Quizá el líder bolivariano, como ningún mandatario del siglo XXI, profundizó, amó y se adentró en los pasajes -inexplorados casi por todos- de la poesía. Lo demostró con hechos y cantos, con consignas y con trabajo, con escritos y realidades. Hugo Rafael Chávez Frías, a quienes muchos prefirieron llamar “el dictador”, trabajó en Venezuela para los más pobres -eso es sabido- pero también por el enemistado de la fiesta: la poesía.
Al parecer tenemos todo para poder vivir en armonía y en felicidad, solo falta encontrar el camino para lograr esto, camino que al parecer hemos perdido de vista y hemos elegido el camino de la envidia. Envidia de las metas logradas del otro, envidia de la felicidad del otro, envidia de ver sonreír al otro y uno no sonría; y la infelicidad.
En el nuevo ciclo la institucionalidad deberá reformularse. La separación de lo patrimonial y lo creativo (la DIBAM y el CNCA) ha afectado la coherencia de las políticas y el mejor aprovechamiento de los recursos.