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Me duele Chile

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Hace unos días conocí a un cabro de 19 años, pero al verlo tal como yo, nadie pensaría que se está frente a un adolescente. A los 14 años abandonó su colegio y sus amigos, estaba entonces en sexto básico y pese a varias repitencias, reconocía que le gustaba ir por los recreos y el rato que jugaba la pelota. Su padre llevaba años maltratándolo física y psicológicamente, a él, su mamá y sus hermanos. Un día presenció cómo su padre una vez más golpeaba a su mamá, y por primera vez decidió intervenir, se tiró sobre él y comenzó a golpearlo. Su padre sangraba en el suelo y estaba inconsciente, su madre le suplicó que se fuera. Ante esto, hizo lo único que le quedaba: irse de su casa, irse de su barrio, y de su colegio.

Viajó a Santiago y desde entonces no ve a su familia, no cree que algo haya cambiado. Poco después conoció la droga, me dijo: “cuando consumo se me olvida todo, aunque sea por un rato y al menos tengo un rato bueno”. Sin embargo, no lo identifica como un problema porque en quienes lo rodean es algo habitual, él cree que puede parar cuando quiera.


Sé que reconocer ese dolor es angustiante incluso desolador, pero si no lo hacemos corremos un riesgo aún mucho peor, y es que al igual que a quien conociera hace unos días, la desesperanza y el dolor sean ya no una experiencia sino en la vida misma.

Cuando conversamos, le pregunté qué quería hacer con su vida y me dijo, “esa pregunta no es para gente como yo, yo me tengo que preocupar por tener para comer”. Hoy trabaja en una ferretería, le pagan $300.000 mensuales, trabajando de 8 am a 19 horas pm, siempre que no haya más trabajo; y de lunes a sábado, bajo la premisa de su empleador de que si no le gusta se puede ir. No tiene contrato, tampoco salud, pero no le importa, porque es sano.

Al despedirnos, le dije que esperaba que las cosas mejoraran para él, y me dijo que él tenía la certeza de que no, que él seguiría siendo pobre, y que ésta era la vida que le había tocado. Mi primera reacción fue a tratar de contradecirlo, pero luego de un minuto me di cuenta de que él tenía razón, y que decir lo contrario era incluso absurdo.

Fue un encuentro profundamente doloroso, primero por la profundidad y sabiduría de la desesperanza de alguien que logra ver que más que vivir simplemente sobrevive, pero sobretodo por ratificarme el enorme dolor que yo creo que Chile cada día tiene, son millones los que día a día sufren, y cuando uno se conecta con ese dolor es tan grande que ignorarlo es imposible.

Llevamos años escuchando que Chile llegará al desarrollo, a los famosos 20.000 dólares per cápita, que fuimos los jaguares de Latinoamérica, y que somos los primeros en Sudamérica en entrar a la OCDE, que mucho se ha avanzado. Se ha avanzado en varias materias, pero no creo lo hayamos hecho en la más importante de todas, en términos de felicidad, pero lamentablemente quienes viven en el dolor no pueden pensar en el futuro porque sólo tienen presente.

El dolor de Chile ha ido creciendo desde la dictadura, al dolor de nuestros compatriotas exiliados, torturados y desaparecidos, se le ha agregado el dolor de la indiferencia y el individualismo desmedido desde la vuelta a la democracia. Chile es uno de los países más inequitativos del mundo y eso duele; Chile no sólo es el segundo país a nivel mundial que presenta más crecimiento del suicido adolescente y el país con más depresión y consumo de alcohol de Sudamérica sino el que presenta la confianza interpersonal más baja y eso sigue doliendo. Chile es un país donde colusiones como las de las farmacias y los pollos, o la estafa de La Polar finalmente son soslayadas de la justicia mediante defensas corporativas de clase y pese a ser el segundo país de América con más presos.

