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Querida izquierda: tranquilos, no se les va a caer el puño si dicen “marica”

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Ya vienen las primarias. El domingo 29 de junio, la izquierda se enfrentará a su espejo electoral. Ahí estarán, muy serios, los presidenciables del progresismo: Winter, Jara, Tohá y Mulet, compitiendo por el corazón de una izquierda que quiere parecer moderna, pero que todavía se persigna si escucha «identidad de género» demasiado cerca del almuerzo.

Claro, todos dicen estar por la igualdad, por los derechos, por el amor. Pero cuando uno se mete a sus programas con lupa, como marica desconfiada que ha escuchado promesas en cada elección desde 1990, lo primero que se nota es el clásico: «sí, pero con mesura«.

Al parecer, el miedo no es al fascismo, sino a parecer «demasiado inclusivos«. No vaya a ser que un votante moderado se sienta invadido por la posibilidad de que la vida se homosexualice.

Programas con perspectiva… pero sin lente

Gonzalo Winter y Jeannette Jara al menos hacen el intento. Proponen una Subsecretaría de Diversidad, ley integral trans, cupo laboral trans, filiación igualitaria. Aplauso. Pero todo dicho con esa voz monocorde de quien no quiere asustar a nadie. Que no se note mucho, que no parezca que estamos cambiando las cosas de verdad.

Carolina Tohá, por su parte, se pasea con el cartel del «socialismo democrático», pero cuando se trata de diversidad, ofrece apenas una mención tibia y sin detalles. Como quien dice: «tranquilos, no me voy a poner radical». Y Jaime Mulet, fiel a su estilo, decidió no escribir nada. Tal vez pensó que con ser «verde» ya cumplía el cupo.

Así estamos: rogando que algún candidato diga «trans» sin bajarle el volumen a la voz.

El problema no es de propuestas. Es de pánico moral.

La izquierda chilena, esa misma que grita contra la oligarquía y el capital, tiembla cuando tiene que hablar de cuerpos, deseo, maricas, colas, no binaries, travestis, afeminadxs. Prefiere el lenguaje aséptico, el Excel, la tolerancia con manual de buenas costumbres.

Y en medio de esa contención emocional, aparece la voz ineludible de Pedro Lemebel, como una bomba de plumas y rabia lanzada al escenario del debate público:

«¿Tiene miedo que se homosexualice la vida? Y no hablo de meterlo y sacarlo Y sacarlo y meterlo solamente Hablo de ternura, compañero Usted no sabe Cómo cuesta encontrar el amor En estas condiciones…»

¡Zas! ¿Incomoda? Bien. Era la idea.

Y sigue:

«La gente comprende y dice: ‘¡Es marica, pero escribe bien’ ‘¡Es marica, pero es buen amigo’ Súper-buena-onda Yo no soy buena onda Tengo cicatrices de risas en la espalda»

No queremos que nos toleren. No somos 'súper-buena-onda'. Somos memoria, somos lucha, somos deseo, somos incomodidad. Y queremos estar al centro, no al borde del programa

A ver si los programas presidenciales pueden competir con eso. Porque ahí no hay tecnicismos. Hay verdad. Y la verdad, compañeros, no cabe en PowerPoint.

¿Por qué les cuesta tanto decir la palabra «marica»?

Quizás porque saben que decirla con convicción implica aliarse con lo que el poder desprecia. Y eso no es gratis. Da miedo. Podrían dejar de ser «respetables». Perder likes. Perder votos. Ser acusados de identitarios, radicales, woke, o lo que esté de moda para silenciar disidencias.

Pero, si nos ponemos serios, ¿de qué revolución hablan si no son capaces de incomodar a su propio electorado?

¿Van a cambiar el país sin tocar las estructuras más íntimas, más profundas, más corporales? ¿Van a redistribuir la riqueza mientras reproducen el mismo binarismo de siempre, con la bandera del arcoíris guardada en el cajón «cuando convenga»?

Querida izquierda: no se preocupen, no contagiamos

No se preocupen, candidatos. No les vamos a exigir que se vistan de lentejuelas ni que marchen con taco 15 en la Parada Militar (aunque sería bello). Solo pedimos que dejen de tratarnos como tema menor. Como anexo. Como «más adelante». Como «yo tengo amigxs gays».

