“El verdadero progreso y el hábito del pensamiento democrático solo se logran si la mayoría oficialista y la oposición debaten.”[1].
Ser de centro es llegar a acuerdos cuando los extremos no se atreven[2]
Ya entramos a la recta final para la elección de nuestras nuevas autoridades que nos gobernarán por cuatro años a partir del 2026. No es baladí mostrar ocupación y menos preocupación por lo que vamos a vivir este año.
La Democracia Cristiana no ha tenido buenas experiencias cuando han decidido dar luz verde a la extrema izquierda, ya lo han experimentado en dos ocasiones, el año 1970 con el gobierno de Salvados Allende y el pacto de garantías democráticas[3] y luego en el año 2021, sin mediar negociación de ningún tipo y pecando de inocencia se apoyó al candidato de extrema izquierda Gabriel Boric, los resultados de ambos procesos están a la vista y las consecuencias de malas decisiones las sufren los militantes quienes tienen que dar la cara ante la ciudadanía por actos sobre los cuales no han tenido incidencia.
Hoy quiero escribir sobre la importancia de los centros políticos y su gravitancia en la protección de la democracia. Los partidos de centro son cruciales en la política de sistemas democráticos. Estos, los partidos de centro, tienen varias implicaciones importantes para el funcionamiento de las democracias, especialmente en sistemas multipartidistas como el nuestro. Su presencia es clave por diversas razones:
La Democracia Cristiana ha tenido una importancia significativa en la historia política de Chile, desde su nacimiento primero como falange nacional y luego como Democracia Cristiana. Su relevancia puede analizarse desde diferentes perspectivas:
Durante las décadas de 1980 y 1990, la Democracia Cristiana fue parte de la coalición opositora a la dictadura y luego formó parte de la Concertación que entrego al país los gobiernos más exitosos en la historia de nuestra patria con figuras como Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle y del socialista Ricardo lagos.
En las últimas décadas, la Democracia Cristiana ha tenido que experimentar varios desafíos y transformaciones, entre ellos el de adaptarse a los cambios sociales y políticos del Chile actual, que incluye la creciente polarización que da por consecuencia la aparición de nuevos movimientos y partidos políticos. Esto ha puesto a la Democracia Cristiana en una situación compleja que, por un lado, enfrenta una disminución preocupante de su base electoral y, por otra parte, el intento de reconfigurarse sin buenos resultados a la fecha. El intento de tratar de reencontrar su lugar en un espectro político más fragmentado y menos centrado en las grandes coaliciones tradicionales debe de llevarla a reencontrarse con aquello que le permitió ser una opción para el país, adecuando sus principios e ideales a los nuevos tiempos.
En el escribir de estas líneas, no pude, sino caer en cuenta de algo que es de toda lógica y es que el centro es el equilibrio en casi todo orden de cosa, el péndulo por más vaivenes que haga, inexorablemente culmina en el centro de su recorrido, esto me llevo a pensar que lo mismo acontece en otra actividad del ser humano que mueve masas y paciones, si es el deporte rey el futbol.
En resumen, los partidos de centro son cruciales para el equilibrio y la estabilidad en el sistema político de un país, al igual que los centrales en un equipo de fútbol. Su papel de conciliadores, su atractivo para un amplio espectro de votantes y su enfoque pragmático contribuyen a la cohesión social y a la eficacia de la gobernanza democrática
En el fútbol existen los centrales o centrocampistas; esta es una de las posiciones más cruciales en el fútbol, ya que tiene un rol multifacético tanto en la defensa como en el ataque. Las funciones pueden variar, pero en general, las principales responsabilidades de un centrocampista son las siguientes: conectar la defensa con el ataque (conectar izquierda con derecha), distribuir el balón (permitir que la política funcione mediante el diálogo con los extremos), defender y recuperar balones (administrar el diálogo entre los distintos partidos existentes), apoyar en el ataque (apoyar aquellas iniciativas que los partidos propongan y que son un avance a los procesos democráticos o desarrollo del país y de su gente), controlar el ritmo del partido (dar los tiempos y las pausas necesarias para las discusiones legislativas), organizar el juego (conducir y moderar las discusiones legislativas en pos de lograr buenos acuerdos para el país), cobertura y equilibrio (intentar mantener el equilibrio entre izquierda y derecha).
En resumen, los partidos de centro son cruciales para el equilibrio y la estabilidad en el sistema político de un país, al igual que los centrales en un equipo de fútbol. Su papel de conciliadores, su atractivo para un amplio espectro de votantes y su enfoque pragmático contribuyen a la cohesión social y a la eficacia de la gobernanza democrática.
Nuestro país tuvo dentro de los centrocampistas uno de los grandes, don Elías Figueroa central histórico de nuestra selección quien fue elegido por la FIFA en dos ocasiones como el mejor jugador del mundo, y en la política al igual que en el futbol hoy tenemos también un gran conductor central don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, gran presidente demócrata cristiano y de la concertación.
[1] Konrad Adenauer político alemán, primer canciller de la Alemania Occidental y uno de los «padres fundadores de la Unión Europea
[2] Víctor Pino diputado chileno militante del partido Demócratas
[3] El pacto de garantías democráticas realizado, en 1970, entre los partidos y movimientos de la Unidad Popular y el Partido Demócrata Cristiano buscaba precisar, desarrollar y hacer efectivas las garantías constitucionales de los derechos individuales y sociales, a través de un Estatuto de Modificación a la Constitución presentado al Congreso en octubre de 1970.
[4] De Augusto Pinochet (1973-1990)
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