Tanto el matrimonio heterosexual como el derecho a la vida son bienes humanos fundamentales para la sociedad, que le pertenecen a la humanidad y no a una religión en particular, como erróneamente a veces se cree.
Los resultados de las elecciones presidenciales y parlamentarias, más allá de los cálculos electorales que cada una de las colectividades usualmente acostumbra hacer, configuran un nuevo panorama de ideas que es necesario tener presente, sobre todo respeto de la llamada “agenda valórica”.
Es un hecho de la causa que la coalición de izquierda ha alcanzado mayoría absoluta en ambas cámaras. Ello permite, al menos en principio, bajo un eventual gobierno de Michelle Bachelet, que ésta avance en la agenda progresista de los temas valóricos, sobre todo respecto del matrimonio homosexual, que, siendo materia de una ley simple, necesita de la mayoría de los diputados y senadores asistentes a la sesión para ser aprobado. Un panorama más difícil, pero no imposible, se avizora respecto a la despenalización del aborto en ciertos casos, como lo contempla su programa de gobierno: inviabilidad fetal, violación y riesgo de vida de la madre, pues para ello es necesario un quórum de dos tercios, porque se trata de una reforma constitucional.
Desde una mirada optimista, a pesar de este aparente escenario favorable a la mentalidad revisionista, ambas batallas pueden doblegarse si se dan algunos hechos. Respecto del matrimonio, con la actual conformación de ambas cámaras, todo parece indicar que basta el acuerdo de la Nueva Mayoría para aprobar reformas al matrimonio. Sobre todo ahora que algunos democratacristianos que históricamente han mostrado cordura, como es el caso Soledad Alvear o Hosaín Sabag, han quedado fuera del parlamento. Sin embargo, la realidad demuestra que no parece existir consenso entre los mismos parlamentarios elegidos por la coalición en cuestión. Varios diputados del PPD, como Joaquín Tuma, Cristián Campos, Enrique Jaramillo y Jorge Tarud, estarían en contra del matrimonio igualitario. Lo mismo ocurre en el PS, donde su presidente, Osvaldo Andrade, Fidel Espinoza y Daniel Monsalve, rechazan la iniciativa.
En la Alianza este consenso parece existir, pese a la pérdida de figuras como Gonzalo Arenas, que siempre se caracterizó por su claridad y valentía en la defensa de la vida, el matrimonio y la justicia social. Algunas excepciones romperían este consenso, pero de modo accidental, como la diputada Karla Rubilar. Cabe señalar que en 2010, la actual candidata presidencial Evelyn Matthei, junto al senador del Partido Socialista Fulvio Rossi, presentó un proyecto de ley sobre aborto terapéutico, causando polémica por sus repercusiones, al sostener que el Estado, en ciertos casos, “no tiene por qué obligar a las mujeres a seguir con su embarazo hasta el final”. Sin embargo, hoy por hoy el programa presidencial de la candidata no contempla ese tipo de iniciativas, pese a que no se ha pronunciado sobre la posibilidad, en el evento que sea la próxima Presidenta de Chile, de vetar una ley de aborto similar a la que ella promovió en su momento.
Como en toda democracia pluralista, siempre es sana la discusión y confrontación de ideas, sobre todo si se trata de temáticas que tienen un interés público y un impacto muy grande en la vida de las personas y la sociedad. Lamentablemente, si bien el mismo programa de Bachelet llama a un debate abierto sobre el matrimonio, existen algunos grupos de interés que ejercen un fuerte lobby político, como la Fundación Iguales, o el Movilh, que no han discutido racionalmente las implicancias de fondo de sus demandas, ni han justificado su necesidad ni el impacto en las distintas dimensiones del bien común. Por ejemplo, ¿cómo afectaría el matrimonio homosexual a los niños, o, análogamente el aborto a las mujeres, que son las más perjudicadas, por lejos, ante un decisión de tal envergadura?