En la Araucanía están varias de las comunas más pobres de nuestro país pero nadie habla de esa violencia, sólo de la de los comuneros mapuches como si la violencia incendiaria no tuviera que ver con el dolor de centenares de años de marginación y humillación. Se ignora la herida en nuestra infancia, la herida de los 130.000 niños que están en el SENAME, buscando inculpar sólo a la institución, sin entender que cuando los niños llegan a ella ya es demasiado tarde. Chile es el país donde el sistema de pensiones no garantiza tener una jubilación digna, es más tenemos la certeza de que se nos obliga a tener que ser parte de un sistema que nos perjudica, donde se reparten las pérdidas pero no las utilidades y eso es un padecimiento crónico.

Ante todo este dolor, nos siguen respondiendo que lo importante es el crecimiento, que esa es la forma para medir el éxito del país y no el dolor o la felicidad que sus habitantes tengan. ¿Quién dijo que esto es ser desarrollados? Yo al menos no quiero alcanzar el desarrollo si esto implica ser desarrollados, este es el triunfo de un modelo neoliberal despiadado donde nos convencen de que la meta es el progreso personal y acceder a bienes y servicios que harán de nuestra vida más fácil y mejor, donde desaparece el sueño colectivo y el bien común y que nos matará de dolor.

Yo no quiero este desarrollo de 20.000 dólares per cápita donde el promedio esconde riquezas desmedidas sustentadas en miserias inhumanas. No quiero este desarrollo que se alcanza centralizando el país en guetos urbanos donde siempre los más pobres van quedando en la periferia, desarraigados de sus familias, de sus desiertos, de sus bosques y sus lagos, simplemente porque no vemos que Putaendo, Yerbas Buenas, Chépica o Porvenir son mejores lugares para vivir pero que los hemos abandonado por no ser económicamente rentables. Sé que reconocer ese dolor es angustiante incluso desolador, pero si no lo hacemos corremos un riesgo aún mucho peor, y es que al igual que a quien conociera hace unos días, la desesperanza y el dolor sean ya no una experiencia sino en la vida misma.

TAGS: #Desigualdad #Pobreza #PolíticasPúblicas

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Comentarios

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Cristóbal Besnier

07 de septiembre

Gracias Alberto, por haber enseñado una vez más el gran dolor que siente Chile en sus venas, donde el neoliberalismo nos tiene sumergidos en la injusticia social, donde el desarrollo no va de la mano con el sustento comunitario.

07 de septiembre

El problema, al contrario de lo que dice Cristóbal, en mi perspectiva, no es el neoliberalismo. La liberalidad para poder seguir el camino que uno quiera no hace mal, y en general ayuda a las sociedades a desarrollarse. El problema que uno observa es el individualismo y la falta de empatía por el resto; no es el tener una sociedad libertaria lo que provoca eso, ya que ambas situaciones suceden en todo el mundo, y tienen que ver con la educación….esa educación que se da en los hogares y en instancias formativas.
En países mas avanzados educacionalmente (Finlandia, Nueva Zelandia, etc), se educa para la empatía, para la resolución de conflictos, etc. En ese sentido, el aprender a ponerse en los zapatos del otro no es una habilidad natural, sino que se obtiene a través de un proceso educativo. Y esto no es el comunitarismo al que la izquierda dura apela, pues eso trae aparejado las otras consecuencias históricas de ese enfoque: poca productividad, estado rector de la sociedad, igualitarismo forzado, etc.
La lógica de futuro realmente potente tiene que ver con ese concepto: EMPATÍA
Saludos