Queremos salud digna sin patologización. Educación sexoafectiva sin censura. Ley trans sin burocracia kafkiana. Filiación igualitaria sin peritajes psiquiátricos. Trabajo sin armarios. Amor sin miedo.

Y si eso les parece mucho pedir, entonces no son distintos de los que se indignan por ver una bandera multicolor ondeando en La Moneda (que este año no flameó).

Reflexión final: no somos buenas ondas

No queremos que nos toleren. No queremos que nos aplaudan por lo bajo. No somos «súper-buena-onda» como decían de Lemebel. Somos memoria, somos lucha, somos deseo, somos incomodidad. Y queremos estar al centro, no al borde del programa.

Así que, queridas izquierdas: no teman decir marica. No teman decir travesti. No teman decir no binarie, lesbiana, cola, loca. Porque si les da miedo eso, ¿cómo van a pelear contra el fascismo?

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1 Comentario

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La izquierdé es tan cero aporte, más bien es un anti aporte… Esa banalidad que tienen para venderse por unos votos da vergüenza ajena. Quieren captar al mundo trans y se así se se visten de un ropaje más bien odiado que bien recibido. Se ponen una moneda anti Dios como baluarte. No saben lo que tienen que saber cómo deben saberlo. No saben valorar el alma del ser humano en su esplendor, lo llevan a un mal camino con la permisividad. No es que esté en contra de lo que cada persona prefiera, pero, el Altísimo ama a sus criaturas y no quiere que se pierdan, por eso nos educado con sus leyes y los ejemplos de su hijo amado…

Lo triste es que su discurso, además de ser pobre, no hace honor a su verdad cuando gobiernan. Ahí les viene el desenfreno por robar, por contratar amigos con buenos sueldos en el Estado, y más aún hacen todo lo que pueden para que el sueldo mínimo suba, al que lo persigue la inflación y todo queda en nada,para los pobres, porque ellos no reciben los mismos aumentos que alguien que gana el sueldo mínimo…

¿Y qué decir de su amor al terrorismo y al modelo chavista, o cubano o maduriano que procuran aplicar al pie de la letra? ¿Perdieron el juicio cuando decidieron confabularse con Maduro para destruir a Chile? ¿No les duele ver a su país incendiado por unos animales procurando destruir las fuerzas armadas para instaurar policías que obedezcan a su maldad, tal como lo hizo el degenerado mental de Maduro? ¿Por qué aman la estúpida idea de querer implantarnos una cartilla de racionamiento, tal como lo hacen los cubanos, llevando a su población a casi morirse de hambre?

Le hace falta una mirada transformadora a la izquierda, la de hacer mejor al país desde los principios de la derecha, pero, con una mirada de izquierda, cosa que para ellos es chino mandarín en ruso… No entienden lo bueno, y solo quieren hacer lo que desaprueba el Creador de los cielos y la tierra… Allende, ese degenerado de mierda, en su tiempo, alentabala usurpación propiedades, hecho altamente condenado en Miqueas… Y ahora, robando todo lo que pueden, endeudando al país para seguir robando, es algo que atenta contra el derecho de los pobres a vivir en mejores condiciones y en un mejor país y no lo saben, porque no tienen consciencia del mal que hacen… Salieron con el cerebro fallado y no se educaron y se bañan en la porquería de su ignorancia, y piensan que debemos aceptar sus idioteces, y no será jamás así, al contrario, vendrá venganza sobre ellos y no del pueblo chileno, sino del dueño de las almas y dueño de todos los recursos de la tierra…

Hablan de amor ¿en realidad lo hacen?, pero, se llevan a sus casas el robo de lo que habría de ser la provisión de los más pobres… ¡Qué desgraciados! El Señor los reprenda a todos ellos y les dé el pago que merecen por todas sus obras de ladrones, mentirosos y asesinos…

Izquierdosos, como dice nuestro querido amigo Milei, váyanse a donde ya saben, pedazos de mierda inútiles…