Según Oxford Languages “buena onda” es una expresión que se utiliza para referirse a alguien con buenas cualidades. Destáquese ¡Cualidades! Elemento o carácter distintivo de la naturaleza de alguien o algo. Esto quiere decir que las cualidades son algo innato, algo por lo que no se debe trabajar, sino que simplemente se nace o no con ello.
La verdad no tenía nada contra estas personas, incluso fui una de ellas, eso hasta que comencé mi vida laboral. Es en este contexto en que se comienza a conocer distintos tipos de personas, obviamente uno busca al más simpático para entablar conversación, y como tal, siempre se conoce al “buena onda”.
Su primer consejo fue “debes crear un círculo de amistades para que jamás te falte trabajo” y desde ahí me di cuenta que en una sociedad pseudo meritocrática, más vale ser “buena onda” que sacrificarse por obtener las competencias necesarias para realizar un buen trabajo, más vale ser buena onda que obtener méritos individuales, algo digno de admiración. Claro, también existen personas buena onda con logros propios, pero aun así, siempre estarán discriminando quién le sirve de quién no.El buena onda siempre pertenece a una comunidad, donde es muy bien recibido ya que no presume una postura ideológica, no le interesa tener pensamiento propio, solo dice lo que quieren oír para pertenecer
El “buena onda” es el tipo (o tipa porque también he conocido mujeres buena onda) que siempre habla con todo el mundo, ríe con todo el mundo, y luego aprovecha la situación para desprenderse de las tareas a realizar, lanzando una sonrisa o una mirada cómplice a quien o quienes le admiran.
Considero al “buena onda” como un tipo sin identidad, ya que su naturaleza le impide sostener una postura que le distinga de la manada, no es malo, pero tampoco es bueno, él solo te dirá lo que quieres oír para tener el control de la situación, a la vez que toma alguna ventaja para utilizar en caso de ser necesario, y lo más importante, jamás dejar de ser buena onda.
El “buena onda” es el candidato político en temporada de elecciones, es el tibio mencionado en la biblia, es el amarillo mencionado en política. Es el que va a una marcha feminista para subir selfis con el hashtag “apoyando a las mujeres” pero los que le conocen saben que en realidad va para intentar conseguir algún polvo que contar al otro día con sus amigos/seguidores, y de esa forma ser más buena onda que antes. Es el que va a la marcha política para retirarse en el momento preciso antes que todo explote (no sin antes tomarse una foto para sus RRSS) yendo a tomar una cerveza a algún bar cercano (tomándose otra foto para instagram). Es el que apoya el multiculturalismo publicando fotos de personas de tez oscura, pidiendo que no los discriminen por su color de piel. Es el que los prisioneros tan bien describen en su canción “nunca quedas mal con nadie” cuando Jorge Gonzalez grita de forma tan certera “pretendes pelear… Y solo eres una mierda buena onda”
El buena onda es el idiota capaz de hacer daño a terceras personas solo por diversión, y si el afectado o afectada se molesta, el buena onda se victimiza tratando de “mala onda” al otro, o aludiendo que era solo una broma, dejando en segundo plano el daño provocado.
El buena onda siempre pertenece a una comunidad, donde es muy bien recibido ya que no presume una postura ideológica, no le interesa tener pensamiento propio, solo dice lo que quieren oír para pertenecer, y al cabo de poco tiempo gracias a su personalidad “templada” como diría Borges, logra encajar perfectamente en cualquier pensamiento ajeno que se le presente, llegando incluso a hablar de “paz, amor, amistad” y más de esas ideologías posmodernizadas, mientras discrimina al raro, al “mala onda”, al “enemigo con pensamiento propio”, al de afuera como propone Bauman. En ocasiones más extremas, el buena onda llega a tener tanta persuasión, que se autoconfiere la capacidad moral para decidir cualquier adjetivo utilizado en contra de quien es “mala onda”.
En un mundo donde la incertidumbre es la nueva forma de control, este tipo de sujetos crean la ilusión de ideologías antropocentristas, representando valores que desechan según la conveniencia, o simplemente utilizan sus “cualidades” para sobresalir de la masa sin conceder valor alguno al pensamiento. Son los tipos de los que habló Nietszche cuando nos advierte sobre la muerte de Dios y la proliferación del “último hombre”, un sujeto vacío que no es capaz de ver más allá de lo que se le ofrece, viviendo por siempre en la caverna de Platón.
Atte. Una persona mala onda, pero real.
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