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Socialismo y Comunismo: Convergencias y divergencias

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En medio del nuevo ciclo político que se abre en Chile, y tras la contundente victoria del Partido Comunista en las primarias del oficialismo, la pregunta sobre el lugar del socialismo democrático se vuelve inevitable. ¿Qué papel debe jugar el socialismo chileno en una izquierda liderada hoy por sensibilidades que le son ajenas, cuando no directamente contrapuestas? ¿Acompañar, mimetizarse, replegarse, renovarse?

Se ha repetido hasta el cansancio que la izquierda debe unirse. Pero poco se dice del contenido de esa unidad, de los términos de esa alianza. Porque no toda unidad fortalece; algunas, por el contrario, disuelven y subordinan. La unidad no se construye negando las diferencias internas, sino reconociéndolas con franqueza. El socialismo y el comunismo, aunque puedan compartir causas justas y objetivos inmediatos, son tradiciones políticas distintas, con historias, lenguajes y sentidos estratégicos separados. La ilusión de una convergencia natural, que borre esas diferencias en nombre del pragmatismo o de la eficiencia electoral, solo conduce a la dilución de uno en el otro.

Hoy el socialismo chileno enfrenta ese riesgo. No porque deba negarse a colaborar con otras fuerzas progresistas, sino porque debe hacerlo desde una posición clara, autónoma, reconocible. No se trata de volver al sectarismo ni de custodiar ideologías, sino de tener algo propio que ofrecer. Y eso propio no es menor: una tradición democrática, un vínculo histórico con el mundo del trabajo, una cultura de derechos, una visión de la justicia social que no pasa por el maximalismo ni por la moralización del poder, sino por la reforma sostenida, responsable, transformadora.

El socialismo democrático chileno fue capaz, en su mejor momento, de construir alianzas amplias que incorporaban al centro político, al humanismo laico, al mundo socialcristiano, e incluso a sectores liberales progresistas. Esa fue la Concertación. Sus límites son conocidos, pero no por ello su experiencia debe ser descartada con desdén. Allí hubo una forma de entender la política como construcción mayoritaria, no como enclave ideológico. Hubo un reformismo audaz, no resignado. Y hubo también una ética de la democracia que hoy parece ausente en ciertos discursos que coquetean con la violencia simbólica, el desprecio institucional o la lógica de trincheras.

En este escenario, la colaboración con el PC y el FA puede darse. Pero no puede significar rendición doctrinaria ni fusión táctica sin principios. La historia enseña que las coaliciones de izquierda que borran las diferencias acaban mal, pierden identidad, se vuelven ajenas para la ciudadanía y dejan vacíos que la derecha ocupa con facilidad.

Tampoco basta con un discurso interno de renovación. Se requiere audacia organizativa, apertura hacia la sociedad, conexión con los mundos juveniles, populares y laborales que ya no reconocen al socialismo como referencia válida. No es solo una crisis de votos, es una crisis de sentido político, de por qué estoy y qué hago acá. Y no se resuelve con marketing político ni con puestos en el gabinete. Se resuelve con ideas, con coraje para levantar una voz propia, con capacidad de representar algo más que una historia pasada.

Porque el socialismo chileno corre el riesgo de convertirse en un actor menor, funcional a un proyecto ajeno, si no reconstituye su fuerza ideológica y social. Si se limita a ser la “sensibilidad moderada” dentro de una coalición hegemonizada por el PC, terminará siendo irrelevante. Si, en cambio, se atreve a hablar con voz propia, a convocar a los progresistas desorientados, a los reformistas sin partido, a los jóvenes desencantados del identitarismo estéril y a los sectores medios empobrecidos por la desigualdad, entonces podrá reconstruirse como fuerza vital.

