Miedo

¿Es esto normal?

Despertarse y pensar de inmediato en tener cuidado por donde andas, porque un militar puede llevarte detenido. ¿Así lo sentían ustedes?

¿Es esta la sensación? ¿Así se sentía esta forma de tener miedo?

Yo no lo se. Nací en democracia. Y creí que nunca iba a sentir esto. Me lo prometieron. Ustedes se lo prometieron y nos lo prometieron.

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¿Es esta la sensación? ¿Así se sentía esta forma de tener miedo?

Necesito que me lo expliquen aún sabiendo como fue. Ni todas las veces que fui al museo, o que conmemoré a los Detenidos Desaparecidos, o que ví documentales de esa época, ni todas las veces que hablé de esto en mi casa, o con gente que vivió esto, que lo sufrió, me tienen como hoy he amanecido.

Tengo miedo.

Miedo por una institucionalidad de papel, que ante la actuación de al menos dos mil personas menores de edad es capaz de hacer sucumbir a un gobierno, paralizar una ciudad de ocho millones y ordenar medidas de última ratio, como si se tratase del mismo acabose. Yo creía que esta institucionalidad había sido reformada, y que había sido adecuada para la era democrática.

Yo lo creía. Nos lo dijeron. Y creí que nunca íbamos tener a pasar por esto. Me lo prometieron. Ustedes se lo prometieron y nos lo prometieron.

De verdad que aún siendo estudiante de derecho, aún habiendo estudiado ciencia política, aún habiendo entrado en proyectos de investigación, habiendo hablado con la casta política, no puedo comprender y sopesar, apaciguar de alguna manera la sensación que me surge ante esa revelación

Tengo miedo.

Miedo porque ya no se que nos depara. Si el neonacionalismo va a volver a surgir fuertemente, si la gente realmente entendió o se está dividiendo, si mis labores para intentar ayudar a construir una democracia más fuerte se fueron al caño por las decisiones políticas de un gobierno que no entendió a la gente.

Yo de verdad sentía que podíamos construir un país nuevo. Nos dijeron que íbamos a ser los constructores de esta nueva patria, linda y arraigada en nuestros corazones. Me lo prometieron. Ustedes se lo prometieron, y nos lo prometieron.

Ya no sé que realmente hacer. Siento que mi vida ha perdido propósito, que no podré hacer nada más para construir, porque puede pasar esto, que saquen a la fuerza y nos repriman. De nada sirvió estudiar una carrera para abogar por las personas, de nada sirvió meterme a Amnistía Internacional, de nada sirvió internacionalizarme, conocer el mundo. Porque una sola orden y nos imponen esto, y nos generan la sensación que hoy siento.

Tengo miedo.

Pero también tengo rabia. Tengo impotencia. Nos truncaron los sueños, y fueron los mismos que nos prometieron que nunca más iba a pasar. Los mismos que se los habían prometido. Los mismos que me lo prometieron.

¿Así se sentía esto? Es como una papa en la garganta, que de verdad quiero tragarme, pero me es imposible. Porque no va con mi forma de ser, no va como me criaron para esta era. Para una sociedad democrática.

¿Es así como tiene que ser? ¿Cada vez que la gente exige demandas sociales, tienen que aprovechar que unos niños hacen vandalismo para imponer y dictar cómo tenemos que salir, por donde tenemos que ir, bajo pena de sufrir detenciones o peor? ¿Es esto normal?

Tengo miedo. Pero también tengo rabia. Porque creí que ustedes iban a evitar que de nuevo ocurriera, que ustedes iban a salir si es que de nuevo pasaba. Que iban a proteger la democracia que nos costó tanto si ocurría.

Me lo prometieron. Ustedes se lo prometieron, nos lo prometieron.

Pero fallaron.

Tengo miedo. Miedo de tener que prometerle a mi sobrina lo mismo. Miedo de fallarle, tal como ustedes lo han hecho con nosotros.