No es descabellado pensar que si, de acuerdo a diversas estimaciones de desigualdad, el 10% la población que concentra aproximadamente un 60% de los ingresos totales, el gasto en turismo esté también distribuido de manera desigual. Quienes tienen una mejor posición financiera son quienes están mejor ubicados para realizar gastos no esenciales.
La lectura regular respecto del comportamiento turístico de los chilenos parece indicar que la sociedad chilena, como un todo, está incrementando su gasto en productos y servicios de este tipo. Al igual que en otras industrias de consumo masivo, los chilenos estarían gastando cantidades ingentes de recursos en turismo dentro del país y en el extranjero.
Un cálculo rápido sostiene esta afirmación. Usando información secundaria confidencial, en 2012 se observa un gasto de USD$4.850 millones en productos y servicios turísticos –viajes, hotelería, alimentación, arriendo de autos, seguros, compras y otros-, de los cuales un 62% corresponde a turismo doméstico y un 38% a turismo hacia el exterior. Esto representa un 2% del PIB y USD$293 gastados per capita en 2012.
Sin embargo, este promedio induce a errores. Chile es una sociedad tremendamente estratificada, y el turismo no se excluye de esta lógica. Si observamos que la última encuesta CASEN revela que la mitad de los chilenos tiene salarios mensuales inferiores a USD$520, el gasto per cápita de este grupo en turismo –considerando el dato anteriormente obtenido- representaría entre un 6% y 12% de sus ingresos anuales. Esto suena excesivo para un grupo que ya tiene muchos problemas para financiar su educación y salud, por nombrar algunos, y que consecuentemente está altamente endeudado. Por otra parte, un 10% de la población tiene salarios mensuales sobre USD$1770, por lo que el gasto promedio anual de USD$293 representaría 1% o menos de sus ingresos anuales.
No es descabellado pensar que si, de acuerdo a diversas estimaciones de desigualdad, el 10% la población que concentra aproximadamente un 60% de los ingresos totales, el gasto en turismo esté también distribuido de manera desigual. Quienes tienen una mejor posición financiera son quienes están mejor ubicados para realizar gastos no esenciales. Así, el 10% superior sería responsable del gasto de USD$2.910 millones, con un gasto per cápita anual de USD$1.756 –más que suficientes para financiar un viaje a Argentina, Brasil o Perú-, mientras que del 90% de la población se originarían USD$1.940 millones, que representan un gasto de USD$130 per cápita al año. Es decir, en una sociedad altamente desigual, las vacaciones son de la misma manera estratificadas.
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Foto: Gerard Girbes / Licencia CC
Comentarios
14 de junio
Obvio que el gasto en turismo, en automóviles, en casas, en ropa, etc. son estratificados por ingreso, como en todo país…
0
14 de junio
Lo que no se puede estratificar es el tiempo disponible. Todos tenemos las mismas horas al día, y los mismos días en un año.
Por lo tanto pueden haber vacaciones en Miami y otras en El Tabo, pero ambas son vacaciones; por lo tanto las vacaciones SI son para todos.
-1
24 de junio
Asumo que hay comentarios más relevantes que aquellos que los que suscita el título de la columna.
25 de junio
La distribución de tiempo libre para vacaciones no es uniforme en la población, hay gente que si no trabaja no come.
28 de enero
El lugar donde se vacaciones es menos importante que el que se pueda efectivamente tener vacaciones. Hay gente que sencillamente no se puede tomar días libres, pues si deja de trabajar no puede pagar cuentas básicas. Por otra parte, gente muy acomodada económicamente, no solo trabaja menos horas, sino que se toman vacaciones (cantidad de días) realmente privilegiadas.
La desigualdad, guste o no aceptarlo, es el gran problema de nuestro tiempo, está impregnada en toda la cultura.
Saludos
+1
28 de enero
Muchos de los que trabajamos «Boleteando» y por razones obvias, no nos podemos dar el lujo de salir de vacaciones.
El indice GINI de Chile (por sobre 50) y que indica la desigualdad, es el más alto dentro de la OCDE.
Saludos
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