El socialismo chileno corre el riesgo de convertirse en un actor menor si no reconstruye su fuerza ideológica y social, reencantando a una ciudadanía que ya no lo reconoce como referente

La izquierda chilena necesita un reformismo con horizonte, que no se avergüence de gobernar, que no renuncie al Estado, pero que no lo sacralice. Que defienda las libertades públicas tanto como la justicia redistributiva. Que hable de crecimiento, pero también de igualdad, de inversión, pero también de derechos sociales garantizados.

Ese espacio existe. Pero no será ocupado por quienes se mimetizan. Será ocupado por quienes tengan algo distinto que decir y una forma distinta de hacer. El socialismo chileno debe reconstruirse desde esa diferencia. La unidad no puede ser un pretexto para disolver su propia identidad. La convergencia, si ha de ocurrir, debe darse en torno a grandes objetivos comunes, no en base a la claudicación de los matices.

Una advertencia adicional: si el socialismo no reconstruye su vínculo con el mundo popular, con los trabajadores, con los sindicatos, con la marginalidad, entonces otros lo harán, y no necesariamente desde la izquierda. La derecha acecha y el populismo también.

Lo que está en juego no es solo el futuro del socialismo como partido. Es el futuro de una izquierda democrática, plural, capaz de gobernar sin fanatismos, de transformarse sin perder sus raíces, de abrirse al futuro sin renegar de su historia. Esa izquierda solo existirá si el socialismo asume el riesgo de volver a encender su propia autonomía.

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2 Comentarios

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Por ahora y respetando el tenor democrático de la primaria, la candidata a la presidencia es Jeanette Jara, y todos los partidos que participaron la apoyan. Lo demás es música, o ruido.

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En serio que da un poco de risa la columna… Ver al PS tan perdido y lleno de envidia porque Jara milita en el PC y no tocarán su pedacito de vitrina en las elecciones, los hace ver como un partido patético… Imaginen: El PS desea encontrar a:

progresistas desorientados, reformistas sin partido, jóvenes desencantados del identitarismo estéril y sectores medios empobrecidos por la desigualdad,

para que lleguen a militar en sus filas, ya que queremos llegar a ustedes con nuestro discurso que quiere decirles que… que… en de que-que qué, que, de que… y con ese discurso sin discurso les debiera bastar para que sean la fuerza votante que necesitamos para… figurar en alguna parte…

Y es que no tienen discurso… Hace años que el PS viene haciendo súper congresos refundarorios y no se refundan en nada… No tienen identidad conocida… Quizá su problema sea no poner la verdad por delante, diciendo por ejemplo “somos un partido que desea llenar de impuestos a los chilenos para repartir esos recursos entre los militantes del partido”… Pero, esta verdad dura seguramente no sería bien recibida por los chilenos que ya hemos visto cómo se repartieron los dineros fiscales los actuales gobernantes que tienen un pie entre el PS y el PC con la alta dirección de Maduro, el asesino descuartizador…

… Quizá lo primero sería establecer una matriz de diferencias con el PC, para saber hacia dónde ir… Así, podrían escribir “El PC es un partido terrorista que desea llegar al poder para despojar a pobres y a ricos de toda oportunidad de decrecimiento y bienestar, expropiándoles sus propiedades, empresas y sus sueños”… Nosotros, en cambio, no queremos usar terrorismo para adueñarnos de los recursos del Estado, sino que lo deseamos conseguir vía encantar desencantados, orientando desorientados, llegando con un discurso de más pobreza a los pobres sin partido”… ¿No suena tan mal, o sí?

… Yendo al fondo del asunto, el ser humano desea bienestar, seguridad, paz, prosperidad y esto es algo que se logra proponiendo condiciones para que cada ser humano logre su mayor realización espiritual y económica, como dice nuestra Constitución más o menos, entonces, ¿qué discurso debe presentársele a esos pobres jóvenes identitariamente desorientados en su estéril pobreza para que vean en las nuevas líneas del PS un faro luminoso en la noche oscura que ha creado un Gobierno que ascendió con terrorismo para flagelar con impuestos que ellos no están dispuestos a pagar?

