Amar es un sentimiento muy difícil de explicar. Ciertas personas tienen una especial forma de declarar esa emoción que puede ser punto de creación o destrucción. A través de la historia, varios han puesto su mente en esta emoción humana. Uno de los escritores que conoció el amor es Pablo Neruda. Una de sus obras, “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”, ha sido el librito de batalla de los enamorados utópicos. Aquellos que suspiran tomados de la mano mientras miran la luna azul y escriben sobre las piedras de Isla Negra versitos copiados del manual de la Revista Vanidades.
Pero hay otros que ven en el amor un himno de inspiración radical y contradictoria. ¿Es Edgar Alan Poe un loco por escribir sobre el amor con sensación a dolor? No lo creo. Poe sufrió la pérdida de sus seres más amados, lo cual lo convirtió en un ser oscuro y conflictivo, agudizando su forma de ver la realidad; esto contribuyó a la creación de los más grande cuentos. Llenos de explicaciones sobre cómo los universos del cariño pueden ser destruidos por nuestros propios cuervos.El amor tiene que ser algo más profundo y la vez externo que una película o un ego. Una esencia que emerge de un fruto propio de cada uno, que lo hace único entre todos los sentimientos de esta vida
Es también Morrissey, el cantautor británico y ex-vocalista de la banda de “The Smiths”, un verdadero especialista al presentarnos un sentimiento de cariño con otra semántica. Morrissey, con el tiempo, perdió las líricas de este tipo, posiblemente encontró el amor común por ahí. Así mismo, el amor es uno de los temas más usados del cine. Encontramos películas que han explotado las relaciones emocionales hasta el aburrimiento, pero en algunas vemos a sujetos que Cupido escupió al rostro como el Pingüino (Danny de Vito) en Batman Returns.
Y el amor al poder, sí ese, dónde se mezcla la pasión por tener un sudoroso manojo de billetes en la mano, o el reconocimiento de seguidores, quienes por unos dólares transforman en alfombras no importa el peso en kilos o libras de sus amos. Ese amor es el más extraño, pues es una adicción, peor que cualquier droga. Ahí se refleja casi todo lo impuro de las sociedades post modernas.
Como los amantes nocturnos al televisor y el celular con sus patéticas redes sociales, pegados a sus únicas parejas falsas, buscando una esencia la cual les proporciona una razón para sentir que el corazón late. Programas, videos y fotos donde mujeres con cuerpos perfectos, y hombres con abdómenes planos, hacen gala de su amor por el “intelecto” de la nada.
Los amantes escondidos buscando una pasión por un rato. Con matrimonios falsos y fracasados, juntos por los lazos del qué dirán. Atrapados sin poder liberarse, sumando traumas y ofreciendo amor a sus hijos, sin saber que la medicina es peor que el remedio. Una sociedad de doble moral, donde todos buscan escapar, pero no lo hacen pues el amor al sentirse victoriosos, los pone contra el muro de la presión.
¡Cuánto amor hay en el mundo! Amar el dinero, pasión por líderes demagogos gobernantes de sus propios feudos, pensando que serán eternos. Cariño por una camiseta de un equipo de fútbol.
Y ese amor excesivo al ego. Semilla del olvido de algunos y encerrados en su propio yo, y demostrando al fin de cuentas que son simplemente humanos, saturados de errores y con una miopía para ver más allá de sus narices.
No. El amor tiene que ser algo más profundo y la vez externo que una película o un ego. Una esencia emergida de un fruto propio de cada uno, que lo hace único entre todos los sentimientos de esta vida. Por supuesto que existe el amor en este mundillo. Todos podemos pedir un deseo al tirar una moneda en una fuente o al ver caer una estrella fugaz para asegurarnos de encontrarlo. Seguro que existe, pero, estoy seguro también, que es una flor difícil de cuidar entre todas las del jardín de esta única vida.
Comentarios
22 de febrero
Buen escrito, amigo Julio
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