En las semanas que nos anteceden, se provocó un revuelo con una columna publicada por un señor (Valenzuela), que es asesor de José Antonio Kast. ¿El revuelo lo provocó en quién?
Mi lectura: en los políticos y en quienes viven de la política. Porque dichas palabras no hacen otra cosa que recoger lo que la ciudadanía siempre ha sabido: el que gobierna, apituta gente en el Estado, con el pretexto de poder manejarlo, pero que muchas veces responde al pago de favores.
Y ahí está el quid del tema: cómo se construye el poder político. La poesía habla de que cuando hay un líder y buenas ideas, la gente se pliega a este en forma desinteresada y con entusiasmo. Pero la verdad es que eso solo corresponde al votante, ese que efectivamente escucha al candidato, comenta con amigos, y alegremente se pone una camiseta el día de votación y va henchido a votar.
Pero el poder no se construye así. Hay múltiples pasos que el candidato tuvo que sortear para llegar a ser candidato. Y muchos pasos más, aún, para poder gobernar después. En estos pasos, lo importante es ir creando capas de adherentes que hacen el trabajo; esos adherentes, en una muy buena parte, lo hacen para conseguir beneficios, como recompensa de su trabajo (algo justo), pero también por su adherencia al candidato (algo injusto).
Este último punto es el fondo del asunto: cuando alguien que ha ido creando algún poder en la sociedad (influencia, participación, comando, etc.) «vende» eso a un candidato político, esa venta implica recompensa. Por lo tanto, el candidato lo que hace es ir armando una pirámide de gente que le ha vendido ese poder en la sociedad, que será recompensada con una remuneración o con darle otros espacios de poder para que amplíe su influencia.
Cuando esa pirámide está bien armada, están todos más o menos satisfechos, el candidato tiene fuerza para presentarse ante la ciudadanía, e invocar al incauto votante que, esta vez, sí irá a votar con orgullo.
Por lo tanto, como se observa, cuando se habla de «parásitos», se está hablando de ese tipo de gente: personas a las que se les da como recompensa un cargo, como también a otros que, para que puedan apoyar al Gobierno desde afuera, necesitan remuneraciones y/o posiciones de poder en el Estado.
El poder político no se construye con ideales y entusiasmo ciudadano, sino con redes de favores y recompensas. Y en esa dinámica, surgen los verdaderos parásitos del Estado
Por lo tanto, el empleado público NO es el parásito; pero el parásito SÍ es empleado público, ya que se le inviste con ese empleo para poder absorber recursos de todos los ciudadanos.
Finalmente, se observa cómo la falacia del muñeco de paja es usada en forma burda por los políticos, para defender su vicio. Lo primero: se expresa que el señor Valenzuela dice que todos los empleados públicos son parásitos, algo que NO dijo; y luego, entonces, los políticos se escandalizan con la palabra «parásitos», hablando sobre lo terrible que es esa palabra, que es de la época de los fascistas, por lo que entonces el señor sería fascista, etc…
Simple ejercicio retórico, el uso de la falacia, para tratar de chutear la pelota al córner. Porque reconocer que el poder se construye de la forma anteriormente descrita, es altamente impopular.
Espero que ese tipo de escritos sirva, al menos, para cuestionar el método, y disminuya la cantidad de chupasangres que, efectivamente, entran al Estado en forma periódica.
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Tratarlos de parásitos es ser condescendiente con ellos; son sanguijuelas, socios del lumpen, mentirosos, cómplices de asesinos, empobrecedores del pueblo, desfalcadores, o derechamente ladrones que roban a través de fundaciones, sueldos, dobles sueldos, bonos y rebonos, y quién sabe cuántos chanchullos más…
Un Estado en manos de carniceros políticos desfalcadores mentirosos socios de terroristas madurianos boricianos asesinos, violadores, torturadores, que administra el 100% del Presupuesto Nacional es algo que debe ser considerado prehistórico en nuestra era moderna… El pueblo necesita organización y administrar por sí mismo parte del Presupuesto, inicialmente un 1% para crear estructura de administración y luego pasar a un incremento anual que lleve en 10 años a qué el pueblo administre el 10% del Presupuesto Nacional, de manera que pueda defenderse de los pelotudos que hacen estupideces en el Estado y crear riqueza propia que convierta a los chilenos en dueños de los recursos soberanos y estratégicos de Chile, y usted ha de conocer el resto de la cantinela esta…
Una mala clase política que ha enquistado en el Estado a nuevos 500 mil soldados, todo un ejército de sanguijuelas, a partir del año 2010, elevó por 10 la deuda externa de cada chileno, pasando de menos de 1.000 dólares a 10 mil dólares y el valor del dólar pasó a más del doble de el que tenía el año 2010 [$442] porque su profesión como políticos es engordarse, apitutarse, fundacionarse, bonificarse, procultirizarse y darse premios y palmaditas en la espalda y decirse unos a otros: “Muy bien sanguijuela desfalcadora que deja morir personas en listas de espera, lo estás haciendo muy bien”…
No basta con una auditoría al Estado y a las empresas fiscales… El Estado ha dado un millón de pruebas de ser maligno en manos de los sanguijuelas, por lo tanto debe haber una organización civil que vele por los intereses políticos y económicos de los ciudadanos y por el desarrollo nacional y de nuestras comunas financiado como ya expliqué…
En cuanto a las sanguijuelas boricianas, socias del narco terrorista torturador asesino con quienes acordaron en Venezuela entregar al Teniente Ojeda, el Señor Dios Todopoderoso les dé el pago que merecen…