaliano que dio origen, en 1833, a una larga Constitución que duró hasta 1925, la que fue consecuencia de otros dos golpes de Estado: en septiembre de 1924 y enero de 1925, que rigió hasta 1973, cuando un nuevo golpe de estado terminó con el primer periodo de verdadera democracia en Chile.
En este momento de recuerdos, ¿Cuántos años de democracia, con igualdad ante la ley y sin derechos conculcados ha vivido nuestro país?
Es importante preguntarse por la democracia, por que sin duda el paradigma neoliberal esta siendo reemplazado por un nuevo paradigma donde la democracia, la descentralización, el respeto a la diversidad, y la igualdad de derechos y deberes empieza a configurarse.
El premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, en un artículo llamado “La democracia como valor universal” se preguntaba:
“¿Qué es exactamente la democracia? No debemos identificar la democracia con el gobierno de la mayoría. La democracia tiene exigencias complejas, las cuales ciertamente incluyen votar y el respeto por los resultados electorales, pero también requiere la protección de las libertades, respeto a las disposiciones legales, la garantía de la libre discusión y de difusión de información no censurada, así como de juicios apropiados. Aún las elecciones pueden ser profundamente defectuosas sí ellas se realizan sin que las diferentes opciones tengan una oportunidad adecuada para presentar sus opiniones, o sin que el electorado tenga la libertad para obtener información y comparar las opiniones de los distintos protagonistas. La democracia es un sistema exigente, y no sólo una condición mecánica (como el gobierno de la mayoría), tomada aisladamente”.
Mi convicción es que en los 200 años que celebramos estos días, solo 19 años ha existido en nuestro país condiciones mínimas que pudiéramos catalogar a nuestro país de democrático: desde 1958 a 1973 y del 2006 al 2010.
Antes de 1958, cuando se derogó la “Ley de defensa de la Democracía”, pero fundamentalmente, se terminó, mediante la cédula única, con el cohecho como medio para ganar elecciones, la democracia tenía muchísimas imperfecciones, con un cuerpo electoral muy reducido, con votantes-campesinos “acarreados” a votar, con un fuerte peso del poder militar, como se evidencia en los múltiples golpes de Estado indicados anteriormente, además del que derrotó a Balmaceda en 1891.
Entre 1958 y 1973 creció fuertemente el cuerpo electoral, el campesino empezó a sindicalizarse, la “promoción popular” o participación fue una política de Estado, la desnutrición infantil se comenzó a atacar seriamente, etcétera. 15 años de democracia que desgraciadamente terminaron en medio de la desunión y la incomprensión entre las fuerzas políticas de centro y de izquierda.
Un antecedente importante de ese periodo democrático se dio en la campaña presidencial del Frente Popular de 1938, cuando la Falange Nacional se propuso, según Ignacio Palma, “trabajar por que el candidato sea un hombre de unidad, que garantice ampliamente la dignidad humana de amigos y adversarios, que sobre todo fundamente su acción y tenga como objetivo una rigurosa e impecable justicia social”. Eso implicaba, según declarara la Juventud Conservadora el 12 de diciembre de 1937, “un hombre que signifique una garantía cierta de paz social, condición fundamental para que las transformaciones de orden social y económico que se avecinan fatalmente sean realizadas en un ambiente de armonía social”. Estas opiniones están cruzadas por la virtual dictadura de Arturo Alessandri Palma 1932-38, a la cual Salvador Allende hiciera referencia cuando señaló que se requería “no solo una higiene política sino también una higiene social” (Cámara de Diputados, 31 de mayo de 1938).
Con el golpe de Estado de 1973 y la Constitución de 1980 no se estableció en Chile una nueva democracia, sino el tutelaje de las FF.AA. sobre toda la institucionalidad chilena. El triunfo ciudadano del 5 de octubre de 1988 es la antesala del renacer de la democracia en nuestro país.
La reforma constitucional del 2005, que empezó a regir en el 2006, termina con dicho tutelaje militar, e inaugura un segundo periodo que podemos reconocer como democrático en la historia de Chile: 2006-2010, que requiere por cierto muchas mejoras y perfeccionamientos, especialmente en la descentralización del poder para posibilitar la participación local y regional, pero que abre nuevamente las puertas de la lucha sin fin por una vida mejor para todos.
En total, 19 años de democracia desde 1810. Un largo camino para el nuevo paradigma del siglo XXI se abra camino y que el economista indio Amartya Sen, nos ha iluminado con su análisis de la democracia y las formas de superar la pobreza.
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