En la columna anterior “Crisis y superación del modelo neoliberal” dijimos que el 18/O marca un punto de quiebre en nuestra reciente historia: amplios sectores populares y de capas medias actuando conjuntamente conquistaron decisivas posiciones de poder poniendo en jaque al gobierno, desahuciando la vieja Constitución e inaugurando un nuevo ciclo de progreso empujado por amplias mayorías conscientes de su papel y dispuestas a luchar.
Estos procesos son parte de reformas dentro del capitalismo. Sólo se podrá ver si anuncian algo más estructural cuando se haya entrado de lleno a las tareas de esta etapa. Está pendiente definir con mayor certeza qué podría ser ese lejano mañana mejor.Se hace necesario rescatar valiosas categorías con que se interpretó la realidad en el cercano pasado. Su aparente caducidad es una consecuencia más de la derrota política popular en esos años.
La historia del mundo y las sociedades de hoy no ofrecen ejemplos con méritos suficientes para ser imitados a fardo cerrado, lo que obliga a ser críticos y creativos. No hay a la vista modelos viables de reemplazo que proyecten el capitalismo luego del fracaso neoliberal o que impliquen formas de socialismo que pudieran considerarse transitables.
En nuestro caso, la solución de estas cuestiones no puede constituir un freno al avance práctico. Al contrario, la teoría debiera abrirse paso en sinergias enriquecedoras con la lucha popular.
La sustentación social del nuevo proyecto es materia clave. La lucha dispersa y espontánea debe reforzarse con un liderazgo de propósito claro y estrategia bien diseñada. La posibilidad de cambios profundos obliga a la izquierda a avanzar en crítica y creatividad con mayor profundidad de lo hecho hasta ahora.
La redacción de la nueva Constitución se está realizando, pero el reemplazo del modelo Chicago está aún en pañales. Se observa un grave vacío de profesionales y técnicos en el ámbito económico, con ópticas críticas, abiertas a la comprensión del subdesarrollo, distintas a lo enseñado en las universidades de los países desarrollados, centros de adoctrinamiento en su exclusivo y excluyente beneficio.
Se requiere una mirada tercermundista para comprender las crisis que afectan a nuestros países, un relato común que profundice en su actual dependencia y subdesarrollo. Sólo con una mirada crítica, específica e histórica, se puede dar con soluciones reales, reposicionando la teoría de la dependencia, renovándola con los datos del mundo de hoy.
El vacío teórico de la izquierda está en el centro de una crisis histórica cuya superación implica avanzar en discusiones teóricas sobre cuestiones claves del subdesarrollo. Se hace necesario rescatar valiosas categorías con que se interpretó la realidad en el cercano pasado. Su aparente caducidad es una consecuencia más de la derrota política popular en esos años.
Este vacío atañe también a la forma que tomó el socialismo en la URSS, su fracaso y disolución, a lo que se agregan los problemas que enfrentan los países que han adoptado esquemas de partido único y socialismo como Cuba, Corea del Norte, Nicaragua o Venezuela.
Se requiere pensar a fondo la crisis actual en una época marcada por el repliegue de la hegemonía norteamericana y la conversión de China en una potencia mundial. Este ascenso requiere atenta mirada para evitar que se repitan relaciones de dependencia, dominación y asimetría centro periferia de graves consecuencias para el mundo en desarrollo.
Se debe repensar todo nuestro sistema institucional incluyendo un rol más protagónico del Estado, que asuma la defensa del interés común, desate una dinámica potente de desarrollo integral, rescate el dominio sobre los recursos naturales y sectores claves de la economía, rompiendo con la dominación imperialista y las trampas de la dialéctica centro periferia.
La democracia debe renovarse relegitimando sus estructuras y autoridades, con una mirada que aborde los más urgentes desafíos globales y mejorando en ese ámbito mayor su gama de instrumentos y soluciones.
El nuevo liderazgo popular debe establecer sólida alianza con amplios sectores medios. El nuevo protagonismo de mujeres, jóvenes, pueblos originarios, minorías segregadas y castigadas por el capitalismo arcaico y patriarcal son fuerzas creativas y liberadoras, parte esencial y refuerzo de las luchas de liberación.
La voluntad de vivir en un mundo social y ambientalmente sustentables forma parte esencial de la matriz de construcción del nuevo proyecto.
La estrategia de desarrollo debe tener un sólido fundamento técnico. La doctrina y la práctica del estado subsidiario debe terminar. El Estado debe ejercer el control sobre mercados claves, administrar y operar empresas y servicios cuando sea de necesidad social y/o de interés nacional, castigando con dureza todo acto de corrupción. La Constitución y la ley deben ajustarse a las nuevas orientaciones y necesidades.
Los comicios de noviembre debieran concebirse como continuación de las luchas populares de las últimas décadas e inicio de un nuevo ciclo de luchas de liberación nacional y popular con objetivos de largo plazo, que incluyan las transformaciones globales y las nuevas capacidades que aportan las tecnologías emergentes, el mundo digital, la comunicación en línea y el uso de redes como alternativa al dominio de la comunicación corporativa en manos de grupos económicos poderosos.
Las determinantes económicas y los flujos de valor son decisivos en el mundo de hoy, pero no son los únicos. El análisis debe incluir las condiciones geopolíticas y las relaciones de poder a nivel global donde son decisivos el ocaso del imperio y la hegemonía norteamericana y el ascenso de China y su liderazgo en el modelamiento del mundo de mañana.
Es esencial entender en este contexto el destino futuro de América Latina y el Caribe (ALC). La figura de Allende trasciende nuestro país y se hace ejemplo de consecuencia revolucionaria a nivel continental.
La traición de la izquierda renovada que se hizo reformista, que contribuyó a poner término a la dictadura, pero terminó aliándose con la alta burguesía y los grupos económicos para perfeccionar y profundizar el modelo neoliberal, es parte de la historia de Chile de los últimos 30 años, origen y causa del estallido social.
Estos hechos están en la raíz del descrédito profundo de la derecha y la centroizquierda en el Chile actual y la razón de que sólo la izquierda tenga la credibilidad suficiente y la capacidad de levantar una alternativa viable al viejo país que sucumbió.
Esta realidad se oculta en las comunicaciones de hoy, donde pesa el enorme poder de los medios de masas propiedad oligárquica y de consorcios extranjeros, marcando la necesidad de una asepsia crítica profunda y prolongada que ponga las cosas a la luz del desnudo conquistado por el pueblo en las calles.
Comentarios
25 de septiembre
Con todo respeto, para ser «Filosofo y Economista», al parecer quedo pegado en 1973, supérelo señor, el modelo de la URSS y Allende fueron, existieron y no funcionaron… ni funcionaran por mas letras de voluntarismo usted intente imponer. La China comunista ES capitalista, los paraísos que muchos proponen – Nueva Zelanda, Suecia, Finlandia – todos capitalistas…y usted trata de darle un mal olor al capitalismo, imagino que pronto dirá que el trueque sera la nueva moneda de cambio. Ah! y quien no piensa como usted… izquierda traidora, la izquierda que usted propone es solo miseria para el pueblo, mas pobreza, pero para los iluminados como ustedes no faltara en buen bistec y un buen escocés.
-1