Días antes de la elección del mandamás de la FIFA, la justicia norteamericana resolvió ordenar la detención de más de una decena de entre sus más altos dirigentes por denuncias de corrupción. El cerco se estrechaba sobre Blatter, su máximo dirigente, justo cuando iba una vez más a la reelección. A pesar del escándalo, Blatter ni se inmutó, mantuvo su candidatura y ganó una vez más la presidencia de la FIFA, riéndose de los peces de colores. A los pocos días, por motivos que permanecen en la penumbra, renuncia.
Nadie duda de que la corrupción ha hecho presa de la FIFA. No es un tema de ahora, sino que se viene arrastrando desde los tiempos de Joao Havelange. El negocio es muy atractivo, son miles de millones de dólares los involucrados. En tiempos de neoliberalismo la tentación es fuerte y la resistencia al virus de la corrupción es débil. Esto vale en este caso y en muchos otros que estamos experimentando en carne propia.Está bien, tarjeta roja para la FIFA, pero la tarjeta roja hay que aplicarla siempre, ante todo acto de corrupción, no solo cuando nos conviene. En caso contrario, pierde valor.
Lo que no deja de llamar la atención es que la justicia norteamericana haya venido a percatarse hoy que hay corrupción en el seno de la FIFA. ¿Por qué la denuncia surge ahora y no antes ni después? Si bien la conducta de Estados Unidos de Norteamérica (USA) sorprende, haciendo un catastro cabe recordar algunas de las volteretas de un país que se precia de ser símbolo de las libertades y la democracia.
Recordamos que la familia Bush tenía negocios con Osama Bin Laden. De la noche a la mañana Osama, de amigo del occidente, pasó a ser el terrorista número uno a nivel mundial. ¿Qué pasó en el interín? Nadie sabe. Recordamos también que Saddam Hussein, en Irak, fue apoyado por USA y era considerado amigo de occidente. De un día para otro, Saddam Hussein pasó a ser el enemigo a quien había que derrocar. Lo derrocaron y ahí está Irak, más destruido que ayer, y generándose un nuevo monstruo de mil cabezas: el Estado Islámico.
Recordamos que USA respaldó las dictaduras latinoamericanas existentes a mediados del siglo pasado. En Cuba, Fulgencio Batista fue colocado y apoyado por USA; al igual que Leonidas Trujillo en la República Dominicana, Marcos Pérez Jimenez en Venezuela y Gustavo Rojas Pinilla en Colombia. Desgastadas las dictaduras, los gobiernos norteamericanos les retiran su respaldo. Lo mismo ocurrió con las dictaduras latinoamericanas que sobrevendrían después. En el caso chileno, Nixon, junto con Kissinger, no dudó en promover y financiar la caída de Allende para entronizar al innombrable. Menos de dos décadas después, le quitaron el piso. Lo mismo ocurrió con las dictaduras militares que se instalaron por la misma época en Argentina, Brasil y Uruguay, todas con el respaldo civil de no pocos políticos y empresarios.
En todos estos casos parece existir un común denominador: juegos de intereses que terminan por tirar por la borda hasta las mejores intenciones, y que explican dobles estándares e inconsistencias que perduran hasta el día de hoy en los más diversos ámbitos.
Está bien, tarjeta roja para la FIFA, pero la tarjeta roja hay que aplicarla siempre, ante todo acto de corrupción, no solo cuando nos conviene. En caso contrario, pierde valor.
Comentarios
07 de junio
No entiendo el proposito de este articulo, Sr Schmal. Es exactamente el trabajo que estan tratando los «cerebros» del Gobierno como los de las instituciones politicas derechistas para desvirtuar las verdades de los actos corruptivos en que se han envuelto. Cual mujeres de vida facil (por necesidada), ellos se han vendido al mejor postor y solo tratan de «empatar» con los contrarios para eludir la verdad. Un solo hechode corrupcion merece el maximo de atencion y no de distraccion que usted pretende darle.
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19 de junio
el propósito del artículo es denunciar el doble estándard en que incurre EEUU, y en el que se incurre en general en general. cuesta sustraerse a dicha tentación y ser consistente. las inconsistencias nos acosan por doquier. de eso trata el artículo y abordo el caso de EEUU, pero no es exclusivo de dicho país el problema. a nivel de las personas también. basta ver el caso del rey arturo, en circunstancias que no hace mucho se promulgó la ley emilia. no intento distraer, por el contrario, intento centrarnos en lo relevante.