Es de esperar que el “debate abierto” anunciado por Michelle Bachelet en su programa de gobierno, sea realidad en la práctica y no esté previamente influenciado por estos grupos de interés, y se discuta en serio, atendiendo a la relevancia social de las instituciones y los derechos en juego, más que un radicalismo que exalta los derechos individuales. Existen buenas razones para defender por qué el matrimonio heterosexual no es cualquier cosa, sino “algo” que debe ser explicitado y discutido por todos.
En definitiva, el futuro de los temas valóricos no está perdido. Los parlamentarios elegidos y confirmados en sus cargos, más allá de sus colores políticos, deben defender sin vacilación alguna leyes justas que vayan en beneficio del bien común. Porque no da lo mismo que ésta promueva una u otra forma de vida, o tales o cuales derechos, pues la ley nunca es neutral: de por sí tiene una función docente o pedagógica en la conducta de las personas, y de validar una cultura, vale decir, de enviar a las generaciones venideras un mensaje sobre lo qué es realmente importante en la vida.
Tanto el matrimonio heterosexual como el derecho a la vida son bienes humanos fundamentales para la sociedad, que le pertenecen a la humanidad y no a una religión en particular, como erróneamente a veces se cree.
Si la ciudadanía no exige coherencia a sus representantes, se privará de estos bienes, que hacen posible una vida humana plena, digna y orientada a un desarrollo humano integral, a las futuras generaciones de chilenos que merecen vivir en un país orientado a un desarrollo humano integral.
* Entrada escrita por Luis Robert, Investigador de IdeaPaís
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Foto: Wikimedia Commons
Comentarios
21 de noviembre
Cual es tu argumento para «Tanto el matrimonio heterosexual como el derecho a la vida son bienes humanos fundamentales para la sociedad, que le pertenecen a la humanidad y no a una religión en particular, como erróneamente a veces se cree».a parte de la fe? cada cual puede tener la fe que quiera, pero no se pueden hacer políticas publicas a través de la fe.Es lamentable que la humanidad haya pasado tanto tiempo gobernada por grupos fanáticos que han discriminado, matado, violado y torturado solo en nombre de su fe, que ahora un grupo de jóvenes tomen sus banderas
Saludos
Alvaro
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23 de noviembre
Porque es por cordura lo del matrimonio gay, es España casi la mitad de estos sujetos tienen ETS, por ende pasa a ser un tema de salud pública, además que hay muchos adolescentes que son incitados a estas practicas y por si fuera poco, las consecuencias emocionales del homosexualismo es muy grave, no hay peor ciego que el que no quiere ver
22 de noviembre
Aqui no hay ningún argumento para sostener su tesis, el texto es completamente falaz. Y tratar de «cuerdos» a Alvear y Sabag, y alabar al nazi de Arenas nos habla mucho de quien es q escribió esta columna. Se nota q les asusta q los cambios vengan, pq saben q vendran, no importa q dinosaurios cada vez mas minoritarios como este tipo piensen de ello. La «idea pais» que tienen es una q no quiero para Chile, se quedaron en la Alemania de los 40. Y no confunda la honorable defensa de los DDHH q hacen las ONG como Iguales o Movilh con el lobby asqueroso e ilegal de Opus Dei fallados de mate como usted
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23 de noviembre
Porque es por cordura lo del matrimonio gay, es España casi la mitad de estos sujetos tienen ETS, por ende pasa a ser un tema de salud pública, además que hay muchos adolescentes que son incitados a estas practicas y por si fuera poco, las consecuencias emocionales del homosexualismo es muy grave, no hay peor ciego que el que no quiere ver
23 de noviembre
Porque es por cordura lo del matrimonio gay, es España casi la mitad de estos sujetos tienen ETS, por ende pasa a ser un tema de salud pública, además que hay muchos adolescentes que son incitados a estas practicas y por si fuera poco, las consecuencias emocionales del homosexualismo es muy grave, no hay peor ciego que el que no quiere ver
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27 de noviembre
Una «argumentación» hecha en base de prejuicios sin ningún respaldo que termine en «no hay peor ciego que no quiere ver» es bastante gracioso.