Es fácil echarle toda la culpa al sistema electoral, que no permite que emerjan nuevos rostros, que no le da espacio a las mujeres. Ha habido muchas iniciativas para modificar el sistema electoral, pero ha sido muy complicado encontrar un consenso, pero ponerse de acuerdo en lo planteado es mucho más fácil, al menos teóricamente, ya que las variables que implica el cambio son menores. El único inconveniente es que quienes tienen que aprobar esta reforma se ven afectados directamente por ella.
Renovar la política, o al menos a los políticos, se puede lograr con una medida muy simple: limitar el número de reelecciones de los cargos de elección popular. De hecho, hay un proyecto de reforma constitucional para limitar la reelección de los parlamentarios, por la que los senadores podrían ser reelegidos sucesivamente en el cargo sólo por una vez y los diputados, en cambio, podrían ser reelegidos sucesivamente en el cargo por dos períodos. Me parece bien, pero iría más allá, incluiría a los alcaldes, concejales y cualquier otro cargo de elección popular que se cree en el futuro.
Propongo lo siguiente:
– Los senadores podrán ser reelegidos sólo una vez. Un ciudadano podrá ejercer este cargo por un máximo de 16 años en dos períodos sucesivos.
– Los diputados podrán ser reelegidos sólo dos veces. Un ciudadano podrá ejercer este cargo por un máximo de 12 años en tres períodos sucesivos.
– Los alcaldes podrán ser reelegidos sólo dos veces. Un ciudadano podrá ejercer este cargo por un máximo de 12 años en tres períodos sucesivos.
– Los concejales podrán ser reelegidos sólo dos veces. Un ciudadano podrá ejercer este cargo por un máximo de 12 años en tres períodos sucesivos o no.
Los beneficios de estas medidas serían varios, destacando:
– Renovar a los políticos que ejercen cargos de elección popular; renovar personas, renovar generaciones, renovar género, renovar ideas. Es fácil echarle toda la culpa al sistema electoral, que no permite que emerjan nuevos rostros, que no le da espacio a las mujeres. Ha habido muchas iniciativas para modificar el sistema electoral, pero ha sido muy complicado encontrar un consenso, pero ponerse de acuerdo en lo planteado es mucho más fácil, al menos teóricamente, ya que las variables que implica el cambio son menores. El único inconveniente es que quienes tienen que aprobar esta reforma se ven afectados directamente por ella. Pero no hay que preocuparse tanto, puede ser redactada de modo que se comience a aplicar sólo después de las próximas elecciones parlamentarias.
– Se evitan posibles focos de corrupción. Es sabido que el poder corrompe y es razonable pensar que si alguien puede detentar un cargo indefinidamente, independientemente que sea de elección popular, tenderá a emplear todas las herramientas que tenga a su disposición para perpetuarse en él, importándole cada vez menos si éstas son o no legítimas o éticas.
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Foto: Pedro Encina / Licencia CC
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