Por estos días, cuando la clase política se encuentra enredada en dimes y diretes que solo tienen por objeto desviar la atención, cuando el empresariado comienza a mover sus piezas con miras a las presidenciales y parlamentarias del próximo año y cuando no se aprecia un verdadero liderazgo aparece él, como factor de consenso y de tradición republicana.
¿Quién se viste con esos ropajes que solo están destinados para algunos elegidos? Pues el presidente del Senado, Camilo Escalona, que fue apuntado por el dedo celestial y debe asumir en sus hombros la pesada carga de trazar el camino a seguir. Sus credenciales: sostener un sistema político que a todas luces se derrumba, negarse a cualquier posibilidad de cambio, activar toda su red de contactos para allanar el camino a Bachelet.
Apuntalado por los medios y bautizado por los empresarios en la última edición de Enade, Escalona establece claramente que la gobernabilidad se sostiene en la mantención irrestricta del sistema diseñado e implementado en dictadura y pulido y profundizado por la Concertación junto a las grandes fortunas (o poderes fácticos su usted así quiere llamarlos) de este país.
Al mismo tiempo, sostiene que esa gobernabilidad se encarna en la figura de Michelle Bachelet.
¿Qué queda del Escalona que puteó y golpeó de forma “maletera” a José Antonio Gómez por solo pedir primarias? Bastante, no en la forma pero sí en el fondo: “percibo un riesgo, porque la desproporción en el apoyo público y ciudadano a Bachelet respecto de los otros candidatos es de tal manera que observo la tentación de jugar con fuego” dijo en una reciente entrevista.
Mantener la taza de leche tranquila a la espera de su candidata es la apuesta del presidente del Senado, quien ya tuvo un revés: no fue capaz de conciliar posiciones de su sector en la aprobación de la ley de pesca que privatiza los recursos pesqueros entregándoselos a un exclusivo grupo de empresarios. Dicha aprobación, al parecer, provocó un nuevo quiebre entre las distintas “almas” que componen al descolorido arcoíris.
Mantener la taza de leche tranquila a la espera de su candidata es la apuesta del presidente del Senado, quien ya tuvo un revés: no fue capaz de conciliar posiciones de su sector en la aprobación de la ley de pesca que privatiza los recursos pesqueros entregándoselos a un exclusivo grupo de empresarios. Dicha aprobación, al parecer, provocó un nuevo quiebre entre las distintas “almas” que componen al descolorido arcoíris.
¿Puede tener futuro la apuesta republicana de Escalona? En principio sí, mientras las fuerzas tradicionales mantengan su línea de acción, el plan trazado por el ex dirigente estudiantil puede tener a su musa nuevamente instalada en La Moneda. Incluso si no es ella la que se cruce la banda el plan sigue siendo satisfactorio, en caso de que el electo sea el candidato del otro socio del duopolio.
Entonces, debe conformarse una plataforma transversal para evitar los planes republicanos de Escalona y sus cómplices. Una plataforma que integre a estudiantes, trabajadores, gremios, sindicatos, dueñas de casa, profesionales, comerciantes y todos aquellos y aquellas que desean propiciar un cambio profundo y radical en el sistema político, económico y social sustentado en una nueva constitución surgida a través de una asamblea constituyente.
Con ello es posible concretar la construcción de una nueva república, para todos y todas.