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El Juego Estéril de la Oposición: Cuando la Política Pierde su Rumbo

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En cualquier democracia sana, la oposición juega un rol fundamental: fiscalizar, debatir y ofrecer alternativas viables al gobierno de turno. Sin embargo, cuando la oposición se convierte en una máquina de obstrucción sistemática, basada en la desinformación y el ataque personal, el verdadero perdedor no es el gobierno, sino la ciudadanía.

El reciente apagón eléctrico que afectó al país desde la región de Atacama a la región de los Lagos, es un ejemplo paradigmático de esta estrategia destructiva. A pesar de que las causas del problema radican en fallos de empresas privadas –responsables del mantenimiento y suministro eléctrico–, la oposición no tardó en apuntar directamente al gobierno, sin pruebas ni análisis serios. No hubo una discusión sobre la regulación del sector ni propuestas para evitar futuros cortes de energía. Solo hubo acusaciones vacías, tuits incendiarios y discursos alarmistas que buscan instalar la idea de un país en ruinas.

Este modus operandi no es nuevo, pero sí preocupante. En lugar de aportar ideas, la oposición ha optado por la caricaturización del adversario. Las críticas han dejado de ser argumentos para transformarse en ataques personales, donde el objetivo no es mejorar el país, sino debilitar al gobierno a cualquier costo. Y este costo es alto: polarización, desconfianza institucional y el desprestigio de la política como herramienta de transformación social.

El problema es que esta dinámica se convierte en un círculo vicioso. Cuando los roles se inviertan y esta oposición llegue al poder, la nueva minoría parlamentaria actuará de la misma manera. Así, la política deja de ser un espacio de deliberación para convertirse en un show mediático, donde lo que importa no es la verdad ni el bienestar ciudadano, sino quién grita más fuerte en redes sociales.

Además, esta lógica de confrontación permanente aleja a los ciudadanos de la política. Cuando el debate público se reduce a insultos y descalificaciones, la gente pierde el interés y deja de involucrarse en los asuntos que realmente les afectan. Este desencanto generalizado da paso al populismo y a líderes que se aprovechan del hastío para vender soluciones simples a problemas complejos.

Otro factor preocupante es el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en este fenómeno. Los titulares escandalosos y los debates superficiales alimentan la polarización, favoreciendo el espectáculo por sobre el análisis serio. En lugar de informar, muchas veces terminan amplificando las posturas más extremas, reforzando la idea de que la política es una batalla constante en lugar de un espacio de construcción colectiva.

En lugar de aportar ideas, la oposición ha optado por la caricaturización del adversario. Las críticas han dejado de ser argumentos para transformarse en ataques personales, donde el objetivo no es mejorar el país, sino debilitar al gobierno a cualquier costo

La responsabilidad de revertir esta tendencia no recae únicamente en la oposición, sino en todos los actores del sistema político. El gobierno también debe fomentar el diálogo y abrir espacios de participación genuina para sus detractores. Pero nada de esto funcionará si la oposición sigue atrapada en la lógica del enfrentamiento por el enfrentamiento mismo.

Es imperativo recuperar el sentido de la política como un ejercicio de servicio público. Los ciudadanos deben exigir a sus representantes altura de miras, capacidad de diálogo y propuestas concretas. No se trata de eliminar la crítica, sino de que esta sea constructiva y esté basada en hechos y argumentos sólidos.

El desafío es grande, pero no imposible. Si queremos fortalecer la democracia, debemos cambiar la forma en que entendemos y practicamos la política. La oposición tiene la oportunidad de convertirse en un actor clave en este proceso, pero para ello debe abandonar el juego estéril de la confrontación sin sentido y asumir su rol con responsabilidad. Mientras esto no suceda, el país seguirá atrapado en una espiral de polarización que solo nos aleja de las soluciones que realmente necesitamos.

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1 Comentario

launion delrazonamiento detodas lastribus

Todos esos discursos para mejorar la democracia mediante una invitación al diálogo constructivo, solo se quedan en las buenas intenciones y no sirven para nada más que procurar lavar la imagen propia y hacer visible la culpabilidad del los que están del otro lado de la vereda… Lo dicho en la columna se ha dicho e intentado mil veces y el resultado sigue siendo el mismo, que es una realidad en la que solo los integrantes de la partidocracia disfrutan de los beneficios de un Chile al que no le faltan recursos para ellos…

Para que tengamos un cambio real, la única vía es crear un contra peso político al Congreso y a la Presidencia y esto solo puede venir de la mano de ideas como las de poder civil punto ce ele, que siempre está ampliando su visión y propuestas, tal como lo muestra su Versión 2.3.Qwen.

Lo triste de mantener la democracia tal como la tenemos y la hemos sufrido por casi cuatro décadas, es que no salimos de ser un país a medias, donde mucha gente no la pasa muy bien y donde no hay una visión clara de mediano y largo plazo para hacer cambios significativos que le den un mejor nombre a Chile y una mejor situación a los hijos de la patria, así como un desarrollo más racional a los territorios de forma que la migración comuna área metropolitana se disminuya y se invierta, ya que esta forma de migración prácticamente solo aumenta la marginalidades metropolitanas…

Siempre dependerá de nosotros seguir aceptando lo incapaz de la política, o tener una visión más moderna que beneficie de mejor forma a la nación y a su gente… Y el futuro es incierto, Bolivia se prepara hacernos la guerra…