servallas

07 de septiembre

Me parece que hay muchos que nos duele Chile, a veces Chile nos llena de pena y nos lleva a pensar ¿porqué pasa esto?, ¿qué es lo que realmente hacemos mal?, ¿por qué florecen estos conflictos intestinos?, ¿por qué no evolucionamos y nos desarrollamos de una buena vez?. Te diré algo, Chile no viene sufriendo desde la dictadura, viene sufriendo desde su formación, desde muchísimo antes, quizás hayas leído historia, tuvimos guerras desde el inicio, matanzas brutales entre españoles e indígenas con poblaciones literalmente taladas como ocurrió con Osorno y las matanzas posteriores de venganza, luego guerras civiles fratricidas, guerras con los vecinos, golpes de estado, dictaduras, de todo. Pero no sólo eso, los desastres naturales no hacen sufrir mucho, perdemos vidas y a veces esfuerzos de generaciones que se transforman en minutos en escombros, parece ser que las lágrimas y el dolor están en nuestro ADN. Podríamos ser un ejemplo de nación pero a veces me parece que estamos pegados con engrudo, un chiste que se convoca para los 18 y cuando hay futbol. Me duele que exista tanta pobreza, pero lo que más me duele es que exista tanto odio, nadie se pone en los zapatos del otro, la descalificación personal, el manejo editorial, la burla grupal, el discurso políticamente correcto, la transmisión de ideas en las aulas universitarias, y aún en la sátira que vemos todos los días en realidad está llena de odio, y me duele además, y mucho, que en este, mi país, humilde, país lejano a todo tipo de escenarios de conflictos mundiales duros, se haya venido a entronizar la envidia, madre de muchos de nuestros conflictos, de mucho de nuestros dolores. Chile será un país desarrollado sólo el día en cada uno de nuestros compatriotas sea un individuo desarrollado, y en muchos aspectos, esa es una búsqueda personal, un logro de vida que lleva implícito sin duda la libertad para pensar y hacer. Gracias por tu artículo. Saludos.

Jose Luis S. Larraín

07 de septiembre

Me parece que confunde el remedio con la enfermedad, culpa al modelo que nos ha ido sacando de esos problemas en un tratamiento existoso, medible y único.

Saludos

07 de septiembre

Es cierto. Muchos tienen acceso a la felicidad restringida. De trescientas lucas sin salud, ni pensión (aunque claramente la afp a esa persona no le asegure nada, ni a ninguno de nosotros). Chile tiene una tristeza y es la de que no se valida la felicidad, el inrercambio, el conocimiento, se valida el endeudamiento y el consumo pero de eso ninguno sonríe a largo plazo.

Es muy cierto que nos falta mucho, por ejemplo que ese trabajador tenga derechos. Partiendo por ahí. Que a la salida de su trabajo pueda compartir con otros seres humanos antes de irse a la cama para vover a laburar al día siguiente.

Sí. Nos falta mucho, mucho aún por mejorar. Pero ¡arriba el ánimo!, o como dijo nuestro querido Gonzalo Rojas «Al oleaje, coraje».

Un abrazo.

solopol

07 de septiembre

El dolor de este país es inmenso, y la tristeza está en todas partes. Es un país sin un mínimo de inteligencia emocional, no comprende las emociones ni las situaciones de vida. Es frío, seco, intelectual. Cuando hablas de un tema todos lo llevan a un terreno teórico, académico, económico o político. No pueden hablar por ellos, por sus dolores, sus problemas. Te callan, te opacan y no toman en cuenta lo que dices, o tal vez con la mejor intención creen haberte entendido. Pero no sucede así. La gente q

solopol

07 de septiembre

El dolor de este país es inmenso, y la tristeza está en todas partes. Es un país sin un mínimo de inteligencia emocional, no comprende las emociones ni las situaciones de vida. Es frío, seco, intelectual. Cuando hablas de un tema todos lo llevan a un terreno teórico, académico, económico o político. No pueden hablar por ellos, por sus dolores, sus problemas. Te callan, te opacan y no toman en cuenta lo que dices, o tal vez con la mejor intención creen haberte entendido. Pero no sucede así. La gente que tiene dinero y una buena situacion en la vida se queja constantemente de lo pobre que es, y de los problemas que tienen. Los pobres no tienen esperanza. Los ricos son infelices. El rico no habla de su bienestar sino de su malestar, de su desagrado con el gobierno, los pobres, los rebeldes, etc. El rico se porta como pobre. Se cree con derecho a sufrir como pobre. No internaliza que por tener mas dinero tendría que ser más feliz. En general, nadie cree en los sueños ni en las ilusiones. No tienen esperanzas, porque las esperanzas son de gente irresponsable. Chile es un país superoccidental. Es más occidente que el mismo occidente. La gente se olvida mucho de ser persona, en Chile ser humano es de mal gusto.

solopol

07 de septiembre

Superserio, superoccidental, superpragmático. Supereuropeo. Así es Chile.

