La demanda por una nueva Constitución es un reclamo justo, necesario y sensato. Goza de una amplia base de apoyo. Tiene fundamentos históricos. Es una manera inteligente de responder a los problemas del presente. Parece indispensable a efectos de que Chile pueda encarar los desafíos del futuro con una democracia más sólida y con instituciones más legítimas.
Nuestro llamado a trabajar por una nueva Constitución no arranca ni de la frustración ni del revanchismo. Estamos orgullosos de lo que hemos hecho como país en los últimos 25 años. No pensamos que Chile se encuentre al borde de algún abismo. Advertimos, por supuesto, la existencia de una grave crisis de confianza. Sabemos, sin embargo, que como país contamos con los recursos morales, políticos, institucionales, culturales e intelectuales que nos permitirán superar esta dificultad. Es con esa fe en Chile y su pueblo que defendemos la idea de una nueva Constitución.En marzo de 2018 el Congreso elegiría una convención constituyente, la que contaría con 15 senadores y 15 diputados y un cuerpo de 30 ciudadanos y que dispondrá de seis meses para realizar su cometido: presentar una alternativa de cambio constitucional…
Sabemos que el cambio constitucional es un asunto que plantea interrogantes importantes. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Es elemental que esas dudas vayan siendo despejadas. Así, irán desvaneciéndose los fantasmas y los monstruos imaginarios que algunos ven, o quieren hacer ver. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sí queremos aportar con algunas ideas básicas.
En lo que respecta a los contenidos de una nueva Constitución, nos declaramos partidarios de un texto que encarne un amplio Acuerdo Nacional (en estos meses se cumplen 30 años del Acuerdo Nacional hacia la Plena Democracia, compromiso que, de alguna manera importante, aún está pendiente).
La Carta Fundamental debiera asumir un compromiso con la dignidad de la persona humana y el carácter inviolable de sus derechos fundamentales. Postulamos un reconocimiento de la realidad pluriétnica y pluricultural de la nación chilena. Defenderemos una profundización de la descentralización y la regionalización. Creemos que hay que avanzar hacia una relación más equilibrada entre Ejecutivo y Legislativo. Somos partidarios de mejorar el estatuto jurídico de los bienes públicos. Pensamos que Chile necesita un texto que garantice, efectivamente, el gobierno de las mayorías. Por lo mismo, creemos que deben eliminarse las leyes de quórum supramayoritario (y, consiguientemente, el control preventivo obligatorio del Tribunal Constitucional sobre esas leyes).
Una de las principales fuentes de incertidumbre dice relación con el procedimiento a emplear. En esta materia, rechazamos cualquier tipo de fetichismo. Hacemos nuestro el marco de referencia del programa de la Presidenta Bachelet: el procedimiento debe ser «democrático, participativo e institucional». Nuestra propuesta consiste en articular la actuación de los órganos de representación republicana y la participación directa del pueblo. No creemos que sea necesario, ni bueno, elegir entre una u otra vía. Una de las claves es que el esfuerzo sea muy amplio, con respeto a las minorías y sin saltarnos ni burlando las reglas vigentes.
El respeto por el derecho y el fair play nos llevan a sostener que todo este proceso supone, de entrada, que se modifique el Capítulo XV de la Constitución, sobre reforma, por el quórum allí establecido, de dos tercios de los senadores y diputados en ejercicio.
En febrero de 2018 se cumplirá el bicentenario de la declaración formal de la Independencia de nuestra patria. Proponemos que para esa fecha (marzo de 2018, para ser más precisos), nuestro Congreso Nacional proceda a elegir una convención constituyente que asuma la tarea histórica de discutir y proponer un nuevo texto constitucional para el Chile del bicentenario.
El fin del sistema electoral binominal, en enero último; su reemplazo por un sistema de representación proporcional que recupera la mejor tradición republicana, y la puesta en marcha de las que serán las nuevas reglas sobre financiamiento de las campañas permitirán que el Congreso Nacional que se elegirá en diciembre de 2017 cuente con la necesaria legitimidad que demanda acometer la ambiciosa tarea planteada.
Constituidas en Congreso Pleno, en marzo de 2018, ambas Cámaras elegirían una convención constituyente, la que contaría con una composición mixta: la mitad, constituida por parlamentarios (15 senadores y 15 diputados, elegidos por cada una de las Cámaras), y la otra mitad (treinta representantes), constituida por un cuerpo de ciudadanos elegidos por el Congreso Pleno. Un total de sesenta miembros.
La convención constituyente dispondrá de seis meses para realizar su cometido. Su proceso deliberativo deberá considerar un sistema de consultas ciudadanas. Concluido su trabajo, la convención constituyente presentará ante el país una alternativa de cambio constitucional, la que será sometida a un referéndum para efectos que el pueblo la apruebe o la rechace.
Así, nuestra patria contaría con una nueva Constitución, la «Constitución del Bicentenario», la más representativa y participativa de nuestra historia. La que Chile necesita y merece.
Columna coescrita en conjunto con Patricio Zapata, abogado constitucionalista
Comentarios
03 de noviembre
Primera propuesta: que dejen de existir los «honorables» senadores y diputados; que las leyes se discutan y tramiten en base a sistemas participativos y no representativos.
Si la Constitución la hará un grupo de iluminados, no es una Constitución que nos represente.
+1
07 de noviembre
Señor usted habla como si el gran logro fuese escribir apenas el mecanismo, como si ya con eso tuviésemos otra constitución. De partida puede darse cuenta que mientras todos rehúsen tomar la constitución actual como texto base para otra constitución y al mismo tiempo nadie muestre otro texto para tomarlo como base todo esto sigue siendo puro bla bla. que no tiene ningún destino.
Ha pasado tanto tiempo con esto de otra constitución que la conclusión que uno puede tener es que sus palabras son parte de un juego pirotécnico de moda que tienen los políticos para figurar gratuitamente sin mostrar algo concreto realizado ni ofrecer algo concreto por realizar.
Saludos
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