La respuesta serían nuevas formas de crear riqueza que sea de los chilenos y no de los políticos carroñeros; nuevas formas de proteger nuestras fronteras para que el desgraciado de Maduro deje de enviar a sus descuartizadores; nuevas formas de bajar impuestos para dejar de infringir dolor a las familias chilenas; nuevas formas de encarcelar a los chicos malos; nuevas formas de independencia económica para los chilenos y nuevas formas de independencia política de los ciudadanos de la dictadura de los partidos políticos que acuerdan cuánto impuesto pagaremos los chilenos y las formas en que los políticos se lo repartirán…

¿Es posible un país que camine hacia la independencia económica de sus ciudadanos, respecto de los grandes poderes, y la independencia política de los buitres que se reparten el Presupuesto Nacional como amos y señores, dejando al pueblo sumido en la pobreza y en la miseria, falleciendo en listas de espera y rematando sus propiedades para pagar contribuciones que alimenten a los buitres del Congreso, del Senado y a un millón y medio de sanguijuelas que parasitan el Estado?

Depende del jugador que dirija las blancas, o del jugador que arremeta con las piezas negras y de cuáles son sus intenciones y cuál su metodología… Pondré un ejemplo para poner en contexto la posibilidad de evaluar si lo que pregunto es posible o no…

En la red está la propuesta de Poder Civil punto ce ele que detalla metodología para que los chilenos tiendan a ser dueños de los recursos soberanos de Chile, así como para desarrollar una democracia efectiva que apruebe la mayoría, junto a mecanismos para desarrollar prosperidad en todas las comunas de Chile y propiedad económica en todos los chilenos… La podemos resumir como soberanía económica, democracia efectiva, desarrollo nacional y enriquecimiento de los chilenos, y todo esto usando solo un décimo de lo que desfalca o roba el Gobierno cada año en el país…

¿Es esta una propuesta que podría tomar el PS para proponerla y discutirla con todos los chilenos y así levantar una bandera que todos los votantes querrían mirar? Eso dependerá de cuáles son las intenciones del PS… Si el PS prefiere que los chilenos sigamos siendo un feudo de capitales diversos que le llevan algunas coimas a sus filas, no querrán… Si prefieren usar la Ley como para seguir manteniendo la dictadura de las mafias políticas partidarias que se repartirán a su antojo el 100% del Presupuesto Nacional, porque pretenden seguir siendo los mismo ladrones de siempre, no querrán… Si quieren mantener concentrado el desarrollo en el Área Metropolitana porque eso les brinda vitrina y lugar donde abunden despojos para su conveniencia, tampoco querrán…

Como puedes ver, o pueden ver, el autor de estas líneas quiere libertad económica, política y territorial para el pueblo de Chile, libertad de los miserables que llevan sus traseros corruptos al Congreso y al Senado y a toda repartición pública a la que acceden por pitutos y no por méritos… Está clarísimo lo que deseo, está escrito en la red, analizado profundamente con diferentes inteligencias artificiales que apoyan estas ideas como unas de vanguardia indiscutible, pero, la pregunta es ¿qué desean los socialistas?

¿Qué mueve a un socialista y cómo debemos interpretar cada una de sus jugadas políticas? Siendo sincero, creo que veo a los PS, así como a cualquier partido de izquierda, solo como un grupito más de los políticos carroñeros de mierda que se encorvan sobre la pobreza del pueblo, para hacerlo cada día más miserable y hundirlo en la desesperanza… Los veo como inhumanos, hipócritas, mentirosos y como unos ladrones de mierda que no se cansan de enriquecerse a costa del pueblo chileno…

Y si acaso lo que digo no es verdad, que venga algún socialista y que haga una lista de lo que quiere el PS para Chile y los chilenos y veamos si acaso hay alguna sustancia con la que encantarían a los desencantados que desencantaron con “identitarismos estériles”…