Resulta preocupante que economistas con alta visibilidad pública, como Sebastián Edwards, utilicen su credencial técnica para validar opiniones que son esencialmente políticas. Un ejemplo claro es su reciente afirmación en este medio de que “el programa escueto que presentó Jara es extremadamente parecido al de Salvador Allende”. A ello agrega que la propuesta de salario mínimo vital —de $750.000— tendría un efecto «enorme y negativo» sobre el empleo, en particular juvenil.
Estas afirmaciones no solo omiten cualquier evidencia empírica concreta, sino que además establecen un vínculo forzado y antojadizo con un episodio histórico cuyo contexto económico, institucional y político es completamente distinto al actual. Lo que hace Edwards no es un ejercicio de análisis económico, sino de militancia ideológica: extrapola mecánicamente episodios del pasado para desacreditar una propuesta contemporánea, ignorando décadas de estudios en economía laboral, como los que le valieron el premio Nobel de economía a David Card y Allan Krueger en 2021, que muestran que el efecto del salario mínimo sobre el empleo no es ni automático ni unívoco, e ignorando la experiencia del actual gobierno que elevó el sueldo mínimo un 54% desde los $350 mil a los $539 mil en 4 años, al mismo tiempo que se redujo la inflación.
Más allá de las legítimas diferencias sobre los méritos o riesgos de un salario mínimo vital, lo mínimo que se debe exigir a un economista es distinguir entre un juicio técnico y una opinión política. Confundir deliberadamente ambos planos no solo empobrece el debate, sino que también desinforma a la ciudadanía.
La propuesta de Salario Vital de Jeannette Jara se enmarca dentro de una propuesta económica que avanza desde un modelo rentista mono-exportador a un nuevo modelo de desarrollo, aumentando la diversificación de las exportaciones, con mayor valor agregado en nuevas industrias, para superar el estancamiento de la productividad, y así, impulsar el crecimiento y aumentar los salarios de manera escalonada y progresiva, a través del Salario Vital.
Confundir deliberadamente ambos planos no solo empobrece el debate, sino que también desinforma a la ciudadanía
Elías Mella Lobos. Sociólogo. Mg., en Economía Aplicada.
Cristian Cataldo. Ingeniero Comercial. Mg., en Economía Aplicada.
Ignacio Silva Neira. Economista. Doctorando en Integración Económica en la Universidad del País Vasco
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gonzalo vicuña
Gracias por dejar en evidencia al tal Sebastián Edwards, Rappi economista que llega desde EEUU con su sanguche de mortadela teorica pagada por empresarios. Sebastián Edwards ya lo dijo : no vivo en chile hace décadas. Es irrelevante.