Hoy asumimos, con dolor pero con convicción, la derrota de la tesis de levantar una candidatura presidencial propia desde la Democracia Cristiana. Para muchos y muchas, esta no era solo una decisión táctica: era una afirmación de nuestra identidad, una forma de decir que aún creemos en un proyecto político humanista, socialcristiano y autónomo.
Sabemos perder. Pero no renunciamos a decir lo que pensamos: la tesis ganadora está honestamente equivocada. Bajo el discurso de la “unidad”, se ha impuesto una lógica de subordinación al oficialismo, sin condiciones, sin proyecto propio, sin voz propia. Y no todos actuaron con honestidad intelectual: algunos simplemente cuidaron su cupo parlamentario.
El diputado Eric Aedo representa ese oportunismo que tanto daño nos ha hecho. Su voto fue funcional a su interés individual, no al destino colectivo del partido. Y la senadora Yasna Provoste también ha tenido un rol activo en consolidar esta línea, muchas veces más preocupada de su espacio personal que del reencuentro de una comunidad que sufre.
Pero también corresponde preguntarnos por qué fuimos derrotados quienes defendemos una postura más centrista y coherente con la identidad histórica de la DC. La autocrítica es necesaria: no fuimos capaces de construir mayorías, de articularnos con claridad, de ofrecer una alternativa convincente al interior. Nos faltó unidad, nos faltó presencia, y a veces también convicción de disputar con todas nuestras fuerzas.
Aun así, no nos arrepentimos de haber defendido nuestras ideas. Lo hicimos con respeto, con convicción y con apego a la historia de un partido que fue grande cuando se atrevió a ser distinto.
Pedimos a quienes han vencido —aunque creemos que están honestamente equivocados— que cuiden el instrumento político que es la Democracia Cristiana. Que no caigan en la tentación de perseguir a la minoría circunstancial de la Junta Nacional. Que eviten la burla, el desprecio o la cancelación interna. Que entiendan que somos todos parte de este proyecto, que nadie sobra, y que necesitamos respeto en la diferencia si queremos sobrevivir como comunidad política.
Y si la tesis que hoy ha ganado lleva al partido al fracaso, esperamos que también haya autocrítica, como la hacemos nosotros hoy, porque la historia no se escribe solo con votos, sino también con coherencia, responsabilidad y capacidad de mirar más allá del corto plazo.
La Democracia Cristiana no merece desaparecer. Pero tampoco merece ser manejada como una empresa familiar o un trampolín personal
La Democracia Cristiana no merece desaparecer. Pero tampoco merece ser manejada como una empresa familiar o un trampolín personal.
Seguiremos con la frente en alto. Porque no hay derrota cuando se lucha por convicciones profundas y por la dignidad de una historia común.
Juan Pablo Marchant Corvalán
Militante de la Democracia Cristiana; Administrador Público U. de Chile y dirigente sindical.
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La cosa patética… Antes permitieron la llegada de Allende, ahora, no creo que lleguen a tener ese poder nunca más bailando en los pelos de la cola del PC… Solo me pregunto si hubiera un partido llamado El Partido Terrorista, con un terrorismo abierto y confeso, y no escondido como el terrorismo histórico del PS y el PC y FA, si acaso preferirían apoyar a ese Partido Terrorista porque se alinea mucho mejor con sus fines ideológicos…
Nora Roubillard
Que triste ver comentarios tan lapidarios y faltos de respeto y por supuesto escondiendo sus
 nombres….
Gracias Juan Carlos por representar a muchos
Nora Roubillard
Que triste ver comentarios tan lapidarios y faltos de respeto y por supuesto escondiendo sus
 nombres….
Gracias Juan Pablo por representar a muchos
Rado Miro
Magnanimidad en el triunfo y dignidad en la derrota. Frei lo contra dijo. Ni digno ni magnánimo. No dijo ni pio cuando el Pc lo apoyó. y ahora salió a apoyar a la derecha.
                        
Tom Mich
Bastante dolida su reflexión, pero su dolor esconde la bronca de no haber podido seguir manipulando a la mayoría de la DC que optó por apoyar la candidatura de centro izquierda. Su rabia disfrazada de dolor no le impide atacar a senadores que representan dignamente a la DC y sus principios. Los que han ido destruyendo al partido son todos esos ex DC que se llenan la boca con sus convicciones, y que hoy forman otros partidos enanos que se aferran a la derecha udi o republicana, por mesquinos intereses personales; sinó hubieran dado la batalla ideológica dentro de la DC. Se sabían en minoría, patearon el tablero, y se fueron ensuciando la trayectoria de la DC. Es decir se fueron dejando la tierra arrasada, si no se imponían sus » convicciones» democraticas y reposadamente de centro y mesuradas, entonces optaron por la pataleta infantilista e histérica, intentando destruir a los que no se fueron con la derecha. Pero recuerde las palabras de Tomic: cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana. Buena suerte con los Amarillos y Democratas, los mocitos de la extrema derecha.