Hace ya varios días corre una carta por las redes sociales pidiendo una nueva Constitución para Chile que lleve la firma de todas y todos.
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ignacio-iriarte
Jorge Andrés, gracias por tus palabras y por darte el tiempo de comentar y sugerir. Es cierto la constituciones no son la panacea, ni son estáticas, pero como tu bien dices deben proyectarse en el tiempo para evitar incertidumbres. Por ello es que esta es una apuesta para las proximas generaciones. Sin duda que lo que se pretende construir no debiera ser una estructura petrea, ni rígida y que debiera ser flexible a las necesidades que surjan en el tiempo, ahí estoy de acuerdo contigo y esa es una batalla que hay que dar cuando se empiece a configurar una Nueva Constitución. Ahora la apuesta es poner el tema arriba de la mesa tal como planteo en el texto y digo que ese trabajo debe ser hecho entre todos quienes creemos que la actual Constitución no recoge las necesidades de un país que ha cambiado mucho desde que se sancionó la actual carta fundamental.
En cuanto al tema de la felicidad, si es un concepto amplio, subjetivo e incluso ambiguo, pero la idea de tener una carta que propenda hacia esta idea, que sostenga más allá de su articulado regulatorio que es deber del estado tender a la felicidad de sus habitantes es una manera tal vez poética y retórica de darle valor a la felicidad en su sentido más amplio e inclusivo.
saludos,
amatamalau
Donde está el límite entre libertad y libertinaje? esta pregunta me nace al leer todo el tiempo solo las exigencias de nuestros derechos universales, libertades sociales, igualdad, justicia social etc….
Pero nunca se plantea cuales son nuestros deberes para que existan nuestros derechos, que estoy dispuesto a dar para recibir a cambio lo que quiero o necesito.
Así es como se crean falsas expectativas en nuestra sociedad imperfecta.
Un ejemplo
El estado francés financia el 84,5% de su educación superior, y toda la educación representa el 10,7% del presupuesto del país y su carga de impuestos es de un 40,5%; en Chile en cambio tenemos una carga impositiva de un 20,1% la mitad, la educación es el 18,2% del presupuesto de la nación casi el doble y eso nos alcanza para financiar el 14,4 % de la educación superior………… upsssss
estoy dispuesto a pagar más impuestos??????
ignacio-iriarte
Derechos y deberes, derechos y deberes, de eso no hay duda. Es responsabilidad de todos poner de nuestra parte para que la comunidad funcione en armonía y equilibrio. Para ello debemos pagar nuestros impuestos, respetar las normas de convivencia que nos hemos dado, Las sociedades perfectas no existen, pero existen los individuos responsables y las instituciones democráticas y representativas que como bien dices definen derechos y también exigen responsabilidades. Una nueva Constitución debiera buscar un adecuado equilibrio entre ambas.
raul-goicovic
Desde 1989-90 he sido partidario de una nueva Constitución y he reclamado para su debate y redacción una Asamblea Nacional Constituyente y para su aprobación un Plebiscito, como únicas formas de sentar las bases de una institucionalidad realmente participativa y por ello esencialmente democrática. He firmado la carta, pero no creo que este gobierno tenga el ancho, el largo y mucho menos el alto, para hacerlo, y creo que podría ser, en cambio, la matriz programática para el 2014. El problema consiste entonces en transformar el actual movimiento social en un movimiento político capaz de llegar al poder y realizar los cambios que desean todos los chilenos.
jorge1812
Estimado Ignacio, tal como dije en tu otro escrito, me parece necesario el debate y promover una nueva constitucionalidad, pero tengo una salvedad en cuanto a la idea de que la carta “rija los destinos de las futuras generaciones” y en cuanto a que es un vehículo cuya meta es “la felicidad de sus habitantes”.
Me parece que se estira demasiado el elástico, es decir, se crean falsas e incluso distorsionadas expectativas.
Tal como dije, las institucionalidades no pueden ser estáticas y rígidas en todo sentido, de lo contrario serían una especie de contrato de esclavitud. Deben irse adaptando, por tanto, no necesariamente deben regir el destino de las futuras generaciones y darles la suficiente libertad como para cambiarlas. Cuestión que claramente no es el caso nuestro. No obstante, tampoco hay que caer en el círculo vicioso de pasarse la vida derribando y haciendo nuevas constituciones, como ocurre en otros países, donde finalmente, la incertidumbre generada se vuelve parte del sistema, y termina por empeorar las cosas.
Por otro lado, ligar la constitucionalidad con la obtención de la felicidad es arriesgado puesto que la felicidad es un concepto más bien personal que determina cada individuo a lo largo de su vida, en distintos momentos. Ergo, la felicidad no puede ser “pauteada” por una Constitución. Sí se acepta tal idea, existe el riesgo que quienes impongan su criterio en la nueva carta, impongan también su criterio de felicidad a quienes tienen otro concepto.
En ese sentido, la Constitución debe ser un marco legal, que permita la mayor libertad para que las personas, busquen y determinen qué los hace felices sin ser violentados y a la vez, sin violentar a otros.
Saludos