Aprovechando el entretenido debate sobre el SIMCE TIC que se ha dado en esta comunidad, quería presentar un problema que no se ha tocado: ¿qué viene después y qué consecuencias traerá?
Creo que el análisis pedagógico del problema de pensar que a través de más y más mediciones, y el enfoque en el aumento de las respectivas “notas”, mejorará el desempeño de los alumnos, ha sido considerado ya con bastante profundidad en elquintopoder.
Lo interesante de analizar el SIMCE TIC no es que se trate de otra herramienta en esta lógica enfermiza de medir y medir, si no que es un ejemplo para entender el concepto detrás de nuestra relación con los computadores e Internet.
La situación que debería ocuparnos es la reducción de la tecnología de la computación como algo dado y cerrado, sus consecuencias en el espíritu o ética “hacker” y el problema que significa para la creatividad e innovación en las tecnologías de información (un tema que ya se ha instalado como preocupación de Estado a través de los programas de CORFO).
Para construir un instrumento de medición del uso correcto de tecnologías se debe recurrir a una premisa fundamental: existe UN uso correcto de la tecnología, los otros usos son desviaciones.
Esta premisa debe ser contextualizada posteriormente en nuestra realidad global con las tecnologías de la información: existen empresas que se han aprovechado de las leyes para generar monopolios en nuestra forma de acceder a estas tecnologías. Que el conocimiento que hace que el “hardware” sea algo más que piezas de metal sea privado es una situación ya naturalizada por la mayoría. Los sistemas operativos privativos no pueden ser modificados, y dependemos de la voluntad de las empresas si queremos que realicen cosas para las que no han sido programadas.
Pero en el desarrollo de la historia humana, la curiosidad y la inventiva de modificar objetos respecto a su funcionalidad ha sido una de las bases del progreso de todas las tecnologías. A esto podemos denominar nuestro espíritu o ética “hacker”, y eso lo que el SIMCE TIC va a terminar por aplastar.
La situación que me motivó a escribir sobre este tema se encuentra en esta noticia publicada el día 17 de abril: “Primer campeonato de Microsoft Office: en vías de mejorar resultados Simce Tic”. Para quienes tienen poco conocimiento sobre alternativas libres de relación con los ordenadores, esta iniciativa puede parecer parte de la preocupación de una compañía por aportar a un país de potenciales consumidores, o incluso podrían criticarla como un caso más de marketing a través de RSE. Pero detrás hay una situación más profunda, que implica entrenar desde pequeños a los chilenos a realizar un uso específico de la tecnología, mediada siempre por una sola empresa. Es la consolidación del monopolio fuera de la fuerza de la ley, a través de los usos cotidianos y la reducción del horizonte de sentido respecto al uso de los computadores.
Si desde pequeño se me ha enseñado que debo pagar por respirar, probablemente lo haga. Si desde pequeño se me refuerza que la única posibilidad de trabajar en un computador pasa por pagarle licencias a una empresa, es muy probable que no busque alternativas.
¿Cómo afecta esto a los programas de incentivo a la innovación? Disminuyendo el universo donde se puede o debe innovar. Las preguntas y la crítica son la base para el desarrollo de nuevas ideas, pero si no podemos preguntarle al sistema operativo como hace lo que hace, las posibilidades de aprender disminuyen.
Reducir las posibilidades de nuestra relación con los computadores a saber cómo utilizar un procesador de textos u otro programa de uso común apunta solo a desarrollar “buenos trabajadores”. Sin la promoción de una forma de relación con las nuevas tecnologías basada en la ética hacker, la innovación será sólo dependiente de las grandes compañías propietarias de los programas más usados.
Dicho de otra forma: si se establece como política de Estado UN uso correcto de las TICs, las posibilidades de creación de nuevas ideas se limitaran inmensamente. Si naturalizamos la relación con los computadores a través de empresas monopólicas, en vez de incentivar la co-creación de soluciones, esperaremos tranquilos y sentados la solución del mercado. Eso no es bueno para un país que ve en la innovación una de las fuentes de su desarrollo.
* Lee también Simce TIC: el desafío de Enlaces, por Sebastián Barrientos
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Imagen en flickr, licenciada con CC
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