Hoy pareciera que nadie tiene miserias. Al contrario: todos tienen demasiadas ideas y muchas ganas de gritarlas a los cuatro vientos, para así contarnos que no tienen tiempo para sentir y para pensar más allá de lo que se debe pensar. De lo que está bien visto porque no hay espacio para sufrir o para llorar.
Resulta que un hombre quiso terminar con su vida y para eso se lanzó, en el Zoológico Metropolitano de Santiago, a la jaula de los leones. Al ver cómo los animales atacaban al suicida, personal del lugar les disparó dándoles muerte. Una vez conocido el hecho, los animalistas furiosos culparon a los trabajadores del lugar por haber asesinado a los leones. Y claro: por haber impedido que el desquiciado hombre lograra su objetivo.
Es cierto. Una persona debería tener derecho a quitarse la vida de la manera que lo estime conveniente. Es parte del derecho a vivir ponerse fin si es que uno lamentablemente llega a esa decisión. Pero ese no es el tema importante ahora. Lo que parece más relevante es preguntarse por qué la persona que se quiso morir no estuvo en los titulares de la manera en que estuvieron los animales. Pero sobre todo: por qué parece un requisito para el “buenísmo”, imperante por estos días, no preocuparse por los seres humanos.
Esto lo digo sin subvalorar la vida de los leones. Pero sí con la intención de poner énfasis en que muchas veces pareciera más simple preocuparse por seres enjaulados que por hombres libres, ya que la complejidad humana parece muy difícil de entender en los tiempos que corren. En momentos en que se es de una u otra manera, y los blancos o los negros ideológicos se enfrentan de manera bastante aguerrida para demostrar quién tiene la razón.
Una persona que no quiere tener la razón parece peligrosa. Y más todavía si es que anda mostrando sus contradicciones vitales ante quienes dicen no tenerlas. Ante quienes creen ser lo suficientemente buena gente para no escuchar al otro.
Es por eso que los militantes de este buenísmo nacional preferían muerto al tipo que se tiró a la jaula que a los leones encerrados en esta. Los enjaulados son un mejor motivo para levantar banderas y sentirse mejor con uno mismo. En cambio un hombre grande con problemas no resulta muy atractivo para ser el símbolo de ninguna causa. Total todos tenemos nuestras trancas y líos personales.
Un hombre con su humanidad explícita ante los ojos de quienes tratan de esconderla, por medio de otras criaturas de esta inmensa fauna mundial, es un lastre. Es demasiado complicado porque habla, se manifiesta erradamente, y es capaz de increparte. Un animal enclaustrado no puede hacerlo. No puede discutirte ni mostrarte que tal vez estés equivocado. Ni menos puede señalarte, por medio de sus miserias, las que tú te niegas a enfrentar en voz alta.
Hoy pareciera que nadie tiene miserias. Al contrario: todos tienen demasiadas ideas y muchas ganas de gritarlas a los cuatro vientos, para así contarnos que no tienen tiempo para sentir y para pensar más allá de lo que se debe pensar. De lo que está bien visto. No hay espacio para sufrir o para llorar. Sólo es necesario levantar causas y así nos sentiremos más felices, más contentos, mientras nos miramos en nuestros espejos mentales.
Comentarios
24 de mayo
Respondiste solo tu pregunta de por qué preocuparse más de los enjaulados que de un hombre libre, exactamente por eso, porque el hombre es libre y ha decido su propio destino y arrogantemente el de las demás especies
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