Carlos Odebret

08 de septiembre

Estoy de acuerdo con el diagnóstico, pero me surge – como en todos los últimos diagnósticos – el avismo del plan, en buen chileno… que y como mier.. lo hacemos! O mejor dicho: que tengo que hacer yo para que el diagnóstico sea distinto en el proximo test y como trabajo con otros para hacer eso – que nadie dice – nos traera mejor vida… invito a los columnistas (lo escribi bien, ojo) que tienen deseos de liderazgo a darme tareas!!!

08 de septiembre

Hola Carlos, creo que la primera tarea es difundir esta columna a 5-10 personas más (ojalá con quienes no tienes mucha confianza o que no piensen igual que tú) y luego invitarlos a un café para comentarla. Cuando nos demos cuenta que somos muchos a los que nos duele Chile podremos comenzar a soñar mejores soluciones. Es próximo primer paso…yo lo voy a hacer. De ahí les cuento qué pasó.

08 de septiembre

La sensación de placer o dolor son percepciones bastante subjetivas cuando se intenta empalizar con un tercero. Un inválido induce en otros una sensación de compasión, pena y abatimiento pero quizá el afectado puede sentirse mas feliz y agradecido de haber sobrevivido a un accidente o enfermedad de lo que creemos. Para una persona de Africa central que no tiene que comer y ve morir a diario a personas por guerras y enfermedades estas penas que tenemos por ver gente pobre le parecerían un chiste. Lo mismo si un chileno que trabaja en una ferretería de principios de los 70 logra viajar por el tiempo y ve esta pena actual por su colega que gana 300 lucas.

Conozco un vendedor de una ferretería que se compró una casa en la Ciudad Satélite y estoy orgulloso de que un país que era tan pobre haya logrado eso.

Les diré muy sinceramente lo que me da pena: Lo que me da pena es tanta gente que vive marcando las diferencias y no los logros de las personas, eso me da mucha pena porque esa gente nunca jamás sentirá ni verá en otros la felicidad. Eso es lo mas triste de este país.

Saludos

Maximo Teran P

08 de septiembre

Reconforta comprobar q sí hay gente q como uno, lucha a diario x tratar d transmitir como la dictadura quebró este país, destrozando la Educ Pública para hacerla un negocio, haciendo privado los servicios públicos, permitiendo vía libre mercado, el expolio de sus trabajadores los q están obligados a pagar los q los insaciables empresarios cobren x los pésimos servicios q prestan. También me duele Chile

Waldo Meneses

08 de septiembre

No se la edad de Larrain, pero en mi larga vida, he visto esto durante muchos años y partes , sin que ningún gobierno democrático o no, haya actuado para mejorarlo. Solo avaricia y soberbia de la clase política, que cada día sin importar su pensamiento tratan de enriquecerse ellos y sus familias, con toda clase de argucias lícitas o no, para conseguirlo

