En las aguas profundas del Archipiélago de Chiloé, miles de buzos artesanales se sumergen diariamente, desafiando las corrientes del mar y, sin querer, su propia seguridad. Estos trabajadores, en su mayoría independientes, son esenciales para la economía local, pero permanecen excluidos de los sistemas de protección laboral y de salud ocupacional. Esta omisión no sólo pone en peligro su salud inmediata, sino también su bienestar a largo plazo.
Uno de los principales desafíos que enfrentan es la informalidad. Los buzos autónomos carecen del acceso a las mismas protecciones que los empleados formalmente en la industria acuícola. Mientras que las mutualidades cubren al 100% las secuelas de enfermedades laborales para los trabajadores formales, los buzos independientes se encuentran sin cobertura ni seguimiento de los riesgos a los que se enfrentan diariamente. Esta desprotección se ve agravada por la ausencia de mecanismos de protección social, dejando a estos trabajadores sin un sostén que los ampare ante los peligros del oficio.
Uno de los riesgos más graves que enfrentan los buzos es la osteonecrosis disbárica. Esta condición afecta a aquellos que no respetan las normas de descompresión y bucean a profundidades importantes. Se presenta a largo plazo y puede destruir el tejido óseo y articular, llevando a complicaciones como la artritis o incapacidades permanentes. Los síntomas, que pueden comenzar con simples dolores en las articulaciones, amenazan no solo la capacidad de trabajo de los buzos, sino también su calidad de vida.
El problema es estructural. El modelo tradicional de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) en Chile no cubre a los trabajadores informales, dejando a grupos vulnerables, como los buzos autónomos, en una situación de desprotección absoluta. Esto exige la participación activa de autoridades locales y organizaciones de trabajadores informales que comprenden la realidad y las necesidades de estos buzos.
El problema es estructural. El modelo tradicional de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) en Chile no cubre a los trabajadores informales, dejando a grupos vulnerables, como los buzos autónomos, en una situación de desprotección absoluta
No obstante, el panorama no es del todo sombrío. Iniciativas como las capacitaciones comunitarias en prevención de enfermedades por descompresión, lideradas por la Unidad Hiperbárica de Ancud, han demostrado que es posible reducir las fatalidades y mejorar la seguridad de los buzos. Sin embargo, esto es solo un primer paso. Se necesita un Programa de Salud para el Seguimiento de Buzos Artesanales, que eduque y proporcione un marco estructurado para monitorear su salud y prevenir enfermedades ocupacionales. Solo a través de una política inclusiva y específica que garantice su seguridad y salud ocupacional podremos realmente proteger a estos trabajadores.
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