Ver no es lo mismo que mirar. En “Historia de las miradas” un cuento hermoso del entonces Subcomandante Marcos, hoy, Subcomandante Galeano en el que decía: “Y ya explicaron los dioses, qué cosa era mirar, y enseñaron a mirar. Y así aprendieron estos hombres y mujeres que se puede mirar al otro, saber que es y que está y que es otro y así no chocar con él, ni pegarlo, ni pasarle encima, ni tropezarlo”.
Uno de los efectos de las crisis, de sus vendavales y también de sus jirones, es el atropello de la realidad del otro.
“Pasar por encima, ni tropezarlo”. Las crisis ofrecen una oportunidad, esto es, la posibilidad de la tragedia o el aprendizaje y posterior desarrollo. Durante el último tiempo nos hemos visto enfrentados a tres grandes crisis: estallido social, pandemia del Covid-19 y crisis económica global. Ninguna de ellas ha terminado, por el contrario, estamos cada vez más sumergidos en el vendaval de una y de otra.
Uno de los efectos de las crisis, de sus vendavales y también de sus jirones, es el atropello de la realidad del otro. Desde las circunstancias más básicas entre vecinos o al interior de las familias, hasta el pasar por encima de los gobiernos sobre la ciudadanía. Este es el más evidente porque sucede en la arena pública, es decir, en las cosas que nos importan a todos.
Y cuando decimos “nos importan a todos” es que son aquellas cosas que podemos observar en la realidad, le pasa a usted, me pasa a mi, en mayor o menor medida, pero nos pasan a todos.
Las crisis nos suceden a todos, cómo nos ocurre la pandemia y el estallido social. Así como cuando llueve y claro, qué mejor ejemplo, nos mojamos todos pero, cierto es, unos más que otros.
Hace pocos días el diputado y presidente de un partido político de la coalición de gobierno, Hernán Larraín Matte sostenía en una criticada entrevista para Canal 13:
“Viendo lo que está ocurriendo en el mundo, en la economía, aquí vamos a tener tremendas emergencias sociales, vamos a volver a ver pobreza, vamos a volver a ver ollas comunes, allegados, desnutrición infantil; vamos a volver a ver niveles de desempleo altísimos, que van a afectar los niveles de ingreso y el bienestar de las personas. Hay una generación que tiene menos de 40 años que no tiene conciencia de esta realidad”.
A primera vista, sus palabras son las de un augur. Sin embargo, al volverlas a mirar podemos identificar los elementos propios de las crisis: el sesgo de la información, ya que las problemáticas de la pobreza existen desde siempre y su visibilización responde necesariamente a la edición en prensa y en la autocensura de la que nos hacemos parte día a día “pobre el que no mira”.
Junto a esto, es posible identificar de esa misma entrevista elementos comunes en otras personas tomadoras de decisiones en nuestra sociedad, cómo lo es la asimilación de las crisis con los temores históricos propios, esto es, “volver a ver” significa volver a percibir, recordar, cuando esos recuerdos han sido de impacto porque nos pasan a nosotros o frente a nosotros, como en la escena de la película Machuca en la que una adolescente es asesinada por militares e una población de Santiago durante la dictadura militar, mientras el joven protagonista observa estupefacto, claro, el hecho ocurre a ambos, pero una yace muerta en la tierra mientras el otro debe vivir con el recuerdo. Nos ocurre a todos pero a unos más que a otros.
Más que presenciar estupefactos los hechos o augurar los mismos desde el dolor o de la culpa, lo que nos asiste es la urgencia de actuar. Y en las crisis la actuación posee pocas opciones. Podemos evadir lo que vemos y salir huyendo luego de un punto de prensa, o; creer toda la información y obedecer ciegamente a las autoridades sobre las medidas que toma para gestionar nuestra salud, trabajo y bienestar, o también podemos negociar, tratar de competir los unos con los otros pero, ciertamente, unos tendrán mejores opciones de ganar y la mayoría de perder, porque ya sabemos, esto nos afecta a todos pero a unos más que a otros.
Por fin, aún nos quedan oportunidades de atravesar las crisis con mayor capacidad de logro para todos y esto se hace desde la cooperación guiada por coordinadores y “liderazgos” que se adaptan y ponen principios éticos frente a todos (no necesita encarnarlos, solo situarlos como objetivo a cumplir y trabajar en ello) o bien lograr la cooperación. De esta estamos lejos, toda vez que necesitamos escenarios horizontales, simetrías de información y sobre todo un punto de vista común sobre aquellas cosas que nos importan a todos.
En esto hemos fallado y al parecer, por las palabras del diputado, lo seguiremos haciendo. Desde informar erróneamente datos de salud pública hasta saltarnos la fila para conseguir cosas. Las palabras del Secretario General de Naciones Unidas en esto son alarmantes y dolorosamente reconocibles: “Somos tan fuertes como nuestros sistemas más débiles. Así, apoyar de forma vital al mundo en desarrollo en el momento actual no es una cuestión de generosidad, sino de un interés propio fundamentado”.
Hay miradas distintas, de las que ven y las que no ven. Pero hay una que mira hacia adentro y logra ver siempre, esa es la que más necesitamos.
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