Posiblemente a través de la historia del país deben haber episodios que rayaron o fueron derechamente ridículos. Sin embargo uno puede hablar con propiedad de lo que ha vivido y presenciado. Siendo así, me referiré a la grotesca «celebración» del 40ª aniversario del conflicto del Canal Beagle…la Guerra Imaginaria.
Durante todo el 2018, y sobre todo en diciembre, desfilaron por televisión, radio, prensa y redes sociales una cantidad de testimonios de «combatientes» y/o «veteranos» de la única guerra en la historia de la humanidad donde no se disparó ni un solo tiro y donde ningún soldado salió ni siquiera con la muñeca entablillada o un tobillo esguinzado.La emoción de estos testimonios de marinos y soldados chilenos sacrificándose por la patria…simplemente me superaron.
Con lágrimas en los ojos y sus gargantas cerrándose por la emoción al recordar el «conflicto», oficiales, clases y conscriptos dieron su testimonio de aquellos «terribles días» esperando ser atacados por el enemigo: cómo se encomendaron a la Virgencita, como lloraban al escribir a sus madres y a sus novias a su vez llorando por ellos en sus terruños lejanos.
Emocionante.
Verdaderamente emocionante: he leído novelas que se desarrollan en la Gran Guerra (1914-1918), en las trincheras de el Somme y Verdún donde los muertos se contaban por miles al día pero la emoción de estos testimonios de marinos y soldados chilenos sacrificándose por la patria…simplemente me superaron.
Pero, a dios gracias, el sufrimiento de estos héroes llegó a su fin de la mano del Santo Padre.
En efecto. El General que por esos días mandoneaba en esta larga y angosta franja de tierra tuvo la visión y el tino para darse cuenta que se enfrentaría no a pobladores desarmados de Puente Alto, la Bandera o la Legua, si no a un ejército, a una aviación y a una marina bien equipada que le respondería bala por bala.
Siendo así las cosas y teniendo la claridad de que una cosa es pegarle, torturar o hacer desaparecer a un comunista, a un carpintero o a un poblador y otra muy diferente es echarle la foca a otro que está armado igual o mejor que tu, nuestro Capitán General llamó al Santo Padre rogándole que se involucrara en la pelea antes de que lo noquearan.
Y el Santo Padre hizo una pausa en sus charlas sexoteológicas con Marcel Maciel, y se involucró.
Y así, la Guerra Imposible llegó a buen término.
Y las tropas retornaron indemnes a casa: los oficiales a libar en sus casinos y los conscriptos a pelar el ajo en el Empleo Mínimo.
Y todos, todos, pudieron, 40 años después, contar a sus nietos de sus sacrificios y sufrimientos indecibles en las terribles y sórdidas trincheras del fin del mundo.
¿Ridículo o ridículos?
Comentarios
25 de febrero
Viejo gaga, tu odio parido te tiene las neuronas fundidas.
No sé si agradecer a la luz de los hechos que esa guerra se haya evitado, ya que si es verdad que eres un viejo gaga, posiblemente te hubiese tocado entregar el poto en las trincheras, pero piensonque al lado tuyo hubiese muerto común y silvestre, valientes y no tanto que hubiesen tenido que pelear por ti y otros tantos sacos de weas que hoy, prosperos y con las guatas llenas de vino y buena comida, pululan en las RRSS pontificando sobre como debería ser este país, con recetas obsoletas y añejas, pero ese es otro cuento.
No sé si lo sepas, si no lo sabes no se te puede culpar por tu ignorancia, pero si lo sabes te vuelves un weon sin remedio. No hay mejor conflicto que aquel que no se libra, y así como ahora, weones como tú, andan llamando a la paz para que los gringos no le vuelen la raja a Maduro, hoy te burlas de un hecho que hubiera sido funesto para nuestra historia.
No espero mucho de ti la verdad. Mala columna
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25 de febrero
Maximiliano, gracias por sus respetuosos comentarios.
Solo puntualizar que fui uno de los que estuvo en esas trincheras, y de galones. Pero a diferencia de muchos unineuronales, crecí, maduré, me eduqué, instruí y nunca me compré ese absurdo cuento.
Buenas tardes.
28 de febrero
En opiniones hay de todo, y es bueno que cada cual exprese como ve la realidad con la información que dispone, es respetable. En mi visión y recuerdos, yo solo tengo agradecimientos para esos chilenos, argentinos y personas de buena voluntad que evitaron una guerra fraticida, una guerra absurda, una guerra que no podríamos superar con ningún tratado de paz, porque sabemos por experiencia que las heridas supuran a través de las generaciones sin cerrarse nunca. En lo particular, aún me emociona escuchar a León Gieco y esa inmortal ‘Solo le pido a Dios”, quizás Dios en su infinita existencia tuvo algo que ver.
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