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Seguridad sin anteojeras

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Hay quienes aún viven con el casete pegado. Cada vez que se habla de seguridad pública o control policial, salta un reflejo automático: “Estado opresor”, “criminalización de la protesta”, “represión a los pobres”. Es una matriz discursiva que tuvo sentido en ciertos contextos históricos –la dictadura, el autoritarismo estructural, el abuso policial institucional– pero que, repetida sin matices, hoy se convierte en un obstáculo para una izquierda responsable.

Carolina Tohá lo dijo con claridad en una charla en París, ante estudiantes de la Paris School of International: “la izquierda le tiene alergia a las policías y al orden público”. Tal vez, para evitar el avispero que se desató, debió decir “cierta izquierda”. Pienso que lo dijo sin cálculo, pero con fundamento, porque no hablaba desde la vereda del análisis, sino desde la experiencia concreta de haber enfrentado esa tensión como ministra del Interior. No es una tesis política, es un aprendizaje derivado de su propia experiencia.

Tohá advirtió allí que en el progresismo ha costado incorporar con propiedad la seguridad como parte de su ideario político, y que los “complejos de izquierda” han llevado a que ciertos sectores rehúyan enfrentar el orden público con decisión. Agregó, y aquí está la médula de su intervención, que “hacer cumplir la ley no es algo de derecha: es la principal protección para los vulnerables”.

Esa afirmación no es obvia para quienes aún leen el Estado como pura estructura de dominación, o imaginan a las policías como instrumentos de represión de clase. Pero es profundamente coherente con una visión socialdemócrata de la política, es decir, el Estado como garante de derechos, como protector de los más débiles, como organizador legítimo del orden público en clave de justicia social.

Es esa matriz la que hoy vuelve a tener sentido en un contexto donde el dogmatismo ideológico y el marketing de causas identitarias han reemplazado muchas veces el ejercicio sobrio y difícil del gobierno. No es casual que Tohá sea una de las pocas voces progresistas capaces de tender puentes entre el mundo popular, las instituciones del Estado y los dilemas del presente.

Porque cuando no hay seguridad, no son los poderosos ni los ricos los que sufren primero. Es en los barrios, en las poblaciones, en los sectores más vulnerables, donde la inseguridad mina la vida cotidiana; son los niños que no pueden caminar tranquilos al colegio, las mujeres que evitan regresar de noche, los adultos mayores que se encierran para no ser víctimas del delito. Esos rostros concretos de desprotección que ninguna retórica simbólica resuelve. Y sin embargo, hay quienes prefieren ampararse en un discurso viejo y repetido, que ve en cada carabinero una amenaza y en cada ley penal una claudicación política. Como si viviéramos en los años ochenta, como si la izquierda, y antes la centroizquierda, no estuviese gobernando. La izquierda que rehúye tomar el tema de seguridad con firmeza, sin ambages, deja el terreno libre para que otros se apropien del lenguaje del orden, la autoridad y la eficacia.

Hacer cumplir la ley no es algo de derecha: es la principal protección para los vulnerables

Tohá no cayó en esa trampa. Al contrario: asumió el desafío de gobernar con los pies en la tierra. Como ministra impulsó reformas policiales, coordinó una agenda de seguridad robusta, enfrentó al crimen organizado y puso recursos donde antes había discursos. Y lo hizo sin renunciar a los principios, con enfoque de derechos, con mirada social, con respeto por la diversidad. Eso es gobernar desde la izquierda moderna y democrática, no desde los lugares comunes del dogma.

Ese giro es también mérito del gobierno de Gabriel Boric, que supo reconocer la necesidad de madurar políticamente y de asumir que los temas de seguridad no se resuelven con consignas. No fue un cambio cosmético, fue una decisión política: abandonar el infantilismo ideológico para hacerse cargo del país real.

La seguridad no es de derecha ni de izquierda: es condición mínima de la libertad. Sin ella, la educación, la salud, la participación cívica pierden sentido. Cuando el Estado flaquea por prejuicio ideológico, ese lugar lo ocupan el narcotráfico, las mafias y la impunidad.

Tohá en París no le habló a la derecha, le habló a la izquierda. Le habló a quienes creen que se puede construir una sociedad más justa, pero que entienden que eso exige orden institucional, autoridad legítima, responsabilidad política y una noción no culposa del poder. Le habló, en suma, a quienes aún creen que la socialdemocracia no es un acomodo “burgués”, sino una forma seria de transformar un país sin arrasarlo en el camino.

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2 Comentarios

Carmen Salis

La sra.Toha sale a hablar fuera, mientras su silencio en Chile hace harto ruido.
Un factor importante de la seguridad es combatir la corrupción. Cuando Toha explique las boletas que le extendió a Ponce Lerou, podría tal vez hablar con más propiedad al respecto. Es falso que la izquierda aborrece las políticas de seguridad, es perentorio para una política socialdemócrata no separar derechos sociales de las políticas de seguridad. Pero doña Carolina se pasó de una al lado perverso de la seguridad, sobretodo en un país como Chile,donde la corrupción se está tomando las instituciones más relevantes como es el poder judicial. Cuando la señora Toha haga la distinción y explique las diferencias abismales entre una defensora ambiental indígena quemada, y la ex alcaldesa de Maipu que ha burlado las medidas cautelares, habiendo defraudado 36 mil millones al Estado sería más coherente

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Pacto tiene que haber habido entre rezurdosdem y las políticas madurianas que deseaban dañar a Chile para realizar una exportación de presos venezolanos que debían entrar libremente por las fronteras y que vinieron a ayudar a ejecutar un plan, incendiar a Chile y a Carabineros y derrocar a Piñera y luego seguir el manual chavista de la nueva Constitución y … así lo hicieron en Chile, al pie de la letra, y Tohá tenía que ver con la seguridad del país y no puso seguridad, sino que inseguridad, dejando entrar y quizás recibiendo a terroristas, todo al son de la extracción del teniente Ojeda luego de alguna de clase de acuerdo de don monsalvito y don madurito, seguramente al tanto de todo ello, don boricito y doña tohátita…

La señora Tohá tiene razón en que la izquierda odia la seguridad pública, por ello la idea de reformar a Carabineros y leyes especiales para que ellos actúen, para que luego el malo que es atrapado lo deje ir la fiscalía y los jueces especialmente designados de la izquierda rezurdadem…

Ya lo confirmó doña Jarita en el debate: seguiremos trabajando para destruir la seguridad pública.,, Se le salió lo terrorista del empleo, de Carabineros y de la justicia y todo eso ocasiona mal a la nación…

Un gobiernitodem socialista comunista terrorista incendiario y de ladrones tiene votos con el lúmpen que no tiene nada que perder y los tiene que vivir pagando, con nuestros bolsillos y debemos también sufrir todas las políticas estúpidas de la gente rezurdadem, que empobrecen, proliferan el asesinato, el desfalco, el temor en la población…

La gente de izquierda, así como se ha de hacer una auditoría al Estado en el siguiente Gobierno, Dios mediante, pienso que una vez que terminen su gobierno en 2026, debieran pasar directo a declarar a tribunales ya que hay mucha que explicar…