Se intenta culpar de la muerte de cientos de personas a la gobernante que, en un terrible momento de caos,cuando han fallado almirantes, oficiales y tropas, está en su puesto tratando de hacer todo lo que está a su alcance para evitar mayor daño a los ciudadanos. Esto de ninguna manera significa que no haya habido errores. Seguro que los hubo, pero es enorme la diferencia entre intención, error, responsabilidad y culpa. Culpar a la mandataria es una maniobra aviesa y sucia.
Michelle Bachelet vino a pasar unos días de vacaciones a su casa en Caburga. Algo bastante normal y a lo que tiene derecho todo ciudadano.Fiel a su responsabilidad como alta funcionaria de UN, lo hace en silencio y discreción. Ya lo dijo en diciembre: hablaremos en marzo.
Todo el mundo lo entiende así, menos algunos afiebrados partidarios de que su reelección no ocurra, como indican las encuestas, pues figura en todas ellas ganando la elección en primera vuelta o, en el peor delos casos, en segunda.
Estas personas se han devanado los (escasos) sesos y han estrujado el manojo de neuronas que les quedan en su desesperación por hacerle daño a la imagen de la Presidenta (ex y futura). Difícil tarea, ardua, imposible. Su imagen está en la retina y el miocardio de una amplia mayoría de ciudadanos. Sorprende esa cerrazón en aquellos que son responsables o partícipes en la comisión de atropellos de derechos humanos más grave que conoce nuestra historia. En su lamentable perspectiva hacia las elecciones, no han dado con un mejor argumento que el de las supuestos negligencias cometida so acciones omitidas aquella fatal madrugada del 27 F.
Nuestra historia, aunque pletórica de ellas, no recuerda una mayor canallada. Se transgreden todos los límites de la mínima decencia. Se lleva a nivel de cloaca el debate político que el país necesita. Porque se intenta culpar de la muerte de cientos de personas a la gobernante que, en un terrible momento de caos,cuando han fallado almirantes, oficiales y tropas, está en su puesto tratando de hacer todo lo que está a su alcance para evitar mayor daño a los ciudadanos. Esto de ninguna manera significa que no haya habido errores. Seguro que los hubo, pero es enorme la diferencia entre intención, error, responsabilidad y culpa. Culpar a la mandataria es una maniobra aviesa y sucia. Afortunadamente, también es estúpida. En su ceguera odiosa, no se han percatado del hecho de que para un pueblo civilizado, culto y maduro, que ha superado muchas veces la dura naturaleza que le ha tocado, una maniobra semejante será necesariamente contraproducente. Así lo demuestran las encuestas: más las atacan, más sube. La gente no quiere ser cómplice de tanta mugre.
En ese contexto sorprende la posición de un gobierno que parecía , por momentos, intentar mantenerse sobre este lamentable nivel y que ahora parece tentado de sumarse al coro miserable que sueña con desprestigiar a la mandataria. La ciudadanía va a salir al paso de esta maniobra y va a votar con determinación por ella. Por los cambios necesarios, por una educación mejor, por más equidad. Por más decencia.
Comentarios
12 de febrero
No sólo la responsabilidad que se le exige a Bachelet es de nuestro sector político, sino de las mismas familias afectadas por el 27F. Justificar la inoperancia es la moda comi así la violencia.
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12 de febrero
No sólo de nuestro sector político se le adjudica responsabilidad a Bachelet, sino las propias familias afectadas por el 27F. Justificar la inoperancia es tan moda hoy como la violencia.
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13 de febrero
Es cierto, intentar culpar a Michelle Bachelet de todo lo ocurrido el 27F es desacertado e incluso deshonesto, pues ese día el Estado completo falló en su rol de resguardar a sus ciudadanos. La inoperancia de la Onemi y las FF.AA así lo demuestran.
Supongo que en marzo podremos recordar el mensaje presidencial Nº-497-354 de noviembre del año 2006, donde –y como respuesta a la Revolución Pingüina que puso en jaque a su administración- la entonces presidenta Michelle Bachelet proponía un proyecto de ley que entre otras cosas contemplaba hacer responsables de los desmanes a quienes convoquen por cualquier medio, a reunirse o manifestarse. El paso previo a la despótica ley Hinzpeter.
Supongo que en marzo podremos recordar el alzamiento de brazos conjunto en La Moneda, entre Michelle Bachelet y las élites de la Concertación y la Alianza, tomados de las manos, luego de haber cambiado el nombre a una ley…para acallar las demandas estudiantiles.
Supongo también que en marzo podremos preguntar sobre los nexos de la futura presidenta con el dueño de Agrosuper y cómo –tomando en cuenta aquello- abordará el problema de los ciudadanos de Freirina.
Ojalá recordemos todo eso, “por los cambios necesarios, por una educación mejor, por más equidad. Por más decencia”.
Sobre todo, porque al poder se le cuestiona bien cuando no somos feligreses de ningún santo…
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15 de febrero
Invitaría a quienes dan vida a esta discusión, esto es, bacheletistas y sus adversarios, a pegarse la cachá y tomar conciencia que el futuro del país depende más de ideas y propuestas de acción antes que de defensas y ataques infructíferos.
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