09 de septiembre

A mí también me duele Chile por su indiferencia con sus ciudadanos y ciudadanas, que nuestra sociedad no se remezca con las cosas que le ocurren a los compatriotas, y que la imagen que se proyecta para otros es «infinitamente mejor» que para los nuestros, y de muestra un botón.
A muchas personas les impactó la imagen del niño Sirio que falleció en el mar, imagen que ha recorrido el mundo a través de las redes sociales, imagen que evidentemente no puede dejar a nadie tranquilo, muy por el contrario, nos preocupa, nos duele, nos estremece. Y ahora nuestro país acogerá a los refugiados Sirios, cuestión muy humana y que seguramente muchos aplaudirán ¿pero esta integración de refugiados Sirios a Chile, será mejor ejecutada que con los Croatas o Haitianos que hemos recibido anteriormente? ¿o sólo es para demostrarle al mundo que «somos solidarios»? pero los que vivimos aquí sabemos que a esas personas no se les dío lo que en un principio se les ofreció, pero se quedaron en Chile, tal vez no porque quieran, sino porque no tienen más alternativa.
Chile acostumbra de cuando en cuando a mostrarse al mundo como lo que no somos, tal como pertenecer a la OCDE, pues seguimos con inequidad.
No quiero comparar dolores, pero creo que como Estado, como Gobierno y como País estamos al debe en muchas cosas, cuestiones relacionadas con la defensa de los Derechos Humanos vulnerados por más de 50 años a cerca de un centenar de compatriotas, chilenas y chilenos que nacieron con discapacidad física a causa de una Maldita Droga denominada TALIDOMIDA y que fue autorizada por el Estado Chileno para fabricarse, distribuirse y venderse en nuestro país. Muchas personas nacieron sin brazos, sin piernas, otras sin piernas ni brazos y todo producto que a nuestras madres les administraron ese medicamento que fue creado en Alemania y que fue distribuido en más de 50 países con 80 nombres distintos, cuando se descubrió la causa efecto ya había nacido más de 20.000 nios en el mundo y otros 100.000 nunca llegaron a nacer.
Como les dije en Chile hay un centenar de personas dañadas por esta causa, y el Estado Chileno no ha sido capaz de Resarcir los Derechos Humanos violentados a estas personas que sufrirán sus daos hasta el día de su muerte, aquí se establece la teoría de los Derechos Humanos que dice que cuando «Existe un daño permanente en el cuerpo y por tanto el delito es imprescriptible y por tanto se puede perseguir responsabilidad. Pero en Chile parece no regir este principio, pues el Estado Chileno no tiene intención en reconocer que existen compatriotas dados porla Talidomida que ese mismo Estado Autorizo para que se utilizara y cuando hemos salido a la calle a pedir el resarcimiento de nuestros derechos violentados, las autoridades hacen oidos sordos, cuando estabamos en la campaña presidencial, un grupo de 10 personas dañadas por la Talidomida nos reunimos con la entonces candidata a la , la Sra. Michelle Bachelt quien se comprometió a recibirnos en La Moneda cuando asumiera la Presidencia de la Repíblica, previa carta que debíamos ingresar a Palacio, el 14 de marzo de 2014 ingresamos la carta solicitando audiencia de acuerdo a lo conversado, ha pasado Un año y medio, aún la Presidenta Bachelt no nos recibe en La Moneda, las respuestas típicas, que por motivos de agenda no es posible que nos reciba, ¿Seguramente recibirá a los refugiados Sirios cuando lleguen a Chile? y nosotros deberemos seguir esperando que su agenda se desocupe para que nos reciba, no me gustaría pensar que tiene el mismo refrán del Dictador «muerta la perra, se termina la leva», porque eectivamene nos estamos muriendo y finalmente nuestro Chile nunca reconocerá que somos Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos y que aquello nos acompañará hasta el último día de nuestros días

10 de septiembre

No me queda nada mas que agradecer por lo que has plasmado en tus letras, este país ha perdido la empatía, y yo me pregunto puede haber alguien mas honesto que este muchacho, hace poco vimos a un joven trasladar los carros desde el estacionamiento de un supermercado con mucha diligencia, iba y volvía rapidito cumpliendo su cometido, y reflexionábamos con mi marido sobre él, puede haber alguien mas honesto, que se levanta a diario a correr carros de supermercado, que todos dejamos displicentemente tirados en el estacionamiento, nos imaginamos por un sueldo miserable, pero lo hace y lucha a diario por llegar por cumplir, mientras nuestra clase política en forma transversal se preocupa de repartirse millones, sin jamás detenerse a pensar en la honestidad de su pueblo, y lo peor de todo es que lo más probable que a este muchacho sea a quien controle por identidad la policía, y este muchacho será para muchos como un fantasma porque nadie ni siquiera agradecerá que gracias a su trabajo se ira cómodamente y continuara dejando su carro tirado lo más lejos posible por que nada ni nadie le importa.

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