Hoy más que nunca contra la flexibilidad laboral

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Ante las movidas de la política actual, es completamente necesario que los trabajadores se manifiesten fuertemente ante esta realidad, rompan las lógicas atomizadoras del modelo, no sean ingenuos ante las artimañas de toyotización y el paternalismo despótico del empleador, para dar fin a la condición precaria del empleo en Chile y valorar a los productores directos.

A casi dos semanas de la paralización convocada por la CUT, ante la recién proclamada por la UDI candidatura presidencial de la actual Ministra del Trabajo y el supuesto giro a la izquierda de la agenda política de la candidata de la Nueva Mayoría, es imperante pronunciarse respecto de un asunto que insistentemente han querido afianzar e incrementar las asociaciones gremiales de los empresarios desde los años 70. Es la flexibilidad laboral que ha tomado fuerza desde entonces, con el propósito de acabar con la rigidez  laboral en nuestro país, haciendo una apología a la economía neoclásica. Pero, ¿por qué interesa tanto al empresariado construir un sistema de relaciones y organización del trabajo como este? El asunto es evidente, ya que desde su implementación ha constituido un cambio radical en las relaciones  sociales ligadas a la producción, donde los empresarios tienen potestades generales sobre los trabajadores, terminando por configurar uno de los eufemismos más grandes en el mundo laboral, dado que la flexibilidad hasta nuestros días significa, en realidad, precarización laboral.

Dicha condición se da en tanto la flexibilización laboral ha permitido generar una alta rotación en los puestos de trabajo, ligándose a una mayor facilidad de despido bajo la consigna de ‘necesidades de la empresa’. De ahí en más los trabajadores han debido aceptar contratos de trabajo atípicos como son los trabajos part time, la subcontratación, contratos a plazo fijo, etc. Otra cara de la flexibilización laboral en Chile, que colinda con lo expuesto, es la fragmentación sindical, que tiene su asidero en la competencia entre los trabajadores para la obtención de ascenso de puesto nominal al interior de la empresa. Esto se suma a factores como el multi-rut y una legislación laboral paupérrima, que terminan por atomizar al sujeto productivo de sus iguales.

Todo este engranaje constituye un mundo laboral que opera en condiciones precarias, a pesar de los datos macroeconómicos que suelen citarse para justificar la implementación de la flexibilidad. Es por eso que hoy vemos que a nivel nacional apenas un 41% del total de ocupados y un 54,9% de los asalariados del territorio nacional presentan un empleo protegido, esto quiere decir, que cuente con contrato escrito, indefinido, liquidación de sueldo y cotizaciones para pensión, salud y seguro de desempleo.

Todas estas configuraciones posibles de la flexibilización laboral constituyen un beneficio para el empresariado y un detrimento evidente para los trabajadores. Es por eso, que ante las movidas de la política actual, es completamente necesario que los trabajadores se manifiesten fuertemente ante esta realidad, rompan las lógicas atomizadoras del modelo, no sean ingenuos ante las artimañas de toyotización y el paternalismo despótico del empleador, para dar fin a la condición precaria del empleo en Chile y valorar a los productores directos.

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