He pensado mucho acerca de cuán prudente es escribir sobre esto, considerando lo mediático del asunto – quiero aclarar que no es mi afán hacer leña del árbol caído-, y más aún considerando la presencia de un niño en la historia, y es justamente esto lo que me motiva a escribir: la presencia de un niño. Alguien que no está listo para valerse por sí mismo, alguien que tiene cinco veces más neuronas y capacidad de aprendizaje que el adulto común, alguien que debería estar jugando y siendo feliz, disfrutando de su infancia. Quiero escribir desde el aspecto humano, puesto que como sociedad no podemos dejar pasar así como así estos horrorosos hechos, que revelan pobreza, estigmatización, daño social en todas sus dimensiones y que además nos hacen ver lo mal estamos en pleno siglo XXI, lo mal que está este Chile, en donde nos autollamamos “solidarios”.
Hace unos días se publicó una noticia desgarradora, un niño de tan solo dos años y medio fue encontrado en condiciones infrahumanas, bebiendo leche de una “perrita” quien lo protegió y cuidó, en circunstancias que la madre biológica del niño no podía hacerse cargo de él, producto de una serie de problemas, entre ellos, alcoholismo y pobreza: pero no es tan solo esa pobreza económica, en la que no se tiene para comer o vestir, sino que es una pobreza que va mas allá, es aquella que se asimila a lo que se vive en África o en Siria con la inmigración, esa pobreza desgarradora en donde no se tiene un lugar para el refugio, un lugar para la pertenencia, esa pobreza que no te permite siquiera tener agua limpia para asearte, aquella pobreza que es tan cruda que hace sucumbir al humano en depresión y alejarse de lo que más debiéramos querer “los hijos”¿Qué política de Estado estamos construyendo y hacia dónde vamos en el respeto por la vida digna? Para esto no tengo respuesta, pero solo siento que a veces es necesario detenerse, mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta que estamos viviendo un proceso de deshumanización del ser humano, de ese ser humano que se distingue de los animales por su capacidad de pensar, pero también por sentir.
Tengo varias preguntas que quiero responder a lo largo de esta columna.
La primera de ellas es ¿Qué pasa con las redes de apoyo que como sociedad debemos obligatoriamente formar? ¿Qué pasó en concreto con las redes de apoyo de esta mujer?
Las redes de apoyo se forman por una cuestión intrínseca, porque todos nos vemos en la necesidad de interactuar con otros, es una cuestión que va más allá de algo moral, es propio de las personas vivir en comunidad. En este caso parece que nadie se interesó por generar lazos con esta mujer, ni siquiera su propia familia. Cuando no existen redes de apoyo como la familia, entonces deberían entrar en acción los grupos “sociales”, conformados por personas comunes y corrientes que se interesan por el otro, sin embargo a esta realidad nadie fue capaz de llegar, porque justamente faltan personas interesadas en el servicio social, pero además porque los índices de pobreza en Chile nuevamente están aumentando, y porque justamente la sociedad se está volviendo cada vez más individualista, estamos perdiendo la capacidad de sensibilizarnos con lo que le sucede a otros, ya no miramos para el lado.
En segundo lugar ¿Qué pasa con el rol del Estado, me refiero al Estado todo y específicamente a organismos como el SERNAM, JUNJI, Tribunales de Familia, etc?
Las instituciones públicas en nuestro país (a diferencia de lo que muchos creen) “Sí funcionan” y funcionan relativamente bien, dentro de las limitaciones que poseen, como lo son la falta de recursos económicos y de personal especializado para llegar a trabajar con las familias más vulnerables y evitar precisamente que estos casos sucedan. En cuanto a los tribunales mismos, es conocido por todos el exceso de trabajo al que está sometido el sistema judicial, en donde faltan jueces, ya que los que existen tienen que multiplicarse para poder avanzar con las causas. Si existiera un mayor número de jueces, casos como este podrían tratarse eficazmente y rápido, posiblemente se podría evitar que se llegue a estos extremos.
En tercer lugar¿Qué tipo de caridad hacemos?,
El chileno se autodefine solidario, porque ayuda a la Teletón, al Hogar de Cristo, aporta dinero en campañas varias, empero, cuánto tiempo de nuestras vidas estamos dispuestos a sacrificar en pro de otros, en dar algo mas que dinero, en dar asistencia humana. Lo anterior me lleva a preguntar, ¿Qué tipo de sociedad somos? una tan consumista que nos movemos con campañas solidarias exhibidas por la tv “como publicidad”, pero no porque realmente nos nazca la necesidad de ayudar al prójimo, y entender que si todos avanzamos resulta naturalmente “fácil” salir adelante como país.
En otro aspecto, me parece necesario abordar el tema de los inmigrantes que llegan a Chile (la madre de este niño es Peruana). Numerosos estudios muestran que los inmigrantes pasan a engrosar las listas de personas que son capaces de hacer – por necesidad- cualquier tipo trabajo; ese que el chileno común se niega a hacer, porque es muy mal remunerado, a veces sin contrato de trabajo, sin imposiciones, sin jornada laboral, donde el empleador por ahorrar prefiere ir al borde de la legalidad; el inmigrante tiene que aguantar humillaciones, y ser tratado casi como una peste invasiva, solo por la necesidad de sobrevivir. ¿Qué hacemos frente a esto? Nos reímos de los chistes en donde se burlan de los extranjeros, algunos salen a protestar en contra de ellos. Quizás deberíamos comunicarles que la frase “… y verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero” es solo una canción, y que probablemente se quiere más al amigo blanco y de ojos azules que habla inglés, porque justamente nos falta reconocer nuestra historia mestiza y latina.
Finalmente quiero tocar el tema de los “animales” en Chile, puesto que parece que una “perra” nos enseñó que ella era más humana que nosotros mismos; debido a que fue capaz de acoger como suyo a un niño, cuidarlo y defenderlo, fue capaz de dar amor, y nosotros como seres humanos le pegamos/maltratamos, matamos a sus cachorros, y no somos responsables de la tenencia animal. Sobre todo ahora que viene el 18, celebramos con el rodeo -algo típico chileno-, cual Coliseo Romano somete gladiadores que van a morir para entretener al público.
¿Qué política de Estado estamos construyendo y hacia dónde vamos en el respeto por la vida digna? Para esto no tengo respuesta, pero solo siento que a veces es necesario detenerse, mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta que estamos viviendo un proceso de deshumanización del ser humano, de ese ser humano que se distingue de los animales por su capacidad de pensar, pero también por sentir. En esto último hemos sido superados por un humilde animal, quien nos enseña que cuando nada en el Estado funciona como corresponde, ahí están ellos, para cuidar al más débil, casi como volviendo al estado de naturaleza, una perrita alimenta a un niño cuya sociedad no fue capaz de proteger a tiempo.
Comentarios
13 de septiembre
Que cierto todo lo q se dice y lo peor de todo es q los niños cada día q pasa aprenden de nosotros los más grandes a ser indolentes con el dolor ajeno ya sea con nuestras mascotas q tanto nos enseñan y con la misma gente q no es capaz de hacer nada por ayudar al prójimo y sólo se preocupa por aparentar sin ponerse en el pantalón ajeno… Es una realidad muy triste 🙁
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